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25 de abril de 2024

Un taburete Akan que se cree que es para una reina madre, 1940-1965, en la colección del Museo de los Niños de Indianápolis.

Un taburete Akan que se cree que es para una reina madre, 1940-1965, en la colección del Museo de los Niños de IndianápolisMuseo de los Niños de Indianápolis

Picotazos de historia

El objeto de la discordia: la guerra que provocó un taburete

El Rey Osei creó un ejército eficiente y jerarquizado y el sacerdote Okomfo les dio un símbolo de unidad, de sentido de pueblo, en la figura del taburete dorado

A principios del siglo XVIII, en lo que hoy llamamos Ghana –antes Costa de Oro–, un pueblo de la etnia akan se estructuró bajo la persona del Rey Osei Tutu y el sacerdote Okomfo Anokye. El Rey Osei creó un Ejército eficiente y jerarquizado y el sacerdote Okomfo les dio un símbolo de unidad, de sentido de pueblo, en la figura del taburete dorado.
El taburete de oro en su trono, el hwedom dwa (1935)

El taburete de oro en su trono, el hwedom dwa (1935)

Durante una ceremonia de invocación, Okomfo conjuró a los dioses para que mostraran una señal y les fue concedido el taburete, que cayó del cielo sobre la tripa del Rey Osei Tutu. Todo este montaje –pues no cabe duda de que fue un montaje del propio Okomfo– dio lugar a un símbolo de unidad y daría sentido colectivo a las gentes que compartían orígenes comunes, aglutinando a los Asante como pueblo. El taburete era el símbolo de la Nación, de todos ellos como pueblo. Había sido entregado por los dioses y era sagrado. No podía tocar el suelo, solo podía ser usado por el Rey de los Asantes durante ciertas ceremonias. Para que se hagan una idea: su equivalente emocional –salvando las distancias y haciendo una pirueta de imaginación– sería la Virgen del Pilar para los aragoneses del siglo XVIII.

El taburete era el símbolo de la Nación, de todos ellos como pueblo, había sido entregado por los dioses y era sagrado

Inglaterra, en la figura de la Compañía Africana de Comerciantes del Reino Unido, los reconoció como autoridad política hegemónica de la zona a principios del siglo XIX. A lo largo del siglo mantendrían cinco guerras, desarrolladas con fortuna desigual por parte del Imperio, hasta ser absorbido y depender de la corona inglesa. El por qué y cómo de este último acontecimiento se lo explico a continuación.

Tensión con Reino Unido

El Imperio Asante había sido derrotado en la brillante campaña desarrollada por el general Garnet Wolseley (3ª guerra) y en la sublevación de 1896, en la que intervino Baden Powell (si, el de los boy scouts). La situación en la región era tensa y el Reino Unido envió como gobernador de la zona a Sir Frederick Mitchell Hodgson. Sir Frederick pertenecía a ese grupo de individuos que, ante las más complejas y sutiles circunstancias, adoptan una línea de acción directa: como Alejandro Magno y el nudo Gordiano. El 25 de marzo de 1900 llegó a Kumasi, capital del Imperio Asante, donde fue recibido con toda muestra de respeto. Toda la nobleza y caudillos asantes estaban reunidos ante sir Frederick, quien les hablaba desde un ornado sitial sobre una plataforma, bien por encima de todos.
Sus palabras han llegado hasta nosotros: «Vuestro Rey ha sido exiliado y no volverá. Su poder y autoridad lo tiene ahora el representante de la Reina Británica. Los términos del Tratado de Paz de Fomena (1874) establecen que tenéis que pagar el coste de la guerra. No lo hemos olvidado. Debéis pagar una indemnización anual, con intereses, por valor de 160.000 libras al año. Además está el asunto del Taburete Dorado de los Asante».
–«¿ Donde está el taburete? Soy el representante del poder supremo. ¿Por qué estoy sentado sobre una silla ordinaria? ¿Por qué no habéis aprovechado mi llegada a Kumasi para traerme el taburete y que pudiera sentarme en él?».
El discurso, considerado un ejemplo de pifiada diplomática e ignorancia sobre los autóctonos, dio lugar a la quinta y última guerra Asante, que costó más de cuatro mil muertos, la mitad por el bando inglés.
eN Cuanto a sir Frederick, lo trasladaron a Barbados y, de allí, a la Guyana Británica. En ambos sitios estuvo poco tiempo y en ambos sitios dejó prueba indeleble de sus carencias diplomáticas.
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