
La abogada madrileña Delia Rodríguez, en la redacción de El Debate
Entrevista a la prestigiosa abogada de familia
Delia Rodríguez: «La custodia compartida es el sistema natural y el Supremo lo ha fijado como preferente»
La letrada madrileña, conciliadora y rigurosa, es uno de los referentes actuales en materia de menores, divorcios, custodia compartida, mediación, gestación subrogada y contenciosos derivados de las relaciones paternofiliales
Delia Rodríguez es abogada de familia y mediadora. Apasionada de la protección de los derechos de la infancia desde sus comienzos profesionales, la letrada fundó en el año 2015 la boutique legal Vestalia Abogados de Familia, proyecto que lidera prestando la mayor atención en el interés superior de los niños y los principios de honestidad. En la actualidad, es secretaria en funciones de la Asociación Madrileña de Abogados de Familia e Infancia (AMAFI), socia fundadora de la Plataforma Familia y Derecho y miembro activo de la Asociación Española de Abogados de Familia (AEAFA).
–¿Qué le lleva a decidir que familia es la especialidad que quiere ejercer?
–La Abogacía, para mí, ha sido una vocación sobrevenida. Yo empiezo a ejercer cerca de los 29 años, tras arrancar mi trayectoria en el mundo de la educación. Empecé derecho porque era lo que tenía que hacer, lo que a mis padres les parecía que encajaba más mi 'piquito de oro'. Emprendí varios proyectos de eventos infantiles con moraleja y, tras vivir un tiempo en Nueva York, decidí opositar a judicatura, durante un año y medio. Me di cuenta enseguida de que soy demasiado inquieta como para estar todo el día sentada estudiando, aunque no se me daba nada mal, y ese fue el arranque. En paralelo, me hice un máster en Mediación y ya, por fin, tuve mi primera experiencia en un despacho que fue desoladora. Entonces pensé: tengo que buscarme por mi cuenta y emprender.
–¿Qué dificultades se encuentra un abogado que quiere montar su propio despacho?–Todos. Yo no he recibido nunca una ayuda, ni por ser emprendedora ni joven ni mujer. Así que arranqué desde cero sin madrinas ni padrinos. Pronto te das cuenta que de la vocación no se vive y te encuentras un sinfín de obstáculos que con el romanticismo del emprendimiento no se suplen. La clave es mucho trabajo, un plan de negocio que sea realista y escalable y depender de los clientes que me iban entrando e invirtiendo en publicidad. Hay muchísimos inconvenientes pero también se puede invertir con mucha creatividad si tienes ganas y le echas horas.
Los niños se adaptan enseguida a la custodia compartida. Los que no se adaptan son algunos adultos que, a veces, vuelcan su excusa en los niños de manera ciertamente egoísta
–¿Qué es lo más y lo menos gratificante del Derecho de familia?
–Para mí ha supuesto conciliar mi vocación con la infancia con el Derecho. Yo siempre digo que sigo siendo una niña y cada vez que trato un asunto de familia me identifico muchísimo. Soy hija de padres separados y aunque no fue una separación traumática, como era la mayor de tres hermanas y todas muy pequeñas, llevé todo el peso de ese cambio familiar. Esa niña que fui entonces siempre me acompaña y tengo vocación porque de lo contrario, llevar esta especialidad es muy complicado porque es muy dura a veces. Me acuerdo de dos o tres casos que se me han grabado por injustos, tras una década de ejercicio, y no me olvido de esos niños de sus nombres y también de sus padres o madres.
–La custodia compartida... ¿es una buena idea, una mala idea, una buena idea mal desarrollada?
–Es el sistema natural. El hombre y la mujer pueden repartirse roles y que funcione. Es sorprendente que tras una separación ya todo el mundo es mal padre y mala madre. Me refiero a los que van por lo contencioso y no son capaces de llegar a un acuerdo. La custodia compartida me parece que debe ser un sistema preferente, quizá no que se otorgue de forma automática, porque creo que hay que ver el caso por caso para velar por el interés superior de los menores.
