Estatua de Cervantes en Alcalá de Henares (Madid)
Cataluña
Colau y el PSC dicen «no» a colocar una estatua de El Quijote en la Barceloneta
Ciudadanos había propuesto esta iniciativa, que rechaza el gobierno municipal porque la mejor forma de homenajear a Cervantes no es «plantándole» una escultura
Barcelona no va a tener una estatua de El Quijote y de su fiel escudero, Sancho Panza, en la Barceloneta. Ciudadanos había llevado a la Comisión de Derechos Sociales, Cultura y Deportes del Ayuntamiento de Barcelona esta iniciativa, que ha sido rechazada por Barcelona en Comú, PSC y ERC. Junts se ha abstenido, mientras que PP, Barcelona pel Canvi y la concejal no adscrita Marilén Barceló, sí la han apoyado.
Desde el gobierno municipal, el teniente de alcalde Jordi Martí, dice que la mejor manera de rendir homenaje a Cervantes es leerlo y no precisamente «plantarle una escultura». En cualquier caso, ha dejado claro que no tiene nada en contra la figura del escritor, y prueba de ello, según Martí son las numerosas referencias que hay en la ciudad a Cervantes y El Quijote, como una plaza, una calle, una escuela o incluso una ruta literaria.
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El concejal de Ciudadanos Paco Sierra dice que no se trata sólo de un reconocimiento a Cervantes, sino que es «una pelea constante con todo lo que representa los símbolos de España» y el Quijote, añade, es un símbolo muy representativo de la cultura española. También ha lamentado que el PSC se haya opuesto a la iniciativa, y lamenta que sea «comparsa y comodín del independentismo, y que en determinadas cuestiones que tienen que ver con España se posicionan siempre del mismo lado».
Ante la negativa, Ciutadans se ha comprometido a regalar una estatua del ilustre hidalgo a la ciudad, con la condición, eso sí, de que sea instalada en la playa de la Barceloneta. ¿Y por qué en la playa? Porque fue lo primero que vieron de la ciudad don Quijote y Sancho: «En fin, por caminos desusados, por atajos y sendas encubiertas, partieron Roque, don Quijote y Sancho con otros seis escuderos a Barcelona. Llegaron a su playa la víspera de San Juan, en la noche, y abrazando Roque a don Quijote y a Sancho, a quien dio los diez escudos prometidos, que hasta entonces no se los había dado, los dejó, con mil ofrecimientos que de la una a la otra parte se hicieron». Una playa, que, por cierto, «parecióles espaciosísimo y largo, harto más que las lagunas de Ruidera que en la Mancha habían visto».
En cualquier caso, Cervantes mostró un aprecio especial por Barcelona en el Quijote, un aprecio que no parece ser correspondido.
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