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28 de marzo de 2024

El abogado Miguel Durán, candidato a Decano del Colegio de Abogados de Madrid

El abogado Miguel Durán, candidato a decano del Colegio de Abogados de MadridThorun Piñeiro

Entrevistas jurídicas a los candidatos del ICAM

Miguel Durán: «Si soy decano, el Colegio tendrá mucha más presencia e influencia en el Poder Judicial»

El veterano abogado madrileño y expresidente de la ONCE aspira a ser el primer decano invidente de la historia del Colegio de la Abogacía de Madrid

Miguel Durán (Azuaga, Badajoz, 1955) es un abogado madrileño de amplio bagaje en la profesión que, tras ganar las oposiciones correspondientes como el primero de su promoción, se incorporó en 1976 a la plaza de Especialista en Imprentas y Bibliotecas Braille en la Imprenta Braille de la ONCE en Barcelona, institución que llegó a presidir desde junio de 1986 hasta septiembre de 1993.
Aunque su carrera en la Abogacía arranca en 1980 con un bufete especializado en temas laborales, tributarios y matrimoniales, de la mano de otros profesionales del Derecho, será hace 12 años cuando arranque su actividad como abogado en ejercicio con un proyecto propio –Durán & Durán Abogados, del que es socio junto a su sobrino Miguel Ángel Durán– con sedes en Madrid, Barcelona, Sevilla, Valencia y Zaragoza y con proyectos de expansión en otras ciudades de España. Durán es tertuliano habitual en diversos espacios televisivos y regularmente invitado como ponente en foros y conferencias. Preside, además, diversas fundaciones e instituciones dedicadas a la prevención y tratamiento de problemas visuales.
¿Cuál es su proyecto de Colegio Profesional para la Abogacía de Madrid y cómo piensa conseguirlo?
–Yo creo que las siete candidaturas planteamos cosas bastante coincidentes en muchos casos porque parto de la base de que todo el mundo que se presenta lo hace en defensa del bienestar de la gente. Entonces, de lo que se trata es de ver cómo lo defiende cada cual y de cómo pensamos cada uno de nosotros llevar a término lo que decimos en nuestros respectivos programas que, reitero, tiene muchas cuestiones en común. Por ejemplo, todas las candidaturas hablamos de dignificar la Abogacía, la cuestión está en saber qué es lo que estamos dispuestos a hacer para lograr ese objetivo. Conviene que todos seamos capaces de decir hasta dónde llega nuestro grado de compromiso para que después, si no se cumple, los compañeros nos lo puedan exigir. Porque lo que sucede en una elección corporativa, como es esta, es que tras el fragor de la campaña, el que gana se queda con todo y los que se han presentado desaparecen. Yo digo que si no gano no pienso desaparecer de la lista política dentro de mi colegio profesional. Estaré muy atento, mi candidatura lo estará, a lo que haga el ganador.
¿Confía en obtener un respaldo mayoritario de los colegiados?
–Un jefe de campaña me diría que yo no debo dar por hecho que pueda perder. Y yo digo que naturalmente que puedo. Doy por hecho que puedo perder porque soy humilde y no presumo de tener la victoria asegurada. Aquí nos presentamos siete candidaturas –seis vamos o van a perder y una ganará– y si a mí no me toca ganar, yo sí le exigiré a quien lo haga que cumpla todo aquello a lo que se ha comprometido. Por eso digo que, de aquí en adelante, actuaré en términos extraordinariamente beligerantes, por ejemplo, en defensa de cualquier compañero que venga a denunciar malos tratos profesionales por cualquier miembro de la administración de Justicia. Me parece que ese es el compromiso real de dignificar la profesión.

