
La batalla de Fuentes de Oñoro
Picotazos de historia
Cuando el oficial más loco de Wellington estuvo en España
La peculiar personalidad del general inglés, así como su mala visión, fue una continua fuente de problemas y preocupaciones para Wellington
Sir William Erskine fue hijo de un Teniente General y baronet inglés (título intermedio entre los caballeros y los pares del reino) con influencias políticas y miembro del parlamento. Sir William hizo carrera en el ejército y, en 1808, fue ascendido a general y se le concedió el mando sobre una división de la fuerza militar que se enviaría a Portugal, bajo las ordenes de Sir Arthur Wellesley (futuro duque de Wellington). Este, escandalizado por el nombramiento, escribió una carta a la Secretaría Militar protestando que se nombrara, para tan importante responsabilidad, a un individuo que no veía tres en un burro y que por dos veces había sido ingresado en un asilo de locos. La respuesta, que se conserva, fue: «No dudo que esté algo loco, a veces, pero en sus intervalos lúcidos es una persona notablemente inteligente y confió que se adaptará a la campaña. Aunque debo reconocer que estaba un poco alterado al embarcarse».
Durante la campaña la vista de sir William empeoró, de manera que éste pedía a sus ayudantes que le situaran de cara a las posiciones del enemigo.
La peculiar personalidad del general inglés fue una continua fuente de problemas y preocupaciones para Wellington. Durante la batalla de Sabugal (1811), su manejo de las tropas fue tan caótico que permitió la huida del cuerpo de ejército francés mandado por el general Jean Reynier, de la trampa que, cuidadosamente, le había preparado el ya vizconde y conde de Wellington. Tras esta acción Lord Arthur escribió sobre él: «Es imposible confiar en su buen juicio durante cualquier circunstancia crítica».
La mayor pifia de Erskine la realizó poco después. Tras derrotar Wellington a los franceses en la batalla de Fuentes de Oñoro, la importante plaza fortificada de Almeida quedó aislada. Erskine recibió órdenes estrictas de proteger el puente de Barba del Puerco (hoy Puerto Seguro) y este, diligentemente, envió a un cabo y a cuatro soldados. Debió meditarlo mejor ya que escribió una orden para que un regimiento, con apoyo de caballería, se uniera a la exigua guarnición. Lamentablemente se olvidó de entregarla y, durante horas, la orden escrita durmió en uno de los bolsillos de la casaca del general hasta que encontró el papel y, al leerlo, recordó la importancia de la orden. La guarnición de la plaza de Almeida se escapó en su totalidad.Wellington, hasta las narices del individuo pero incapaz de echarlo, le relegó a un nuevo puesto donde el daño estuviera más limitado. Sir William Erskine causó baja definitiva en el ejército por incapacidad mental en 1812. Se ve que no le sentó muy bien, o sería por otro motivo, porque unos meses después se tiro por una ventana. Sus últimas palabras, antes de expirar, fueron: «¡Vaya! ¿Y yo por qué he hecho esto?»