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16 de junio de 2024

EL general Rafael del Pino junto a Fidel Castro

El general Rafael del Pino, junto a Fidel CastroGeneral Rafael del Pino

Rafael Del Pino, ayudante de Castro en la crisis de los Misiles

«Jruschov se dio cuenta de que Fidel era un irresponsable megalómano que podía causar una catástrofe mundial»

El aviador que vivió al lado de Fidel Castro la Crisis de los Misiles revela a El Debate los entresijos de aquellos días desde el lado cubano

A sus 84 años, los días del general Del Pino transcurren con tranquilidad en Estados Unidos, país en el que lleva exiliado desde 1987, año en que llegó a los mandos de una avioneta en una huida espectacular, harto de una dictadura en la que ya no creía. Pero décadas antes fue uno de los jóvenes oficiales más brillantes de su generación. Su hoja de servicios le llevó directamente al búnker desde el que el dictador presenció la Crisis de los Misiles.

El General del Pino

El General del PinoGeneral Rafael del Pino

–¿Cómo se produjo su llegada al entorno más inmediato de Fidel Castro poco antes del inicio de la Crisis de los Misiles?

–Eso, fue algo muy simpático, porque todavía hoy día no me explico como Fidel Castro podía tener tanta memoria.

–Explíquese, por favor.

–Dos semanas antes de la invasión de Bahía de Cochinos por la brigada organizada por Estados Unidos en abril de 1961, Fidel Castro llega a la base aérea de San Antonio de los Baños para inspeccionar armamentos de artillería de campaña que se estaban almacenando allí por su cercanía al puerto del Mariel. Nos llega la noticia de que Fidel está en la base y me dirigí con Bousac otro piloto de Sea Fury, hacia el lugar donde se encontraba Fidel.

–¿Y...?

–Al poco rato de estar allí se me ocurre preguntarle: «Comandante ¿cuándo vamos a recibir los MiGs?» Me miró fijo, empezó a acariciarse la barba y nos dice: «¡Con que MiGs, ustedes quieren MiGs! ¿eh? Mil vacas es lo que voy a traer aquí para que coman la yerba, porque ustedes los pilotos no hacen más que criticar la política del Gobierno y cuando comiencen a caer las bombas, van a salir corriendo».

Fidel Castro

Fidel Castro©GTRESONLINE

–¿Cuál era el contexto?

–Pocos meses antes se había efectuado una de las purgas del régimen, quedando arrestado todo aquel que hubiera criticado el acercamiento cada vez más abierto con el régimen comunista de la URSS. Por lo que quedamos activos solo nueve pilotos que nos manteníamos alejado de las discusiones políticas. Consideré sus palabras un insulto.

–¿Se calló?

–Me enfrenté a él diciéndole: «¡Usted está equivocado, comandante, estos cuatro gatos que quedamos aquí vamos a despegar bajo cualquier ataque sea como sea!» Parece que reaccionó, dio media vuelta y acercándome me dice: «No quise ofenderlos, dije eso para elevarles la moral». «A nosotros no hay que elevarnos la moral comandante –le repliqué– sabemos cuál es nuestro deber y lo cumpliremos», le respondí.

–¿Qué ocurrió después?

–Dos semanas después se producen los bombardeos [de Bahía de Cochinos] a nuestras bases y despegamos bajo el fuego como yo le había dicho. Carreras que era nuestro jefe y yo no pudimos hacerlo porque llegando al T-33 que debíamos abordar, un B-26 atacante lo destruye frente a nuestras narices. Sin embargo, Fernández y Bouzac [otros oficiales] sí lograron despegar. Bouzac ni siquiera se puso el traje de vuelo y despegó en calzoncillos.

Contraataque de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba apoyadas por tanques T-34 cerca de Playa Girón durante la invasión de Bahía de Cochinos, 19 de abril de 1961

Contraataque de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba apoyadas por tanques T-34 cerca de Playa Girón durante la invasión de Bahía de Cochinos, 19 de abril de 1961

–En esto llega el intento de invasión terrestre.

