Fundado en 1910

25 de abril de 2024

Javier Rupérez

El embajador Javier Rupérez, en la sede de El DebateThorun Piñeiro

Entrevista

Javier Rupérez: «Se habla con cierta razón de la posibilidad de una Tercera Guerra Mundial»

Diplomático de carrera, exembajador de España ante la OTAN y el Gobierno de EE.UU. en Washington D.C., Javier Rupérez visita la sede de El Debate para conversar sobre el nuevo volumen de sus memorias y, de paso, analizar la situación internacional

Número uno en el escalafón de la carrera diplomática, presidente de la consultora Rupérez International y académico correspondiente de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, Javier Rupérez es una de las figuras más influyentes en la definición de la política exterior y de seguridad española de los últimos 40 años. Colabora con sus tribunas en la sección de Opinión de El Debate. En el último volumen de sus memorias, recién publicado, narra una serie de experiencias profesionales y biográficas hasta llegar al Acta Final de Helsinki (1975), en la que el propio Rupérez trabajó como representante de España.
–Su nuevo ensayo es, en parte, autobiográfico. Recorre sus diez primeros años en la carrera diplomática. De aquella primera década laboral, ¿qué recuerda con mayor interés?
–Aquella etapa la caracterizo con lo que llamo «las tres estaciones».
–¿Cuáles son?
–La primera estación es Addis Abeba. Allí descubro un mundo desconocido para mí, que era el mundo africano; un mundo que estaba descolonizándose en aquel momento.
–¿Cuál es la segunda estación?
Varsovia. Allí descubro el mundo marxista-leninista que, en parte, también es el mundo soviético. Polonia me parece un país fascinante, pero el sistema me produce un profundo horror.
–¿Y la tercera?
–La tercera estación es Helsinki o, mejor dicho, la negociación en 1975 del Acta Final de Helsinki, que supone la culminación de todos los esfuerzos que venían gestándose desde años antes para acordar un modus vivendi entre el Este y el Oeste. Aquellos Acuerdos consagraron la inviolabilidad de las fronteras europeas. Sirvieron para definir un modo de entendimiento pacífico entre los 35 Estados firmantes, entre ellos EE.UU. y la URSS.

Me siento orgulloso de ser uno de los negociadores y redactores del Acta Final de Helsinki

–Usted fue uno de los redactores del Acta Final.
–Me siento orgulloso de ser uno de los negociadores y redactores del Acta Final de Helsinki, aunque en aquel Acuerdo hay una serie de principios que tampoco eran del todo nuevos. Antes estaban ya en la Carta de las Naciones Unidas.
asdasd

Portada de 'De Helsinki a Kiev. La destrucción del orden internacional', Ed. Pigmalión, Javier RupérezEl Debate

El futuro ya no es lo que era

–Entre Helsinki en 1975 y Kiev en 2023 se aprecia un notorio contraste.
–Cuando estoy acabando de escribir el ensayo, Putin invade Ucrania. En algún sentido, se me parte el corazón, y también se parte la autobiografía. Todo aquello que había hecho como diplomático desde Helsinki, y más tarde como político –es decir, trabajar para conseguir un entendimiento entre los dos mundos– lo rompe de una manera violenta y criminal un sujeto que cree que el mundo le pertenece.
–En su libro incide en la idea de sentirse como un superviviente.
–Es que de alguna forma me siento un poco como un superviviente que contempla cómo el Orden Internacional está roto o al menos está en grave peligro de desaparecer.
–¿Cuáles son las principales fracturas que hoy agrietan el Orden Internacional?
–Fundamentalmente, Ucrania. El agresor, la Federación Rusa de Putin, es uno de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU. Es decir, uno de aquellos países que más que ningún otro miembro de la ONU tienen que respetar la paz y la seguridad.

¿Cómo es posible que alguien crea que el mundo le pertenece y que está autorizado a utilizar la fuerza?

