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Adolfo Suárez durante su discurso

Adolfo Suárez durante su discursoRTVE

El discurso de despedida de Adolfo Suárez que podría inspirar a Casado

La comparecencia de Casado en el Congreso de los Diputados en el que ha dejado entrever un aire de despedida hace traer a la memoria el discurso que pronunció Adolfo Suárez hace 41 años anunciando su dimisión como presidente del Gobierno

Tras la crisis interna que se inició hace menos de una semana, no es la primera vez que el líder del Partido Popular ha tomado la palabra para intervenir, probablemente por última vez, como presidente del partido. El 29 de enero de 1981, Adolfo Suárez emitía una declaración al pueblo español anunciando su dimisión como presidente del Gobierno.

Ya el locutor Carlos Herrera advertía, en su monólogo de este miércoles, haber traído a la memoria dicho discurso y señalaba que merecía realizarse una lectura sosegada, pues ayudaría a Casado «a tomar una decisión con mucha más densidad y conocimiento».

Discurso de Adolfo Suárez

«Hay momentos en la vida de todo hombre en los que se asume un especial sentido de la responsabilidad», comenzaba de esta manera el discurso. «No es una decisión fácil. Pero hay encrucijadas tanto en nuestra propia vida personal como en la historia de los pueblos en las que uno debe preguntarse, serena y objetivamente, si presta un mejor servicio a la colectividad permaneciendo en su puesto o renunciando a él», continuaba.

«He llegado al convencimiento de que hoy, y en las actuales circunstancias, mi marcha es más beneficiosa para España que mi permanencia en la Presidencia. Me voy, pues, sin que nadie me lo haya pedido, desoyendo la petición y las presiones con las que se me ha instado a permanecer en mi puesto, con el convencimiento de que este comportamiento, por poco comprensible que pueda parecer a primera vista, es el que creo que mi patria me exige en este momento».

«No me voy por cansancio», dejaba claro el ex presidente Suárez, sino que sabía que aquel era el momento en el que se necesitaba un cambio de dirección pues «el precio que el pueblo ha de pagar por su permanencia y su continuidad es superior al precio que siempre implica el cambio». Con la misma rotundidad expresaba que sus casi cinco años al frente habían «merecido la pena».

Suárez continuaba su discurso apelando a la lealtad, una lealtad hacia España «cuya vida libre ha de ser el fundamento irrenunciable para superar una historia repleta de traumas y de frustraciones; de lealtad hacia la idea de un centro político que se estructure en forma de partido interclasista, reformista y progresista, y que tiene comprometido su esfuerzo en una tarea de erradicación de tantas injusticias como todavía perviven en nuestro país; de lealtad a la Corona, a cuya causa he dedicado todos mis esfuerzos, por entender que sólo en torno a ella es posible la reconciliación de los españoles y una patria de todos, y de lealtad, si me lo permiten, hacia mi propia obra».

Muy de la mano con la actualidad, aunque en circunstancias y contextos muy diferentes, Adolfo Suárez puso de relieve que «el ataque irracionalmente sistemático, la permanente descalificación de las personas y de cualquier tipo de solución con que se trata de enfocar los problemas del país, no son a mi juicio un arma legítima porque, precisamente, pueden desorientar a la opinión pública en que se apoya el propio sistema democrático de convivencia».

Con este discurso, el ex presidente del Gobierno quiso transmitir su sentimiento de esperanza para mantener «la unidad de España, la voluntad de fortalecer las instituciones democráticas y la necesidad de prestar un mayor respeto a las personas y la legitimidad de los poderes públicos». Siguiendo este deseo de unidad que transmitía a los españoles, expresaba que se podía «prescindir de una persona en concreto. Pero no podemos prescindir del esfuerzo que todos juntos hemos de hacer para construir una España de todos y para todos».

Para finalizar su despedida, Suárez quiso agradecer el «sacrificio, colaboración y las pruebas de confianza» que los españoles habían depositado en él. «Quise corresponder a ellas con entrega absoluta a mi trabajo y con dedicación, abnegación y generosidad. Les prometo que donde quiera que esté me mantendré identificado con sus aspiraciones. Que estaré siempre a su lado y que trataré, en la medida de mis fuerzas, de mantenerme en la misma línea y con el mismo espíritu de trabajo».

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