–Cuando se produce la invasión, todo el mundo sabe lo que pasó. Fuimos nosotros los que decidimos la victoria porque les derribamos la mayoría de los bombarderos y les hundimos los buques con tropas, municiones y combustible. De los nueve pilotos perdimos dos que fueron derribados y quedamos solo siete. Esa era toda la fuerza aérea cubana.

–Prosigue su carrera.

–Yo estaba volando los MiG-19 que habíamos recibido de la URSS y me llega un mensaje del Jefe de la Fuerza Aérea que me presentara urgentemente en su Puesto de Mando. Al llegar, el comandante Curbelo me comunica que Fidel Castro me solicitaba como asesor personal sobre la aviación y que debía estar todo el tiempo en el segundo jeep listo a contestar sus preguntas. En esos momentos la aviación norteamericana de reconocimiento volaba constantemente fotografiando las posiciones cubanas y soviéticas.

Douglas A-4 Skyhawks del USS Essex supuestamente volando sobre áreas de combate durante la invasión

Douglas A-4 Skyhawks del USS Essex supuestamente volando sobre áreas de combate durante la invasión

–Hubo una duda, sin embargo.

–Cuando me disponía a recoger mis cosas, Curbelo me pregunta: «¿Del Pino, te pasó algo con Fidel alguna vez?». Le respondí que no. «Qué extraño –me replicó– porque cuando llamaron del Estado Mayor General dijeron que Fidel solicitaba al ‘pilotico’ que se le encaró en la base aérea cuando inspeccionaba los armamentos de las tropas terrestres y según Carreras ese fuiste tú».

–Se incorpora a la oficina de Castro. ¿Cuál era su papel exacto en ese entorno?

–Mi misión principal era aclararle cualquier duda con la aviación. Cada vez que pasaba un avión norteamericano volando rasante me llamaba y tenía que explicarle qué tipo de avión era y sus posibilidades. Hubo un momento en que me dice: «¡Coño, y no podemos interceptarlo con los MiG nuestros y derribarlo!». «No, comandante» –le respondo– en primer lugar, porque no tenemos radares. Los que hay pertenecen a los soviéticos y además los MiGs nuestros no portan misiles infrarrojos y con los cañones las posibilidades son prácticamente nulas».

–¿Ese era el ambiente?

–Así era constantemente. En otra oportunidad cuando estábamos visitando la base de San Antonio de los Baños me pregunta: «¿Que tú crees de la tremenda defensa antiaérea que le hemos puesto a la base?»: Doce baterías de cañones, seis de 37 mm y seis de 14,5mm. «Tremenda, comandante, la única observación es que vamos a derribar los aviones americanos y los nuestros también». «¿Y por qué los nuestros también?». Le señalo entones los teléfonos de magnet de la Segunda Guerra Mundial que comunicaban el puesto de mando con las baterías antiaéreas y le digo: «¿Cree usted que con esos tarecos de la Segunda Guerra Mundial se puede dirigir el fuego de la artillería?». «Tienes razón».

–Acto seguido…

–Le dio indicaciones al jefe de la escolta para que localizara a Ramiro Valdés, el ministro del Interior para que lo llamara a la base aérea. Continuamos el recorrido por la base y como a la media hora entra la llamada del ministro del Interior al puesto de mando. Nos dirigimos allá y sin dar ninguna explicación le dice a Ramiro: «Mándame de inmediato 13 carros patrulleros con radio microonda». Me miró, se sonrió y me dice: «Un patrullero en cada batería y el décimo tercero aquí en el puesto de mando, se jodieron los magnetos, ahora tendremos comunicación instantánea».

–Tomaba decisiones con rapidez.

–La agilidad mental de Castro era asombrosamente rápida como un relámpago.