¿Cómo es posible que alguien crea que el mundo le pertenece y que está autorizado a utilizar la fuerza? Estamos experimentando una ruptura del Derecho Internacional. Al mismo tiempo, también contemplamos múltiples consecuencias a nivel económico y social.
–Desde 1945 hasta el día de hoy lamentablemente ha habido muchas otras guerras. ¿Por qué cree que la guerra de Ucrania reviste de esta especial gravedad?
–A partir de 1945 nacen una serie de normas de comportamiento que han marcado la Historia Contemporánea durante el periodo más largo de paz que conocemos. Las Naciones Unidas, como consecuencia de toda la Historia anterior, de la Primera y la Segunda Guerra Mundial, parten de un supuesto –la renuncia al uso de la fuerza para solucionar los problemas internacionales– y, consiguientemente, proponen la solución pacífica de las controversias.
Efectivamente, desde 1945 hasta el 2022 hasta habido guerras –Corea, Vietnam, El Salvador, etc.–, pero en términos básicos es un periodo de estabilidad. Ahora bien, el nivel de agresión, de fuerza, de destrucción empleado contra Ucrania es gravísimo. Pone en peligro todos los elementos de este mundo estable que se empezó a construir en 1945. Por eso, se habla con cierta razón, que yo espero que no llegue a concretarse, de la posibilidad de una Tercera Guerra Mundial.
Javier Rupérez y Mijail Gorvachov

El embajador Javier Rupérez junto con el entonces presidente de la U.R.S.S. Mijail Gorvachov

Próxima estación: Moldavia

–A su juicio, ¿cuál será la evolución de los acontecimientos?
–Hay miles de especulaciones sobre los posibles elementos para la paz. No puede ser un elemento para la paz la ruptura de la integridad territorial de Ucrania. Si la agresión tiene premio, el agresor tendrá la tentación de volver a agredir. El ministro de Asuntos Exteriores de la Federación Rusa, Serguei Lavrov, ya ha dicho que el siguiente país es Moldavia. Luego vendría Polonia.
–¿Dónde se ganará la guerra: en las mesas de los grandes organismos internacionales o en las trincheras del frente?
–La guerra se gana en el campo de batalla. En este sentido, me parece excelente todo lo que se está haciendo tanto la Unión Europea como la OTAN, que es ayudar a que los ucranianos puedan mantener su integridad territorial y, al mismo tiempo, hacer frente al agresor. Los ucranianos han sido y siguen siendo capaces de defenderse. Están afirmando su derecho a estar donde quieren estar.
–Europa vuelve a ser un campo de batalla. ¿Podría llegar a articularse una política exterior europea unida?
–Esta es la gran pregunta. Primero tenemos que recordar una cosa: el proyecto europeo es una de las grandes adquisiciones de la Historia Contemporánea. Aquello que en 1950 apareció simplemente como un proyecto más o menos poético, en este momento es una realidad enormemente pujante a nivel político, social y económico, y también desde el punto de vista del entendimiento entre unos países que antes habían peleado dos guerras mundiales entre ellos.

Si la agresión tiene premio, el agresor tendrá la tentación de volver a agredir

–Aún no hay una política exterior europea común.
–A pesar de que ahora hay una persona, que en este momento es un español, el señor Josep Borrell, que se ocupa de la política exterior, ahora cada país miembro de la UE está gestionando sus propias necesidades. Cada vez se habla más de la autonomía estratégica europea. Yo estoy completamente de acuerdo, aunque será difícil de conseguir, entre otras razones porque la práctica totalidad de los miembros de la Unión Europea son al mismo tiempo miembros de la OTAN.
–El caso es que los países europeos probablemente están ahora más unidos que nunca.
–En los últimos años nunca se ha visto tal voluntad de cohesión y de acción común. Ni en la OTAN, ni en la Unión Europea, ni entre estas dos organizaciones entre sí. Y todo como consecuencia de ofrecer una respuesta conjunta a la agresión de Putin.
Javier Rupérez

Javier Rupérez durante un momento de la entrevista en la sede de El DebateEl Debate

