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28 de abril de 2024

Pedro Manuel Colón de Portugal y de la Cueva, estampa anónima

Pedro Manuel Colón de Portugal y de la Cueva, estampa anónimaPicasa / Wikimedia Commons

Picotazos de historia

La incómoda presencia del duque de Veragua, llamado «don Puerco»

Pedro Colón de Portugal, duque de Veragua y heredero de Cristóbal Colón, tenía fama de persona inteligente, hábil y honrada, pero era tan abandonado y desidioso en lo que a la higiene personal se refiere que hasta sus amigos le llamaban «don Puerco»

Jacobo Fitz James Stuart ( 1670 – 1734) fue uno de los generales más brillantes de su tiempo y su participación en la Guerra de Sucesión de la Corona Española le supuso el reconocimiento, títulos, honores y posesiones en Francia y España. En 1716, tras un fracaso en Escocia que dejó patente que él y su familia no tenían futuro en Gran Bretaña, marcaría las dos líneas de los Fitz James y repartiría sus títulos y bienes entre sus hijos. Henry James, hijo de su segundo matrimonio, recibió el título francés de duque de Fitz James y las propiedades en Francia, instalándose en esas tierras. El primogénito, Jacobo Francisco Fitz James Stuart y de Burgh, recibió el ducado de Liria y Jérica y parte de las tierras y posesiones en España. Además, se le buscó un matrimonio adecuado y la elección recayó en una joven viuda sin hijos, pero con unas posibilidades bárbaras: Catalina Colón de Portugal y Ayala.
El único hermano de Catalina, Pedro Colón de Portugal, era el duque de Veragua, heredero de Cristóbal Colón, poseedor de una fortuna nada desdeñable y un hombre que había visto morir a sus tres hijos y esposa en poco tiempo. Catalina era su heredera.
Pedro Colón tenía fama de persona inteligente, hábil y honrada, pero según nos describe el duque de Saint Simón en sus memorias, también era tan abandonado y desidioso, en lo que a la higiene personal se refiere, que hasta sus amigos le llamaban «don Puerco». Jacobo, duque de Berwick, cuanto al tema de higiene y modales en la mesa se refiere, era el polo opuesto hasta alcanzar la manía. Apreciaba la bondad natural e inteligencia de Pedro Colón, pero cinco minutos con él lo ponían a un latido del aneurisma, y siendo su hermana la única familia que le quedaba, lo tenía en casa un día sí y otro también. Consiguió atemperar las cosas al ordenar que cuando llegara el señor duque de Veragua se le sirvieran los alimentos en sala aparte, alegando que la mesa del comedor estaba completa o por terminar. Se lo tomó don Pedro con humor y nunca dejó de invitar a Berwick a cuanta cena, almuerzo, montería o lo que fuera que organizara para que el duque de Berwick se viera obligado a asistir, siendo esta su mejor venganza.
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