–En Cuba, la lucha por la libertad, el historiador británico Hugh Thomas enumera varias versiones ofrecidas por Castro acerca de cómo llegaron los misiles soviéticos a Cuba: que si fue iniciativa de Moscú, que si lo pidieron los cubanos, que si fue una consecuencia de Bahía de Cochinos… ¿Dónde está la verdad, en su opinión?

–Varios de estos factores influyeron. Creo que fue un error de cálculo de Nikita Jruschov, precisamente, debido a la funesta actuación de la administración de Kennedy [en Bahía de Cochinos] y después que hicieron la proposición a Castro, este les arrancó el brazo.

–¿Era la Crisis de los Misiles la confrontación que Castro esperaba con Estados Unidos?

–Castro vio la oportunidad de oro en esa proposición y aceptó. Después, cuando Fidel le propone a Jruschov que inicie las hostilidades con un golpe nuclear preventivo contra los Estados Unidos, el soviético se da cuenta que está lidiando con un irresponsable megalómano que puede causar una catástrofe mundial. Y ahí comenzó a cambiar todo.

–¿Contó Nikita Jruschov con Castro cuando se trató de tomar las grandes decisiones durante la de los Misiles? ¿O le ignoró?

–Claro que lo ignoró. Después de la proposición de ataque preventivo contra USA. Ya todo cambió y Jruscov no tuvo en cuenta a Fidel Castro para nada.

–Sostiene el historiador Michael Dobbs que Castro hubiera preferido un anuncio público del acuerdo Cuba-Unión Soviética sobre el despliegue de misiles antes que el secretismo de Jruschov.

–Comparto esa opinión: Fidel se entera por las noticias internacionales, Jruschov ni siquiera le avisó que había llegado a un acuerdo [de retirada] con Estados Unidos. Recuerdo exactamente cuando llegó la noticia.

–Siga.

–Estábamos cenando en el pequeño comedor dentro del búnker cuando se recibe el cable con la noticia. Fidel se puso frenético y de hijo de puta y maricón para arriba no le faltaron calificativos para insultar a de Jruschov. Ahí mismo pidió un plumón negro y en el mantel de la mesa escribió la respuesta del Gobierno cubano donde decía que nosotros teníamos misiles más poderosos.

–¿Cuáles?

–Los misiles morales, etc… Recuerdo que después de escribirlo, fue pasado a máquina, y uno de los soviéticos cogió el mantel, lo envolvió y se lo llevó para su cubículo. Nosotros no estábamos en detalles, éramos muy jóvenes y años después me di cuenta de que aquel mantel escrito era una pieza histórica tremenda. Me imagino que debe andar por alguna vivienda rusa.

En un régimen totalitario donde se tergiversa la historia y el secretismo es predominante, uno empata a cabos y se da cuenta de las mayores falsedades

–Interesante.

–Otra cosa interesante: los altos oficiales rusos allí presentes, todos eran unos halcones,le dieron la razón a Fidel sobre su diatriba contra Jruschov.

–¿Les avisaron los soviéticos de que el buque Alexandrovsk, el que más cabezas nucleares transportaba, había cambiado su puerto de arribada?

–No recuerdo el caso del buque Alexandrovsk.

–¿Temieron una invasión norteamericana de Cuba en las semanas que precedieron al inicio de la crisis?

–No, antes de la crisis no.

–¿Y durante la crisis?

–Sí, durante la crisis pensamos que venía la invasión. Precisamente, cuando se derriba el U-2 tripulado por el mayor Anderson, Fidel nos informó que a más tardar en las próximas 24 horas se iniciarían los golpes aéreos de Estados Unidos y que comunicáramos a todas las unidades que estuvieran listas desde el amanecer.

–¿Qué tiene que decir sobre un hipotético bombardeo norteamericano de las plataformas de misiles?

–Ese lo esperábamos desde el momento del derribo del U2.