Una mayor coordinación euroatlántica

–¿Hay algo de cierto en el tan cacareado «declive americano»?
–Estados Unidos, afortunadamente, sigue siendo, desde el punto de vista económico y político, un elemento de la proyección occidental y democrática a nivel global. Esta es una realidad que tenemos que reconocer. A nivel europeo y euroatlántico sería necesario coordinar mejor nuestras capacidades tanto en el terreno de la política exterior como en la política de Defensa. Hay que profundizar en esta línea. Un hecho sin duda positivo es que todos los miembros de la OTAN ya se han comprometido a llegar, por lo menos, al 2% del Producto Interior Bruto del gasto en Defensa.
–De EE.UU. pasemos si le parece a China, que está en el candelero por ese globo que surcaba hace unos días los cielos de América.
China parece que había desplegado sobre territorio estadounidense un globo de observación. Tenemos que tomar de una serie de medidas con respecto a China. ¿Qué es eso de ir por ahí comprando físicamente África e Hispanoamérica? Al mismo tiempo tenemos toda la derivada de la guerra cibernética. Por ejemplo, la OTAN, en su famoso artículo cinco, prevé que, en el caso de un ataque convencional contra uno de los miembros, habrá una respuesta conjunta. Pero si hay un ataque cibernético ¿qué hacemos? Esto es algo que tenemos que plantearnos.
–En los distintos conflictos que vamos divisando, ¿todo son simples disputas geopolíticas o existe alguna clave civilizatoria al fondo?
–Creo que la clave civilizatoria sigue siendo el respeto a la dignidad y a la libertad de las personas. Al fin y al cabo, esta, con todas sus consecuencias, es la gran aportación occidental a la Historia de la humanidad. El liberalismo, si quiere, en el sentido más amplio del término. Esta norma de respeto está también en todos los padres españoles del Siglo de Oro; es el humanismo cristiano, que va introduciendo comportamientos de las sociedades.

La clave civilizatoria sigue siendo el respeto a la dignidad y a la libertad de las personas; es el humanismo cristiano, que va introduciendo comportamientos de las sociedades

El respeto a la dignidad y a la libertad de las personas tiene toda una serie de consecuencias enormemente prácticas; en el plano político es la representación, es la democracia representativa, y también es la libertad de mercado y, consiguientemente, la prosperidad. La norma civilizatoria es la democracia con todos sus aspectos.
–¿Las grietas que cuartean al Orden Internacional significan una enmienda a la totalidad para la Globalización?
–Yo creo en la Globalización, que define un determinado estado en las relaciones internacionales. Básicamente, la Globalización nace con el final de la Segunda Guerra Mundial. Insisto, no digo que esta época haya sido perfecta, pero la humanidad ha vivido desde 1945 una de sus mejores etapas en respeto a la dignidad humana, a la libertad, a la prosperidad, al crecimiento de las democracias, etcétera. Creo que esto es una de las cosas que conviene recordar, antes de entrar en sus posibles defectos.
Ruperez