Estoy dispuesto a dar la batalla muy abiertamente como futuro decano del ICAM

¿Cree, entonces, que los abogados están desprestigiados?
–Aquí estamos para lograr que la gente entienda que el abogado es imprescindible, absolutamente imprescindible. El Colegio de la Abogacía de Madrid no puede permanecer de perfil ante cuestiones que afectan a los ciudadanos. Hay leyes que afectan a los españoles. Reformas legales que les afectan. Y se supone que nosotros, con más de 77.000 miembros que tenemos en nuestro Colegio, atesoramos un contingente muy importante de conocimientos jurídicos. Es razonable, por tanto, que el decano –que yo pienso ser si me dan su confianza los electores– tome postura sobre las mismas y explique cuál es la opinión de la Junta de Gobierno y de los abogados en general.
Lo que hemos visto hasta ahora es una posición absolutamente plana de la institución. El Colegio de la Abogacía de Madrid tiene que tener mucha más presencia y más importante, por ejemplo, en sus relaciones con el Consejo General del Poder Judicial. Naturalmente que debe tener una vinculación que haga que el órgano de Gobierno de los jueces, desde ahí y en cascada, dé indicaciones a los miembros de la judicatura sobre cuestiones al mejor trato que se tiene que dar a los abogados. Es increíble que tengamos transferidas las competencias de la gestión de justicia a distintas comunidades autónomas y que cada una tenga un lenguaje informático que no se habla con los demás lenguajes de las otras autonomías. Y yo no he oído a ningún decano que se haya pronunciado al respecto. Si yo llego a ser decano, a mí me van a oír. Me van a oír aunque no quieran. Porque yo cuando quiero, también sé gritar.
Usted habla de una candidatura con vocación de servicio e incómoda para el poder... ¿Qué es lo que ha pasado para que usted haya sido especialmente beligerante en las formas de esta convocatoria?
–Lo que yo le dije a los miembros de la candidatura que presido es que quiero hacer una campaña eminentemente limpia. Pero hacer una campaña limpia no significa hacer una campaña blanda. Hacer una campaña limpia significa ser riguroso. Yo he recusado a una miembro de la Comisión Electoral porque era evidente que incurría en un conflicto de intereses. Y debió ser ella la que se autoexcluyera, como hubo otros miembros de la Comisión Electoral que lo hicieron. Yo presenté la recusación, se enteró y antes de que se produjera el acuerdo de exclusión, dimitió.
También he impugnado la presencia en esta contienda electoral de mis rivales los señores Raúl Ochoa y Eugenio Ribón y de tres miembros más de la candidatura de este último. Y lo he hecho de frente, ante la Comisión Electoral, porque considero que es incompatible su condición de candidatos con mantenerse como miembros de la Junta de Gobierno saliente. La Comisión Electoral no me ha dado la razón y como creo que se equivoca, lo voy a recurrir. Y si, aún así, no tuviéramos suerte ante el Consejo General de los Colegios de Abogados de Madrid, iremos a la vía contenciosa. Es peligroso mantener esta situación de dualidad porque si seguimos adelante con los recursos y finalmente se produjera una resolución que nos diera la razón, podría incluso llegar a poner en riesgo el propio resultado electoral.
Yo me comprometo a que si soy decano, la Junta de Gobierno que yo presida para las futuras elecciones no designará los miembros de la Comisión Electoral. Se hará, en todo caso, una propuesta por vía de insaculación entre los abogados que cumplan los requisitos de Madrid para formar parte del órgano fiscalizador de los comicios.
Es decir, abrirá la participación de cualquier abogado en el ICAM. ¿Cree que actualmente no se sienten representados por el Colegio?
–Si hiciéramos una encuesta seria entre los abogados de Madrid y les preguntásemos si creen que el Colegio sirve para algo yo creo que la derrota sería clamorosa. Yo pretendo ser un decano que consiga que todos los abogados, o que la inmensa mayoría de ellos, se sientan representados por personas que hablan con claridad, sin ambages, sin miedos, que realmente saben lo que quieren y lo que necesitan sus miembros. Hay promociones de jóvenes, por ejemplo, que se gradúan y hacen su máster y que, sin embargo, no se colegian porque piensan que el ICAM está sólo para cobrar cuotas. Si queremos que el colegio tenga continuidad, tiene que hacerse no imprescindible formalmente para ejercer, sino necesario para que quienes quieran ejercer encuentren en él una producción de servicios. Nuestro colegio da muchos servicios actualmente pero no se han sabido explicar pese a la increíble labor que prestan sus más de 230 trabajadores que son su principal activo desde el punto de vista de la gestión cotidiana.

