La rebelión de Pugachev o cuando el sur de Rusia se alzó contra Catalina la Grande
Desde la célebre Revolución de Octubre, liderada por Lenin a la más actual revuelta de Yevgeny Prigozhin con PMC Wagner contra el ministro de Defensa Sergei Shoigú y el general Valeri Geramisov; la historia de Rusia ha estado repleta de actos de rebelión
La historia rusa está llena de actos de rebelión y de múltiples revueltas, no olvidemos la célebre Revolución de Octubre, liderada por Lenin, o la más actual revuelta de Yevgeny Prigozhin con PMC Wagner contra el ministro de Defensa Sergei Shoigú.
En este caso que vamos a exponer la razón de la revuelta fue mixta: en primer lugar la posición social de los cosacos, llevados a un segundo plano por parte de la reorganización social que llevó a cabo el zar Pedro I el Grande y que fue confirmada en la época de Catalina la Grande. En segundo lugar las condiciones de los siervos se endurecieron cuando Rusia, en época de Pedro I decidió «europeizarse», eso implicaba una serie de reformas que hizo mucho daño al sistema de servidumbre heredado de la era feudal.
En primer lugar los «streltsí» (unas fuerzas que podrían compararse a los jenízaros turcos), obtuvieron un gran poder en la corte en base al aumento de tierras que recibían en pago por sus servicios, esto fue eliminado por el zar que hizo que muchas de esas tierras pasaran a la nobleza de la corte, enriqueciéndoles y empobreciendo a los campesinos.
Entre 1762 y 69 hubo más de cincuenta alzamientos de campesinos hasta que Yemelián Pugachev decidió alzarse contra el poder del Imperio
Al mismo tiempo los cosacos, por la centralización del poder; fueron perdiendo protagonismo en la defensa de las fronteras y expansión de los territorios por lo que pasaron a un segundo plano que unido al empobrecimiento y la situación de los campesinos y cosacos, dominados por la nueva élite nobiliaria, generó una serie de tensiones que ya dejaban intuir el peligro de un alzamiento en las regiones del Don.
De hecho entre 1762 y 69 hubo más de cincuenta alzamientos de campesinos hasta que Yemelián Pugachev decidió alzarse contra el poder del Imperio liderado por Catalina la Grande a los que, además; había que sumar otros elementos de descontento.
Yemelián Pugachev conocía bien las entrañas de la administración imperial al haber sido teniente del ejército ruso, era consciente de que la zarina Catalina la Grande se había ganado la enemistad de ciertos grupos sociales desfavorecidos por su política dañina hacia las clases más bajas y por ser la instigadora y máxima beneficiaria del asesinato de su marido, el zar Pedro III Romanov en 1762; sin contar con que Pugachev conocía la controversia religiosa en la Iglesia Ortodoxa rusa por la lucha entre los ortodoxos que aceptaron la Reforma de Nikon de 1654 y los que no (los viejos creyentes) aún muy numerosos en aquella época.
Se creó una especia de mitología mesiánica colectiva por la cual hubo gente que pensó que Pugachev era, realmente, el zar Pedro III
Pugachev logró reunir, por lo tanto, a los cosacos, a los viejos creyentes cristianos, los campesinos y demás pueblos que no eran rusos pero estaban dominados por el Imperio, con todo ello logró organizar, con relativa facilidad, un levantamiento que duró dos años (1773-75). Las promesas consistían en tierras propias y libertad y creó una organización paralela en la que Pugachev gobernaba en nombre de Pedro III. De hecho se creó una especia de mitología mesiánica colectiva por la cual hubo gente que pensó que Pugachev era, realmente, el zar Pedro III.
Pugachev, sin embargo; iba en serio en sus aspiraciones ya que logró crear una burocracia de estado, un ejército diseñado al estilo cosaco, una nobleza previa a las reformas (con salarios en lugar de grandes tierras y siervos) y un sistema de siervos comuneros que debían servir al mismo tiempo en la milicia. El concepto de libertad y de una serie de impuestos rebajados (que no eliminados) no debe verse con ojos actuales sino como una aplicación general de los principios que regían la vida de los cosacos del Don y, que al mismo tiempo; intentaba casar con una vuelta a la situación previa a las reformas imperiales volviendo al modelo del zarato ruso (1547-1721).
En sus campañas se lanzó a Samara y a Kazán, que las conquistó ganándose al mismo tiempo el apoyo de los pueblos autóctonos de estas regiones, uno de los más famosos fue Salavat Yulayev, que fue enviado por el Imperio ruso a combatir a Pugachev y se acabó uniendo a sus filas. Sin embargo la revuelta no fue tomada en serio durante el primer año, de ahí las constantes victorias del líder cosaco ya que en el año 1773-74 apenas se hizo caso a su avance y se ofrecían 500 rublos por su cabeza hasta que la campaña fue tan aplastante y el avance tan claro que en 1774 en San Petersburgo se tomaron muy en serio el problema.
Cuando Pugachev se lanzó a tomar Oremburgo la revuelta alcanzaba desde el Volga hasta los montes Urales y Siberia mientras las guarniciones del río Laik eran atacadas y sobrepasadas por las tropas de Pugachev. El poder fue tal que se destruyó un primer cuerpo de ejército que iba a rescatar la ciudad de Oremburgo.
En 1774 con la administración imperial seriamente implicada en la guerra se lanzó una segunda campaña dirigida por el general Bibikov que logró vencer a Pugachev, que se retiró a Baskiria a buscar nuevos reclutas y volver a atacar aunque fue vencido en tres ocasiones más pero eso no impidió que quemara Kazán y lograra escapar hacia el sur tomando las ciudades de estas regiones que deberían ser liberadas más tarde.
La abrumadora fuerza militar imperial rusa, los sobornos y la presión de la Emperatriz hicieron que Pugachev fuera traicionado y denunciado por los suyos en 1774 tras el intento fracasado de tomar la ciudad de Tsaritsyn (actual Volgogrado), donde fue derrotado en las anchas estepas del sur, capturado y, sin apoyos; interrogado y ajusticiado.