El embajador Javier Ruperez en la sede de El DebateEl Debate

Populismos, es decir, catástrofes

–Entremos ahora, si le parece, en alguno de esos posibles defectos.
–Evidentemente, por ser la Globalización un proyecto y una realidad tan importante, han surgido defectos en el funcionamiento de algunas democracias, que han generado dos respuestas populistas, a derecha e izquierda, ambas caracterizadas por figuras autocráticas; eso que se ahora llaman «hombres fuertes» y que en el fondo son, en mayor o menor grado, dictadores.
Comprendo y lamento las razones por las que un populista puede subirse a la cúspide. Al mismo tiempo, también lamento a todos aquellos que, a derecha o izquierda, dan lugar a ese tipo de reclamaciones absolutamente enloquecidas. De ahí salen los populismos de Trump, Maduro, Duterte, Ortega o Putin. Tenemos que ser conscientes de esta situación, no vaya a ser que acabemos comprando las teorías populistas en sus diversas vertientes.
Recordemos que el nazismo fue claramente un populismo, como también lo fue el fascismo. Los actuales regímenes postcomunistas, del ruso al venezolano, son claras manifestaciones de este tipo de reacción. Es la constatación de que los populismos nos conducen hacia la catástrofe.
–Sin embargo, resulta más sencillo encontrar bardos para cantar la épica del populismo que para glosar las beldades de la democracia representativa, que suele tener cierto inevitable toque de grisura procedimental.
–Llegado a este punto, tenemos que hacer una declaración de fortaleza democrática, pero no ya como un principio puramente político partidista, sino como una reclamación filosófica enérgica para la salvación de la humanidad.
Comparemos cómo funciona una democracia representativa con un sistema de elecciones garantizado, con respeto a la libertad y a las dignidades, con una economía social de mercado que marche adecuadamente. Comparémoslo con los países que no lo tienen, y pensemos en la inmensa cantidad de seres humanos que en los últimos 100 años en China y Rusia se han visto obligados a desaparecer de la faz de la Tierra, asesinados por los regímenes políticos de sus respectivos dos países. Son millones de personas. Literalmente, millones de chinos y de rusos.
–Entonces, ¿qué fórmula podría emplearse para vigorizar la democracia del siglo XXI?
–«Back to basics». La Globalización tiene como elemento de referencia primordial la Carta de las Naciones Unidas, que nace con vocación universal. Ahí caben todos los que aceptan unos determinados principios que, en términos generales, están inspirados en el humanismo cristiano y en la Ilustración británica de los siglos XVII y XVIII. Hablamos de los Derechos Humanos, de la igualdad entre el hombre y la mujer, de la renuncia al uso de la fuerza.
Al mismo tiempo, la Carta de las Naciones Unidas también trae consigo todos los elementos institucionales que tienen que ver con un determinado sentido de organización desde el punto de vista social y económico. Ahí están el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Son producto de aquella época. En definitiva, todos los grandes organismos internacionales, desde la Unión Europea a la ONU, están inspirados por una misma filosofía: juntos estamos mejor.

Juntos estamos mejor. Este es el gran avance que se ha producido en la humanidad en los últimos 80 años, sin ningún tipo de duda

A través de unos principios universales, presentes en la Carta de las Naciones Unidas, estamos mejor haciendo que nuestros intereses económicos y sociales participen juntos. Este es el gran avance que se ha producido en la humanidad en los últimos 80 años, sin ningún tipo de duda.
–En este momento todo parece estar un poco en el aire.
–También teníamos un mundo complicado en 1975 y, sin embargo, llegamos a una serie de acuerdos. En este momento, sí, todo está un poco en el aire. Como consecuencia tenemos que hacer juntos una reflexión profunda, y tomar las decisiones correspondientes, claro.
Javier Rupérez interviene en la conferencia de NEOS

Javier RupérezPaula Argüelles

Al servicio de España y Occidente

Javier Rupérez Rubio (Madrid, 1941) ha sido embajador de España ante los Estados Unidos, ante la OTAN y ante la Conferencia sobre la Seguridad y la Cooperación en Europa. Fue subsecretario general de la ONU y director ejecutivo del Comité Antiterrorista del Consejo de Seguridad.

Representando sucesivamente a UCD, al PDP y al PP, ha sido senador por Castilla la Mancha y diputado por Cuenca, Madrid y Ciudad Real. Presidió las Comisiones de Asuntos Exteriores y Defensa del Congreso de los Diputados, la Internacional Demócrata Cristiana y las Asambleas Parlamentarias de la OTAN y de la OSCE.

Fue uno de los fundadores de la revista Cuadernos para el Diálogo. Su firma ha aparecido regularmente en diversas publicaciones periódicas: El País, El Mundo, El Debate...

Preside la consultoría Ruperez International y la plataforma Denaria, e imparte cursos de Seguridad y Política Internacional en varias universidades españolas y americanas.

Es académico correspondiente de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, patrono de la Fundación FAES, socio del Círculo Cívico de Opinión, miembro del Consejo Asesor del Hispanic Council y senior adviser del CSIS. Ha publicado varios ensayos, una novela y un volumen de relatos.
Comentarios
tracking