También depende del juzgado que te toque. En concreto, en Madrid, que hay un montón de familia, puedes aplaudir o decir madre mía que me voy a segunda instancia. Y eso no es normal cuando el Supremo ha establecido criterios claros, que deberían seguir todos los juzgados, a favor de la custodia compartida. Es el sistema que mejor vela por el interés de los niños que se adaptan a la perfección enseguida. Los que no se adaptan son algunos adultos que a veces vuelcan su excusa en los niños, algo que me parece ciertamente egoísta.
No es la tónica en todos los juzgados pero mi experiencia es que ante la duda la madre, y eso no puede ser
–Entiendo que la figura del padre al que nadie cuestiona cuando está en el seno de la familia, parece ser el ogro tras el divorcio, ¿cómo se lucha contra eso en el día a día?
–Cuando voy a trabajar y veo a todos esos padres con niños felices cargados a los hombros, cada vez más, pienso «que este hombre luego cuando se separe, tenga que pasar un calvario y acreditar que era él el que hacía esto...» me parece tremendamente injusto. No es la tónica en todos los juzgados, pero mi experiencia es que ante la duda la madre y eso no puede ser. Este año he tenido el caso de una niña con una discapacidad severa por la que nos hemos pasado luchando en un procedimiento para que el padre pueda ejercer la custodia compartida y cuidarla. Pues hemos tenido que demostrar, que luchar, que acreditar,... Finalmente, lo hemos conseguido, pero ha sido complejo y no puede ser tan costoso que un padre pueda cuidar de su hija enferma.
Lamentablemente, en muchas ocasiones, la oposición a la custodia compartida nace de intereses económicos en juego. Pero es que eso se ve a la legua. Además, si a los niños los cuidan sus dos padres, si un día falta uno de ambos, como dije yo en sala, por ejemplo el que ejerce la custodia, no va a ser un cambio tan radical para los menores pasar a vivir con el otro. Y ese argumento tan terrenal, a lo mejor, vale más que uno jurídico.
–¿Se instrumentalizan procedimientos contenciosos o incluso denuncias falsas para obtener beneficios económicos que, en realidad, no tienen nada que ver con el bienestar de los hijos?.
–Ése es el pan de cada día. Tenemos dos tipos de familias: las que son capaces de sentarse, hablar y llegar a un acuerdo, las menos; y, las que como yo digo quieren ir a la guerra por motivaciones de la más variadas. Está la parte emocional, rencor hacia la expareja, porque a lo mejor se ha ido con otra persona; posesión con respecto a los hijos, esto es terrible porque se cierran en una custodia monoparental y ya ni con dinero puedes llegar a negociar; intereses económicos, donde opino que sería bueno plantear una reforma del Código Civil, para desvincular la custodia exclusiva con el uso del domicilio familiar porque ahora es automático que quien se queda la custodia saca el domicilio. Y es muy jugoso.

La abogada madrileña Delia Rodríguez, en la redacción de El Debate
Se va regulando poco a poco porque ha habido épocas en las que las pensiones iban iguales que las nóminas. Entonces, claro, un señor que ganaba muchísimo dinero eran unas pensiones de alimentos como el sueldo Nescafé. Muy superiores, incluso, a las necesidades de los niños, que debe ser el punto de referencia para calcularlas y no al revés.
–¿Ha tenido algo que ver en esto la ley de Violencia de Género? ¿Se ha victimizado a las mujeres, a las madres, por el mero hecho de serlo?