–¿Cómo se encontraba Castro de ánimo durante esos días? ¿Le vio flojear en algún momento?

–En todo momento lo vi muy activo y confiado. Nosotros éramos los que no pegábamos los ojos: a veces nos quedábamos dormidos, sentados en una silla.

–¿Qué pensaba Castro de Kennedy?

–Antes de la crisis, Castro lo consideraba flojo. Después de la crisis, comentaba que Kennedy le había ganado la partida a Jruhchov, que fue mucho más sagaz que el dirigente soviético. Es más, recuerdo que dijo que las indecisiones de Jruhchov le costarían el cargo.

–¿Recuerda la alocución televisiva de Castro el 23 de octubre de 1962?

–Sí.

–¿Quién escribió el texto de esa alocución?

–Esa alocución la escribió el mismo.

Fidel Castro fotografiado en la Bahía de Cochinos

Fidel Castro fotografiado en la Bahía de Cochinos©GTRESONLINE

–En esa alocución, Castro dijo que un ataque norteamericano a Cuba desencadenaría una nueva guerra mundial. ¿De verdad que Castro se creía lo que decía?

–Antes de que Jruschov aceptara el acuerdo con Kennedy, si lo creía. Ya después, nunca fue igual.

–Castro envió al Che a Sierra del Rosario durante la Crisis. ¿Lo hizo para alejarle del centro de la toma de decisiones?

–No, eso estaba planeado de antemano. Fidel en la capital, el Che en Pinar del Rio, [Juan] Almeida en Matanzas y Raúl [Castro] en Oriente. No recuerdo ahora quienes estaban designados para las provincias de Las Villas y Camagüey

–Volvamos un instante a la reacción de Castro al acuerdo entre Estados Unidos y la Unión Soviética. O a sus postrimerías.

–Hay algo que me vine a dar cuenta muchos años después: en un régimen totalitario donde se tergiversa la historia y el secretismo es predominante, uno empata a cabos y se da cuenta de las mayores falsedades.

Castro convirtió Cuba en un Estado fallido y hoy se ven las consecuencias de esa tiranía

–Por ejemplo.

–Fidel Castro formó el pataleo y las críticas que se había mantenido al gobierno cubano al margen de las conversaciones de Jruschov con Kennedy. Pero esta pataleta la forma en realidad no por patriotismo, sino por verse humillado al haberle tocado el corazón de su ego megalomaníaco.

–¿Qué le hace llegar a ese razonamiento?

–Muy sencillo; cuando termina la Crisis, Fidel sugiere, y los soviéticos lo aceptan, que permaneciera en Cuba una brigada mecanizada con todos sus tanques, transportadores blindados, artillería y demás medios y efectivos de esas unidades militares. Esa brigada permaneció en Cuba desde la Crisis de los Misiles hasta el derrumbe de la URSS.

–Más un símbolo que una realidad estratégica.

–Esa brigada era en realidad el símbolo de nuestro sometimiento al Imperio soviético. Nosotros no necesitábamos para nada esa fuerza militar y quedó totalmente probado cuando fuimos capaces de enviar dos cuerpos expedicionarios a África (Angola y Etiopia) con una potencia de fuego diez veces superior al de aquella unidad soviética. Esa ha sido la decisión más bochornosa en toda la historia de Cuba. Y la traición no quedó solamente ahí, la mitad de la base aérea de San Antonio de los Baños fue cedida a los bombarderos soviéticos TU-95, área donde incluso los militares cubanos les estaba prohibido acceder.

–¿Qué conclusiones saca usted de la crisis, sesenta años después?

–Si alguien está en el deber de pedir disculpas a un pueblo por todos los sufrimientos que le ha ocasionado a nuestro país, es el castrismo. Nos convirtió en un Estado fallido y hoy se ven las consecuencias de esa tiranía. Esperemos que caiga bien pronto.

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