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El Soportal

La cocina de raíces, el encanto rural y el sabor que nace del fuego lento se han convertido en el escenario ideal

Gente

El restaurante elegido por Colate y Alejandra Conde para su cita romántica en Pedraza

La pareja visitó uno de los asadores más emblemáticos de la provincia de Segovia

Hay lugares donde el tiempo se detiene, donde los sabores guardan memoria y las paredes parecen susurrar historias al oído. En los últimos años, la gastronomía tradicional ha conquistado no solo a los paladares más exigentes, sino también a rostros conocidos que buscan algo más que una buena mesa: buscan autenticidad, calor y alma. La cocina de raíces, el encanto rural y el sabor que nace del fuego lento se han convertido en el escenario ideal para momentos inolvidables. Y eso es precisamente lo que encontraron Colate Vallejo-Nágera y Alejandra Conde —hija menor del exbanquero Mario Conde— en Pedraza, el pintoresco pueblo medieval de la provincia de Segovia que huele a leña, piedra antigua y conversaciones sin prisa.

Fue la revista ¡Hola! quien desveló en exclusiva no solo el inicio de su inesperado romance a principios de año, sino también esta última escapada veraniega de la pareja. Y es que, Colate y Alejandra han vuelto a dejarse ver, esta vez disfrutando de una velada íntima en el restaurante El Soportal, un acogedor asador ubicado en plena Plaza Mayor de Pedraza (Segovia), concretamente en el número 7.

Un lugar que, desde fuera, ya promete: fachada de piedra caliza, tejado de teja árabe y soportales con columnas centenarias que custodian su terraza, abierta al cielo castellano. Pero lo más especial sucede dentro, donde uno entra y parece estar en el salón de su propia casa: vigas de madera vista, suelos de barro cocido, sillas robustas y manteles blancos. Un ambiente que abraza, sin necesidad de adornos.

Desde 1987, este local ha hecho de la cocina castellana su estandarte, con especialidad en cordero lechal y cochinillo asado al horno de leña, tal y como manda la tradición. El cochinillo, en particular, se prepara al estilo más puro: asado lentamente en cazuelas de barro, sin prisas, con la piel crujiente y dorada, y la carne tan tierna que se deshace con solo mirarla. Solo sal, agua, fuego de encina y paciencia. El resultado: un bocado jugoso, con esa mezcla de simplicidad y perfección que solo consiguen quienes dominan el oficio desde hace décadas.

La carta comienza con entrantes clásicos, perfectos para compartir y abrir boca: croquetas caseras crujientes, morcilla de arroz con su característico sabor profundo, pimientos asados con ventresca y aceitunas negras, chorizo al vino, queso curado de oveja en cuñas generosas, una ensalada fresca con tomate y cebolla, y el inconfundible picadillo de matanza. Luego llegan los platos de cuchara, protagonistas indiscutibles: alubias blancas con sacramentos cocidas a fuego lento, sopa de fideos en caldo casero y la tradicional sopa de ajo con pan, pimentón, huevo y ese aroma tan familiar como reconfortante. De postre, flan casero. Sencillo. Redondo. Imbatible.

Cochinillo

El cochinillo se prepara al estilo más puro, asada en horno de leña en cazuelas de barro

Todo ello por un precio medio de 40-45 euros por persona, con un menú del día que incluye pan, bebida y postre, y un menú infantil de 12,40 €, con suplemento si se disfruta en terraza.

Entre balcones floridos, brasas encendidas y una copa de tinto de la tierra, la pareja compartió mesa y momentos en un enclave que, para el exmarido de la cantante Paulina Rubio, con el que tuvo un hijo en 2010, no es solo un restaurante, sino un pedazo de historia personal. Este pequeño pueblo amurallado, declarado Conjunto Histórico-Artístico, combina la sobriedad de la arquitectura castellana con una rica oferta cultural y gastronómica. Sus calles empedradas, su castillo, su iluminación tenue y su silencio solo roto por los pasos, lo han convertido en uno de los pueblos más bonitos de España. A apenas una hora y media de Madrid, es el destino perfecto para quienes buscan belleza, autenticidad y calma.

Colate y Alejandra se conocían desde los años noventa, pero ha sido ahora cuando sus caminos se han alineado. Tras etapas vitales muy distintas, ambos han encontrado en este pueblo no solo un refugio de paz, sino también el escenario perfecto para construir nuevos recuerdos. Porque a veces, el amor llega cuando menos se espera… y qué mejor que celebrarlo entre brasas, vino y el crujir de un cochinillo recién salido del horno, en el corazón de Castilla. Como apunte, pocos días antes, él había estado con toda su familia —incluida su mentora, la chef Samantha— en los campos que cada verano se tiñen del violeta intenso de la lavanda.

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