Los trabajadores del Colegio de la Abogacía de Madrid merecen que su labor sea destacada

¿En qué puede ayudar el Colegio a los profesionales en sus primeros pasos en el ejercicio de la Abogacía?
–A los jóvenes se les atrae, por ejemplo, con cuota cero en los tres primeros años, como ofrecemos nosotros. Se les atrae, por ejemplo, con un servicio de consulta exprés como el que yo quiero instaurar y que nació a propuesta del exfiscal Ignacio Gordillo, por ejemplo. Esas consultas que un abogado joven le puede hacer a gente con experiencia en su Colegio. Los letrados siempre tenemos dudas respecto de cómo llevamos los temas, pero a los más jóvenes nosotros les vamos a ofrecer un servicio de orientación mucho más específico para ellos en sus primeras andaduras.
Suena bastante novedoso...
–Hay mucha gente que ve el Colegio solamente como aquel mecanismo que cuando alguien, un cliente, va y te denuncia, enseguida te abre el expediente disciplinario y prácticamente sin oírte. Y si decide que te sanciona, te sanciona. Nosotros también en esta materia queremos innovar. Nos parece muy lícito, muy lógico, que el cliente pueda acudir al Colegio en queja, pero al que primero tiene que dirigirse la institución cuando hay una queja, antes de abrir un expediente, es al profesional concernido y escucharle. Lo que nosotros queremos hacer es cambiar el modelo y cuando lo hayamos hecho creo que los abogados se van a empezar a sentir mucho más identificados con el ICAM.
Ha fracasado la comunicación de las cosas que se hacen en el Colegio. ¿Ha faltado transparencia?
–Sí. La comunicación tiene que empezar por dar una imagen fiel de lo que somos y si la imagen fiel de lo que somos es una imagen pobre, pues hay que arrastrar las consecuencias y enriquecer, para que luego eso se refleje bien. Sinceramente pienso que el colegio hace muchas cosas en materia de comunicación, pero a lo mejor no todas las que hace son las más adecuadas o las más acertadas. El colegio puede y debe tener una conexión fuerte con los medios de comunicación. No se trata sólo de asistir a actos ni de organizar actos. Se trata de mucho más. Se trata de hacer que la sociedad perciba la importancia que tiene la figura del abogado que va a defender o que va a atacar, porque los abogados defendemos y atacamos.
¿ Cuánto hemos hecho para dar aldabonazos sonoros en las puertas de los partidos políticos, para que de una puñetera vez un juicio, un procedimiento judicial, no empiece hoy y acabe dentro de cinco años?. Cuánto hemos hecho para eso? No se ha hecho nada. Los abogados nos quejamos del incumplimiento reiterado de plazos por parte de la administración de Justicia pero no estamos afeando a los políticos su conducta, que consiste mucho más en repartirse los puestos del Consejo General del Poder Judicial que en destinar dinero para que haya más jueces, más personal, que estén mejor pagados y que se les exija una mayor productividad.
Miguel Durán, en su despacho, durante la entrevista