–Con algunos discursos se hace un flaco favor a la mujer y ya hay bastante hartazgo en este sentido porque lo que yo me encuentro en mi día a día son mujeres con alta cualificación profesional y la que ha decidido aparcar su carrera es porque ha querido. El victimismo no debe ligarse a la mujer, o por lo menos yo no estoy conforme con eso. La ley de violencia –y yo representando a mujeres víctimas– por mi experiencia es que ampara denuncias que no están basadas en hechos reales, denuncias falsas, por decirlo de alguna manera. Y el problema es que la mujer que está sufriendo un maltrato me cuesta un mundo que denuncie, me cuesta un mundo acreditarlo y, en cambio, luego ves otras que van a la comisaría a poner una denuncia tan campantes. El daño que se hace, hasta que eso se demuestra, es irrecuperable. Muchas veces, hablamos de años de espera de un señor en un punto de encuentro familiar para ver a sus hijos. Yo tengo un cliente que lleva cuatro años sin ver a sus hijas y se han ido archivando todos los casos y, cada vez que ocurría, nueva denuncia, y esto es un maltrato institucional hacia él. Ya ni hablamos de las dilaciones.
El legislador ha redactado dos artículos –el 92.7 y el 94 del Código Civil– que privan al hombre de derechos fundamentales, como los de visita y comunicación con sus hijos
La Ley de Violencia de Género, en el momento histórico en el que se hizo, era necesaria. Por supuesto, no vamos a negar que existe el maltrato a la mujer por el hecho de ser mujer, pero tampoco que hay hombres que son maltratados psicológicamente. A mí me llegan algunos derruidos, que además no son conscientes del maltrato y a ellos no se les protege. Hay que darle una vuelta de tuerca para adaptar la ley a la situación actual y, sobre todo, no dar rienda suelta a quien lo instrumentaliza con un ánimo de conseguir una ventaja. Hay que hablar con los operadores jurídicos para solventar estas cuestiones porque muchas veces a la mujer que hay que proteger se la deja desprotegida y a la que no hay que proteger sale beneficiada.
–El Constitucional ha declinado la cuestión de inconstitucionalidad planteada por un juez sobre el artículo 92.7 del Código Civil que priva de la custodia compartida a aquellos padres que hayan sido simplemente denunciados por temas de violencia de género aunque luego se archive...
–Hay dos artículos muy parecidos en cuanto al fondo, el 92.7 y el 94 del Código Civil, que al final tratan de imponer, de forma automática, una medida que priva de derechos fundamentales tanto al progenitor en cuestión como a los menores. Yo he hecho un análisis sobre el tema que ha sido publicado por la editorial Tirant. El legislador redacta un artículo que priva al hombre de derechos fundamentales, como es el de visita y comunicación con sus hijos, y luego las audiencias lo tienen que modular. También el Consejo creo que ha creado una guía en la que se mete de lleno en esto. No es lo mismo un caso que otro. Habrá que evaluar la relación paterno filial, los antecedentes penales del padre y de la señora. No tiene sentido imponer un artículo que, de forma automática, hurta de su potestad jurisdiccional al juez que es el facultado para evaluar cada caso concreto. Creo que es gravísimo y claramente anticonstitucional.

Delia Rodríguez, socia fundadora de Vestalia Abogados
–¿Hay un efecto llamada a ese uso con mala fe de las herramientas disponibles alguna de las dos partes? Y en ese caso, ¿se castigan las denuncias falsas?
–El propio Ministerio Fiscal, ante una denuncia falsa, podría meter mano en el asunto de oficio. Pero es que esto es como los unicornios, no se ven. Yo tengo varios asuntos ahora mismo de querellas por denuncia falsa, y solamente me he metido en este tipo de procedimientos cuando tenía una prueba inequívoca. Es una realidad que son mayoritarios los casos de falsas acusaciones contra padres, no lo vamos a obviar. Yo hago un test de evaluación del riesgo de que les denuncien y les doy una serie de pautas, entre ellas, por supuesto, grabar. Y eso ha salvado a más de uno, no sólo con el archivo de su caso, sino que luego va adelante la sanción contra ella porque la mala fe es indudable. Y, el efecto llamada existe.
–Pero los perjudicados en último caso, siempre son los menores... ¿cómo funcionan los psicosociales?, ¿se protege realmente a los niños?
