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20 de abril de 2024

Pintura del siglo xvii del Real Alcázar de Madrid

Pintura del siglo xvii del Real Alcázar de Madrid

Picotazos de historia

El último Rey de Armenia fue señor de Madrid

El último Rey de Armenia fue hecho prisionero por los mamelucos egipcios, pero liberado gracias a las gestiones y pagos que había hecho por su liberación un Rey cristiano del que no tenía idea alguna: Juan I de Castilla

En el siglo VI d. C., al noroeste del Imperio bizantino, llegó un pueblo al que se le permitió establecerse en la zona central de la península de Anatolia. Estos se establecieron entre los valles del río Araxes, entre el lago Seván y el lago Van, con el monte Ararat en el centro. Los recién llegados se incorporaron al territorio de Gran Armenia (zona histórica y su capital fue la ciudad de Ari).
En 1071, los turcos selyúcidas, bajo el mando del sultán Alp Arslan, terminaron con el control bizantino en la zona oriental del imperio tras la decisiva victoria en la llanura de Manzikert. Frente al empuje turco, los armenios, se fueron desplazando hacía el sur, instalándose en la Cilicia, en la costa sur de la península de Anatolia. Allí, en el corazón de los montes Tauros, un tal Rubén o Roupen, que decía ser pariente lejano del último rey de la gran Armenia, se declaró señor de la zona, nombrándola Armenia Pequeña o Menor.
Durante la tercera cruzada (1189 – 1192), el señor de Armenia –León II– buscó el reconocimiento del Sacro Romano Germánico Imperio, apartándose del Bizantino, León expandió sus territorios y, en 1199, el legado papal –Conrado de Wittelsbach– le coronó Rey de Armenia, pasando a ser León I y creando una confusión con los numerales de los sucesivos Leones. Necesitado de una nueva consorte más de acuerdo con su nueva categoría, se divorció de la primera (que murió envenenada poco después del divorcio) y casó con Sibila de Lusignan, de la Casa Real de Chipre y heredera de Jerusalén.
El nuevo reino de Armenia era importante para el Imperio alemán y para el papado. Era un reino cristiano –los armenios declaraban que eran la primera nación cristina, desde el año 300 d. C.– incrustado en pleno mar musulmán y podía aportar una vital ayuda logística y estratégica a las futuras campañas por los Santos Lugares.
Al final el reino de Armenia sobrevivió 176 años. En 1375, los turcos y los mamelucos egipcios, unidos para la importante ocasión, acabaron con el reino. León V (o VI según el listado que se use), último Rey, fue hecho prisionero y encerrado en una prisión en El Cairo, donde permaneció hasta su liberación en 1382. El triste León fue liberado gracias a las gestiones y pagos que había hecho por su liberación un Rey cristiano del que no tenía idea alguna: Juan I de Castilla.
León V, señor de Madrid

León V, señor de Madrid

León embarcó hacía Castilla, parando por el camino por Venecia. Cuando se presentó ante Juan I no pudo hacerlo en mejor momento. Resulta que el rey de Castilla había organizado los esponsales de su hijo (el futuro Enrique III) con Beatriz de Portugal, única hija y heredera de ese reino, pero cuando vio a la moza lo pensó mejor. León llegó a la corte pocos días antes de la boda del monarca castellano con la princesa portuguesa. Como pueden imaginar, el Rey Juan estaba de un excelente humor, por ello, cuando apareció suplicante y agradecido, el desdichado Rey de Armenia para besarle las manos, no lo permitió. Lo alzó del suelo y le hizo donación de las villas de Madrid, Villarreal (futura Ciudad Real), Andujar y Guadalajara para que no pasara hambre.
El agradecido León estuvo poco tiempo disfrutando de sus nuevos estados ya que partió a París donde falleció en 1393. Pero las donaciones, tan generosa y precipitadamente dadas, trajeron ciertas incomodidades. A la villa de Madrid, contenta de pertenecer a la jurisdicción de la corona de Castilla, le había sentado como un tiro que la hubieran entregado al León ese. Al pertenecer al realengo tenía el derecho de rechazar señorío ajeno a la corona.
«Si la villa fuera silva/ la guardaría el León./ Mas es tierra castellana,/ no queremos tal señor».
El Rey Juan hubo de modificar la donación, por privilegio rodado de fecha de 12 de octubre de 1383, «que dimos la dicha villa al dicho Rey de Armeña». El documento deja claro que la merced es vitalicia y, que al morir el titular, a de retornar la villa de Madrid al realengo, de donde nunca saldrá. El documento está en el archivo de la villa.
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