
Los miembros del directorio civil de Primo de Rivera, en diciembre de 1925
Hace 100 años en El Debate
26 de octubre de 1922: sobre la destitución de Martínez Anido
La actuación conjunta de Martínez Anido y Miguel Arlegui estaba caracterizada por la brutalidad y el uso de métodos violentos, especialmente con la aplicación de la ley de fugas
«De acuerdo con mi Consejo de ministros, vengo en admitir la dimisión que del cargo de gobernador civil de la provincia de Barcelona me ha presentado don Severiano Martínez Anido», rezaba el real decreto del 24 de octubre de 1922 y que El Debate recogía en primera plana. Junto su dimisión también se presentaba la del inspector general de Orden público de Barcelona, Miguel Arlegui.
Severino Martínez Anido fue el gobernador militar de Barcelona entre febrero de 1919 y octubre de 1920 cuando pasó a desempeñar el cargo de gobernador civil. El presidente del Consejo de Ministros José Sánchez Guerra le nombró con el objetivo de acabar con la conflictividad laboral y social que entonces imperaban en la ciudad catalana. Uno de sus principales colaboradores en la ciudad condal fue el jefe superior de policía, el general Miguel Arlegui. Su actuación conjunta estaba caracterizada por la brutalidad y el uso de métodos violentos, especialmente con la aplicación de la ley de fugas.
Durante el reinado de Alfonso XIII, sobre todo entre 1917 y 1923, se hizo popular el pistolerismo, es decir, la contratación, principalmente por empresarios, de pistoleros y otros «matones» para matar a destacados sindicalistas y trabajadores. Esta práctica se originó en Barcelona y contó con el apoyo del gobierno por ejemplo con la promulgación de la ley de fugas que daba cobertura para la ejecución extrajudicial justificando la muerte de un prisionero en base a un intento de evasión inventado o simulado.
Sin embargo, Sánchez Guerra favoreció el inicio de un proceso de reconstrucción de los sindicatos por lo que su relación con Martínez Anido fue empeorando, lo que llevo a este último a planear un falso atentado contra su persona para forzar un retorno al estado de excepción. Cuando Sánchez Guerra se enteró de aquello mandó la destitución de los generales Martínez Anido y Miguel Arlegui para acabar con el pistolerismo patronal en Barcelona.