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18 de abril de 2024

Milena fue encontrada en el domicilio de su presunto asesino, en el barrio madrileño de Arganzuela

Milena fue encontrada en el domicilio de su presunto asesino, en la calle Fray Luis de León de Madrid

Sucesos

La nota de suicidio del presunto asesino de Milena y la frase que despertó la alarma

La joven Milena, de tan solo 20 años, desapareció el pasado martes 22 de noviembre. Su novio se inquietó tras las primeras horas de ausencia y entendió que algo malo le tenía que haber sucedido. Sabía en qué trabajaba y de sus riesgos y aunque la había tratado de convencer mil veces para que lo dejase y se embarcara en otros proyectos, ella declinó una y otra vez sus ruegos.
El día 26, sábado, Esther, la exmujer del presunto asesino, que se llama Alfonso y tiene 54 años, leyó un mensaje críptico e inquietante relativo a la muerte en su estado de WhatsApp: «El dolor me recuerda que la felicidad que sentí fue real». Al verlo, un escalofrío le recorrió el cuerpo.
La mujer temió que se hubiese lesionado o que hubiese tomado una decisión estúpida. Habló con su amiga María y le pidió que, para evitar conflictos con su exmarido, fuese ella la que acudiese al domicilio. Le entregó un juego de llaves de la casa y le pidió que le avisara con lo que se encontrase. María aceptó el encargo, pero fue acompañada de un varón, no fuese a ser que se pusiese agresivo.
Ambos empezaron a llamar al timbre, pero nadie les contestaba. Era primera hora del sábado. Quisieron pensar que se había dormido, quizá tras una noche de alcohol. Finalmente, tomaron la decisión de usar las llaves y franquear la entrada. El silencio lo inundaba todo. «¡Alfonso!», gritaron varias veces. Como no respondía comenzaron a recorrer la casa.
Varias imágenes de Milena, la joven hallada asesinada este lunes en Madrid

Varias imágenes de Milena, la joven hallada asesinada este lunes en MadridEl Debate

Una habitación con candado

Lo encontraron en el dormitorio principal, ahorcado. Había atado un cinturón a unas extrañas cadenas que tenía colgadas en el armario de su casa y se había dejado morir. Llamaron inmediatamente a la Policía. Solo unos minutos después se presentó una patrulla con policías. Al registrar la casa, encontraron una nota de suicidio que decía: «Por favor, no quiero ser enterrado ni incinerado, quiero que mi cuerpo sea donado para unos médicos o científicos, que nadie se gaste un duro en mi cuerpo». Debajo estaba la rúbrica del propio Alfonso.
A partir de aquí comienza lo incomprensible. Además de los dos agentes de policía que ya estaban en la casa, allí entraron los médicos, el forense y una unidad de criminalística que realizó la correspondiente inspección ocular técnico policial. Había una puerta con un candado puesto y a nadie se le ocurrió mirar ni registrar el interior. Dentro estaba Milena, desaparecida desde el martes. A la misma hora su novio y unos amigos se dejaban los dedos colocando carteles con la foto de la joven desaparecida en farolas, señales y paredes en el centro de Madrid.

El forense apunta a que la joven tenía un golpe en la cabeza y marcas en el cuello

La veinteañera había ido a visitar a un amigo especial con el que iba a pasar varias horas. Según había contado ella misma, se trataba de un tipo amable con el que ya había quedado en numerosas ocasiones, como confirman los propios vecinos: «Sí, por aquí venía una chica muy joven a visitarle con bastante frecuencia». Después de las cinco de la tarde, cuando en teoría quedaba libre, su novio la llamó, pero ella jamás contestó al teléfono. A las siete se había citado en la Puerta del Sol con unas amigas a comprar ropa, pero jamás se presentó.

No pidió perdón ni dio explicaciones

Este lunes, los agentes de homicidios del grupo sexto de la Jefatura Superior de la Policía de Madrid, acudieron al domicilio del tipo. La geolocalización del teléfono situaba que el móvil de Milena se posicionaba por última vez allí. Cuando entraron, esta vez sí, lo registraron todo y localizaron a Milena muerta en la habitación cerrada con candado. En principio, el forense apunta a que tenía un golpe en la cabeza y marcas en el cuello. También apunta a que fue asesinada el mismo martes. Alfonso, poco después, se quitó la vida. En su nota de suicidio no hay ninguna explicación; ni siquiera pide perdón por el presunto crimen, solo verbaliza el deseo de lo que quieren que sus familiares hagan con su cuerpo. «Pobre chica, con toda la vida por delante. Ya se podía haber quitado él la vida primero», comentó una vecina cuando sacaron su cuerpo del edificio.

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