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Pedro Sánchez, junto a Míriam Nogueras y Jordi Turull, de Junts

Pedro Sánchez, junto a Míriam Nogueras y Jordi Turull, de JuntsBorja Puig de la Bellacasa/ Moncloa

El alto coste

Sánchez empieza a pagar el precio de su supervivencia con otra concesión al PNV

Los socialistas asumen que sus socios los exprimirán, pero están en la tesis de que ninguno de ellos quiere elecciones anticipadas. De ahí que no se tomen en serio la escenificación de estos días

El ala socialista del Gobierno asume que la factura para que los socios de Pedro Sánchez no le dejen caer será alta. Si a Junts le prometieron delegar las competencias en materia de extranjería e inmigración a Cataluña a cambio de que permitiera la convalidación de los tres primeros reales decretos leyes de la legislatura, con más razón ahora que a Sánchez le va la vida política en ello.

De hecho, ya ayer el Consejo de Ministros hizo una primera concesión al PNV, con la aprobación de un real decreto por el que el Gobierno traspasa al País Vasco diversos trámites vinculados a la concesión de permisos de trabajo para los extranjeros que trabajan en Guipúzcoa, Vizcaya y Álava. Lo que, en la práctica, supone que el Ejecutivo vasco podrá decidir a qué inmigrantes regulariza la situación y a cuáles no.

Entre esos trámites traspasados figuran las autorizaciones iniciales de trabajo por cuenta propia o ajena de los extranjeros. Además, el Gobierno vasco tendrá la última palabra para que un extranjero obtenga el arraigo sociolaboral. Se trata de compromiso de investidura, ratificado en marzo en la comisión bilateral de traspaso de competencias entre ambos ejecutivo y que, sorprendentemente, ha tenido una tramitación exprés. Algo que los nacionalistas vascos celebraron este martes con entusiasmo. «Mientras la legislatura se mantenga, defender los intereses de Euskadi y de su ciudadanía seguirá siendo nuestro objetivo», se felicitó su portavoz en el Congreso, Maribel Vaquero.

La portavoz del PNV en el Congreso, Maribel Vaquero

La portavoz del PNV en el Congreso, Maribel VaqueroEFE

Los socialistas parten de la tesis de que los socios apretarán, pero no ahogarán; porque a ningún partido de la mayoría de investidura le interesa ir a elecciones en este momento, aseguran. De ahí que los ministros se permitan en petit comité no tomarse en serio la escenificación de estos días, ni incluso a la decisión de Podemos de no acudir a la ronda de contactos iniciada por Sánchez. «Lo importante son las votaciones», resume un ministro. Aunque, en realidad, la agenda legislativa del Ejecutivo lleva mucho tiempo empantanada: ni ley Begoña, ni reforma de la ley de seguridad ciudadana, ni reducción de la jornada laboral a 37,5 horas semanales, ni modificación de la ley del suelo… nada sale.

Elecciones, vade retro

Lo cierto es que la teoría de los socialistas tiene en qué sustentarse. Sumar implosionó hace tiempo. Podemos está en plenas negociaciones para ser el mascarón de proa de una nueva candidatura de unidad en la ultraizquierda. El tirón de Salvador Illa en Cataluña mantiene a ERC en mínimos electorales. Puigdemont está pendiente de que el Tribunal Constitucional de Cándido Conde-Pumpido le resuelva su amnistía. El PNV no va a mover ficha porque en el País Vasco gobierna con el PSE y porque siente el aliento de Bildu en la nuca. Y Arnaldo Otegi ya dejó claro este martes que en Bildu están a cosas menos mundanas, a que el Estado aborde «un proceso de reforma democrática que afecta, entre otras cosas, a la aceptación de la plurinacionalidad». Y eso jamás lo tendría con Feijóo como presidente.

Tras su reunión del lunes con su socia de Gobierno, con Yolanda Díaz, el presidente empezó este martes su ronda de contactos con sus socios parlamentarios para rearmar la mayoría de investidura, rota desde mucho antes de que el informe Cerdán hiciera entrar al PSOE en erupción. Tan rota que, en abril, el presidente renunció definitivamente a presentar los Presupuestos de 2025 en el Congreso y a someter su millonario plan de rearme a votación de la Cámara Baja.

El pasado fin de semana, el ministro Félix Bolaños se encargó de hablar con el resto de los partidos de la investidura para preparar el terreno al presidente. Los primeros en desfilar por la Moncloa, este martes, fueron Míriam Nogueras y Jordi Turull, que trasladaron el mismo mensaje que a Bolaños el fin de semana: Carles Puigdemont y los suyos quieren que Sánchez le acelere todo lo comprometido hasta ahora. Y eso pasa por culminar la delegación de competencias en materia de inmigración y extranjería, la financiación privilegiada para Cataluña y la cesión del 100 % de los tributos que recauda Cataluña a la Generalitat. Todo eso y un nuevo interlocutor en el PSOE, porque el que tenían era precisamente Santos Cerdán.

De momento Junts no ha vuelto a poder sobre la mesa lo que José Luis Rodríguez Zapatero llama «una solución de fondo a la cuestión de Cataluña»; esto es, algún tipo de consulta sobre la autodeterminación. Pero todo se andará.

Este miércoles, Sánchez continúa su ronda con los portavoces de ERC, Bildu y el PNV. Y tendrá que dar las primeras explicaciones en la sesión de control al Gobierno en el Congreso. Aunque la comparecencia parlamentaria sin límite de tiempo que anunció el lunes tendrá que esperar: no será hasta el 9 de julio. El presidente se ha valido de que tiene varios compromisos internacionales en los próximos días -la cumbre de la OTAN en La Haya del 24 y 25 de junio, el Consejo Europeo del 26 y 27 de junio y la IV Conferencia Internacional de la ONU sobre Financiación al Desarrollo de Sevilla del 30 de junio al 3 de julio- para escabullirse hasta la segunda semana del próximo mes. Porque antes quiere tener a sus socios bien alineados y despachar el Comité Federal del PSOE del 5 de julio, en el que remodelará la cúpula del partido.

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