–Los psicosociales lo que no puede ser es que no se rijan por un criterio de actuación unánime, que unos se expandan 30 folios en sus informes, contacten con el colegio, se desplacen a los domicilios y otros ni se molesten. No es lo mismo un perito que otro, no nos vamos a engañar. Hasta para eso hay que tener suerte. Luego está el tema de los puntos de encuentro... que son insuficientes porque no hay recursos. Tanto se nos llena la boca hablando de infancia –porque queda muy bien en el discurso político o institucional– pero los niños no le importan a nadie. Si importasen, se invertirían recursos para dotar a los juzgados de medios y más equipos técnicos (que a veces rotan entre varios partidos judiciales, con listas de espera que superan el año) Esto es una vergüenza porque hay familias que esperan a ese psicosocial para poder terminar con su luto del cambio familiar o para que esos niños tengan una custodia compartida.
Un psicosocial no debería irse más allá de los 15 días. Se nos llena la boca hablando de infancia, que queda muy bien en el discurso político, pero los niños no le importan a nadie
Al final, se trata de que hay un niño en riesgo, por ejemplo, porque el progenitor ha sido denunciado inmediatamente. En esos casos, el psicosocial no debería irse más allá de los 15 días. O disponer de un psicólogo siempre en las exploraciones de niños con necesidades especiales para que sirvan de apoyo a un tribunal, que no tiene por qué saber de todo. No creo que estas cuestiones sean tan costosas si las comparamos con todos los despilfarros que se hacen y creo que la infancia lo merece. Se lo debemos como sociedad: toda la protección necesaria.
–¿Es la mediación una solución a todo este colapso?
–La cultura de la mediación no ha calado en nosotros, todavía. En España somos bélicos. Yo hice la formación en 2012, cuando salió la ley, y me pareció fantástica la idea de poder mediar. Pero casi ni la he puesto en práctica porque una negociación requiere la voluntariedad de ambas partes durante todo un procedimiento. Deberíamos interiorizar como sociedad que, en Derecho de familia, no se gana ni pierde. No hay premios o castigos porque se trata de los niños.
Habría que establecer una mentalidad más empresarial en la Justicia para hacerla más eficaz
–Usted forma parte de un proyecto humanista como Ahora Abogacía... ¿qué exige a su colegio profesional que ahora le falte?
–Las instituciones tienen un desapego notorio con los colegiados y pese a que parece que se renueva (este año hay elecciones en diciembre) lo cierto es que seguimos exactamente igual. Hace falta un cambio de mentalidad, hasta el punto de que el colegiado debería querer colegiarse, incluso, cuando no sea obligatorio. El problema es el desapego emocional que viene gestándose hace años y para cambiar esto hay que sanear de raíz: hacen falta caras nuevas, jóvenes, mujeres... Los grandes despachos tienen que estar en las juntas, pero no son la mayoría de los colegiados que somos abogados normales del día a día, con despachos unipersonales pequeños que trabajamos en el campo de batalla o nos peleamos en el turno de oficio. Esos son la base a la que hay que convencer. Ahora, la Abogacía es una plataforma que está reuniendo a mucha gente con ideas diferentes y buenas iniciativas. Eso puede ser un caldo de cultivo que el día de mañana proponga algo diferente que nos haga enamorarnos de verdad.
–¿Qué dos o tres cosas mejorarían del funcionamiento de la Justicia en España?
–La primera y más esencial, que los funcionarios saquen una oposición y ya está. Algunos son un desastre. No puede ser que un funcionario se vaya de vacaciones, que por supuesto tiene todo su derecho, que yo tenga un juicio el lunes, que no sé si me van a suspender y, como está de vacaciones, no haya nadie que pueda informarme de qué debo hacer. En una empresa esto no ocurre. Habría que establecer una mentalidad más empresarial en la Justicia, para ser más eficaces. También sería muy interesante mezclar a jueces con fiscales, con abogados, en cursos... porque escucharnos los unos a los otros nos enseña más de lo que nos podemos imaginar sobre el funcionamiento de la profesión de los demás. Y es que, la profesión de la Abogacía es la más denostada del sector y vamos camino de algo peor. Es momento de ponerla en valor como motor social, creérnoslo nosotros, actuar y defender los derechos constitucionales.