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26 de abril de 2024

El papa Francisco lleva un tocado que le regalaron los líderes indígenas durante una reunión en Muskwa Park en Maskwacis, Alberta, Canadá

El Papa Francisco, con un tocado de plumas en Muskwa Park en Maskwacis, Alberta, CanadáAFP

La corona de plumas del Papa en Canadá

Este complemento era para los nativos americanos un regalo del cielo que otorgaba rango y respeto

Las plumas para la cabeza representaban honor, poder y sabiduría en las tribus nativas americanas. Las más representativas eran las plumas de águila que ellos consideraban sagradas, creyendo que los dioses se las enviaban desde las alturas. El Papa, en su viaje de «penitencia» a Canadá, no ha dudado en colocarse una plumas de jefe de tribu en la cabeza.
El mensaje de agradecimiento del Papa por su recibimiento en Canadá

El mensaje de agradecimiento del Papa por su recibimiento en Canadá

Cada pluma que recibía un joven de la tribu era siempre fruto de un acto valeroso o útil para el grupo, ya fuese la caza de un animal peligroso que servía de sustento o el robo de armas o caballos al colono norteamericano que llegaba en busca del oro o al ejército invasor. La pluma se convertía así en objeto adorado y tratado con sumo cuidado que no se podía guardar en un armario ni esconder, sino mostrar con orgullo. Por ello se dejaban como parte de la decoración de la casa o se utilizaban cosidas al pelo o como tocado.
Y a más plumas, más fuerza y poder, por lo que el que iba más coronado era el jefe de la tribu. La «corona de plumas» otorgaba respeto y reverencia a la persona que lo portaba. El color y la forma de las plumas también transmitían un mensaje concreto o un don específico de parte de los espíritus. Servían las plumas como talismán para proteger al guerrero en la batalla, al igual que las pinturas de colores y formas concretas por la cara y el cuerpo.
Apaches, Sioux y Crows fueron los indígenas con tocados más voluminosos de plumas de muchos colores que formaban maravilloso mosaicos visualmente utilizando aves como el colibrí azul, el colibrí verde o el papagayo. En fin, para los nativos americanos, las plumas venían del cielo y otorgaban mayor rango en la tribu. No es baladí que el Papa Francisco también haya escogido lucir por unos minutos en Canadá el báculo de los nativos amerindios, aquello que les conectaba con el mismo cielo.
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