Miguel Durán, en su despacho, durante la entrevistaThorun Piñeiro

¿En qué medida esos plazos de la Justicia podrían mejorar con la mediación y el arbitraje como fórmulas de resolución de conflictos?
–Cuando se ha preguntado a los ciudadanos sobre su percepción de la Justicia, los datos son clamorosamente malos. La gente está harta y lo acepta porque no tiene más remedio pero en la Administración de Justicia el funcionamiento es paupérrimo. No me refiero ya a si la sentencia te gusta o no, que eso es otra cuestión, sino a su propio funcionamiento. Claro que si los jueces no pueden empezar ni siquiera por ser ellos los que designen directamente su órgano de Gobierno, todo lo demás viene por añadidura.
¿Están incluso peor valorados los abogados del turno de oficio?
–En el turno de oficio en Madrid hay tanto abogados neófitos como profesionales de mucha solera. Para estar en el turno de oficio no basta simplemente con inscribirse, hay que superar unos determinados hitos que demuestren que se está en condiciones de prestar ese servicio. Además, en el turno de oficio hay implicados bastantes trabajadores del Colegio de Abogados de Madrid. A mí me consta, como me consta que son trabajadores que se esfuerzan y mucho. El turno de oficio nutre a todas las detenciones que se producen en Madrid al cabo del día y, sin embargo, no está bien servido desde el punto de vista de la comunicación. Mejorar el turno de oficio implica que se modifique convenientemente la Ley de Justicia Gratuita que data de 1996 y no me refiero a una mera revisión lineal de los baremos, sin más. Yo creo que el baremo hay que subirlo, hay que ponerlo al alza. Hablar del turno de oficio simplemente diciendo que debe estar mejor pagado, que por supuesto que sí, es hacer populismo. Y yo no quiero ser un populista sin más. Cuidaremos y mejoraremos el turno de oficio. No quepa ninguna duda sobre eso.
¿Cómo ve usted el tema de la igualdad en el colegio? ¿Cree que la conciliación es una de las claves para lograrla?
–Yo, la igualdad, la practico. Trato por igual a una mujer que a un hombre cuando son mis colegas. Decía Santo Tomás que no hay peor injusticia que tratar por igual a los desiguales. Y, evidentemente, este uniformismo social que se da sobre cómo aquí todos somos lo mismo, no me identifica. Tengo un profundo respeto por mis compañeros. Y las mujeres en la Abogacía, y en el Derecho en general, tenéis ya una presencia mayoritaria. En el colegio yo creo que hay más trabajadoras que trabajadores. Cierto que como la mujer es la que lleva la mayor carga social y laboral en esto de la maternidad –porque nuestra cultura, aún en ese sentido, sigue estando desequilibrada en perjuicio de la mujer– sí necesita todavía algún camino en materia de conciliación por más que se quiera igualar maternidad y paternidad. Yo quiero que haya absoluta igualdad en lo que lo tiene que haber: en las oportunidades profesionales, en el trato, en el respeto,..., etc.

He impugnado las candidaturas de mis compañeros Raúl Ochoa y Eugenio Ribón porque siguen siendo miembros del Gobierno actual del ICAM

¿Cómo se financia su campaña y quiénes la conforman o quién está detrás?
–Detrás de nosotros está nuestra sombra, siempre que el sol nos dé de frente como espero que ocurra el día 20 de diciembre. Yo reto a cualquiera que desee demostrar lo contrario a que lo averigüe. Está en su pleno derecho. Nuestros gastos de campaña ascienden, desde el día 26 de octubre y hasta hoy, a 376 € que ha pagado mi despacho y que no me parece una cantidad inasumible. No creo que nuestra campaña vaya a ser muy costosa. Nosotros no hacemos publicidad. No pagamos a medios de comunicación y no organizamos fiestas para conquistar el voto por correo.
Esas fiestas no salen gratis y si lo pagan los miembros de la candidatura del señor Ochoa, que es a quien me estoy refiriendo, pues ellos sabrán o si se lo financia alguien. Pero en tal caso sería bueno que se dijera. Nosotros no creo que nos vayamos a gastar más de 2.000 o 3.000 euros en la campaña. Si alguien cree que detrás de nosotros hay poderes fácticos ocultos que nos están financiando, que los busquen.
¿Cuáles son las líneas nucleares de su propuesta y, por extensión, los tres deseos que tiene para la Abogacía madrileña en los próximos años?
–Mi primer y mejor deseo para la Abogacía de Madrid es que nos den su confianza porque sin eso todos los demás deseos que yo pueda expresar los tendría que remitir a la candidatura ganadora y ahí ya pierdo capacidad de disposición. Pido, expresamente, que nos apoyen porque somos gente que hemos demostrado capacidad de actuación profesional. Y es que nosotros venimos a gestionar primero, la campaña, con acierto; y, luego, no quiero gestionar el colegio sino gobernarlo, que es muy distinto. Yo vengo a gobernar con mi Junta y quiero que sean los trabajadores del Colegio los que gestionen el día a día bajo nuestra supervisión para hacer de la institución una maquinaria precisa que lleva muchos años de trayectoria.
Si el electorado nos premia con su confianza mayoritaria deseo, también, que los abogados estén ahí para venir a hacernos propuestas, para criticarnos... Y conectar con la sociedad civil, a través de los medios de comunicación y de cualquier otro procedimiento legítimo, para decirles que estamos aquí y levantar la voz en su beneficio, en la parte que nos toca. La ciudadanía merece una institución que atesora un enorme contingente de conocimiento jurídico que se debe pronunciar. El Colegio de Madrid tiene entidad más que suficiente para liderar, en pie de igualdad con los demás colegios de España, el futuro de la Abogacía española.
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