6 de abril de 1922: cuando se discutía el concepto de «protectorado» en Tánger

«En la alocada discusión, sin freno ni medida, de nuestra política en Marruecos, se nos ofreció ahora, como una lucecita de esperanza, un nuevo concepto de protectorado». Así comienza la edición de El Debate del 6 de abril de 1922.

España se debatía con su posición y su postura en Marruecos (tema reabierto cien años después), y esta nueva postura se entiende con «el doloroso sentido de una renunciación». Hay cierto espíritu fatalista, al entenderse esta propuesta de protectorado como «el primer poso para marcharnos, para huir, para abandonar el compromiso que habíamos contraído con el resto de naciones».

Así definen el protectorado en 1922: «Ni dominio, ni ocupación, ni siquiera colonización. Situarnos con un ejército de voluntarios en la costa, pero sin posiciones avanzadas, y mantener el orden y la autoridad del Estado español». Las cabilas pagarían a España lo que pagaban al Sultán, sufragando el protectorado, y las columnas volantes apoyarían a las cabilas leales contra las cabilas rebeldes: «Una política de atracción, de amistad, de respeto y de estímulo al trabajo».

En El Debate se hacen eco, sin embargo, de una problemática: la imposibilidad de llevar a cabo el protectorado y la poca definición de los límites del mismo («la costa»). Sin embargo, no se atreven a criticarlo, pues «indica un afán patriótico de que España salga con bien del trance difícil en que se halla».