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23 de abril de 2024

Los expertos coinciden en que los celos son algo normal que antes o después acaba aflorando

Los expertos coinciden en que los celos son algo normal que antes o después acaba aflorandoPexels

Cómo manejar los celos entre hermanos: ¿son tan normales como parecen?

Los recién convertidos en hermanos mayores tienen también nueve meses para prepararse, pero no son capaces de interiorizar que lo que está dentro de la barriga de su madre la obligará a repartir su tiempo entre los dos

La llegada de un nuevo miembro a la familia es motivo de felicidad para todos; para todos, menos para el recién convertido en hermano mayor. Aunque como el resto, han tenido nueve meses para prepararse, los niños, sobre todo en edades más tempranas, no son capaces de imaginar que lo que está dentro de la barriga luego llegará y tendrá que compartir a sus padres, primero, y sus juguetes, después, por mucho que señale y diga «bebé» cuando le pregunten dónde está su hermanito.
Los expertos coinciden en que los celos son algo natural, que antes o después acaban llegando. Para los más pequeños son aún más complicados de gestionar, porque todavía no saben ponerle nombre ni palabras a todo lo que sienten. Por tanto, su respuesta ante la frustración puede ser el llanto o el berrinche.
Una de las manifestaciones más comunes de los celos es la agresividad hacia el hermano, al que golpea, muerde, pellizca, empuja... cuando no está acompañado. Sin embargo, estas actuaciones violentas se alternan con otras de protección. No solo hay hostilidad hacia el recién llegado, sino también hacia los padres, sobre todo a la madre.
La causa fundamental de esta supuesta rivalidad viene un sentimiento de pérdida de afecto, en especial por parte de la madre, que le ha sido arrebatada por el bebé. Por ello, también en acto de rebeldía hacia estos cambios pueden darse situaciones de desobediencia, mal humor o contestaciones.

Anticiparse a los celos

Antes del nacimiento del bebé, durante los nueve meses de preparación que tendrá el hermano mayor, los pediatras destacan que lo importante es que los padres mantengan la calma y que muestren tranquilidad en el momento de dar información. Habría que contarle cómo va a cambiar todo cuando el bebé nazca, animarle a hacer sitio a los juguetes del hermanito o poco a poco convencerle para cambiar de cuarto de ser necesario. Y nada de chantaje ni de «si no te portas bien vamos a querer más al hermanito».
Cuando llegue el momento y la madre rompa aguas, delante del hermano mayor no habría que dramatizar el parto, ni hablar de operaciones, heridas o sangre, ya que se lo puede tomar como una agresión a su madre. Josep Cornellà i Canals, de la sociedad de psiquiatría infantil de la Asociación Española de Pediatría, recomienda que el mismo día del nacimiento, si se puede, el menor vaya, preferiblemente con su padre, a visitar a su madre y a su hermano.
Un cambio ha de seguir al anterior, nunca varios a la vez para un niño. Por ello, en los primeros días tras la llegada habrá que mantener las rutinas, ir al colegio o la guardería si ya lo hacía, y seguir durmiendo en su cama y no cambiarlo de habitación después de la vuelta a casa del hospital. Ese momento, recomienda Cornellà, ha de coincidir con la jornada escolar del hermano mayor o con algún otro hueco en el día en el que esté fuera. Así al llegar, podrá acercarse a su madre y al recién nacido en un ambiente conocido y seguro para él, en el que hay que permitirle ver y tocar al bebé, o que ayude con las nuevas labores, pero como un juego y no desde la obligación.
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