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04 de mayo de 2024

Escena de la Guerra de Independencia griega. Pintura de Panagiotis Zografos, bajo la dirección de Yannis Makriyannis.

Escena de la Guerra de Independencia griega. Pintura de Panagiotis Zografos, bajo la dirección de Yannis Makriyannis.

Picotazos de historia

Las ruinas de Mesolongi, la única ciudad griega no controlada por los turcos

El asedio de Mesolongi fue un episodio clave de la guerra de independencia de Grecia de la década de 1820, más por su importancia política que militar, porque contribuyó considerablemente a hacer la opinión europea favorable a la independencia griega

La ciudad griega de Mesolongi alcanzó fama y notoriedad durante el siglo XIX. Su resistencia frente a las tropas turcas, durante los sitios de 1822 y 1823, hicieron de ella la única ciudad griega no controlada por los turcos, al norte de Corinto. Al año siguiente volvió a estar en boca de todos al fallecer en ella el escritor romántico Lord Byron. Pero, por encima de todo lo mencionado, lograría el grado de símbolo por los trágicos sucesos de la víspera del Domingo de Ramos de 1825.
A principios de ese año, las tropas turcas –unos 8.000 soldados comandados por Rashid Pachá– aparecieron frente a la ciudad. La población no le dio gran importancia. Antes habían derrotado a dos ejércitos turcos y es que la ciudad, que dominaba el golfo de Patrás, estaba protegida por el mar y por la laguna de Mesolongi-Antoliko, que cubre un área de algo más de 150 kilómetros cuadrados. Mientras los griegos controlaran el puerto, los dos ríos que desembocaban por la ciudad y las someras aguas de la laguna, Mesolongi no podría ser tomada.
El arzobispo de Patras, Germanos, bendiciendo a los insurgentes griegos

El arzobispo de Patras, Germanos, bendiciendo a los insurgentes griegosTheodoros Vryzakis

A las fuerzas turcas de Rashid Pachá se le unió una flota de ciento treinta y cinco embarcaciones de todo tipo que transportaban 10.000 soldados egipcios. Al mando de las tropas y de la flota estaba Ibrahim, hijo del Jedive (regente) Muhammad Alí de Egipto, que era un probado general y digno hijo de su padre. Ibrahim inició el bombardeo de la ciudad el 24 de febrero. Bloqueó el puerto y las desembocaduras de los ríos con la flota que había construido su padre y se preparó para controlar la laguna.
Ordenó construir ochenta embarcaciones de fondo plano –optimas para navegar en las aguas de la laguna– y cinco grandes almadías que llevarían, cada una, un pesado cañón de 36 libras. El primer objetivo fue la fortificada isla de Vasiladi. Durante el cañoneó, un proyectil de treinta y seis alcanzó el polvorín y los supervivientes no tuvieron otro remedio que rendirse. Una a una fueron cayendo las islas de la laguna y esta quedó en manos turcas. La ciudad quedó aislada.
La población de Mesolongi sabía muy bien que la ciudad estaba sentenciada, que era solo cuestión de tiempo. Por otro lado no se hacían ilusiones sobre lo que pasaría cuando se rindiera la ciudad: las tropas turcas matarían, torturarían, violarían y saquearían a placer y los egipcios no se quedarían atrás. Los habitantes preferían arriesgarse a atravesar la planicie, al noreste de la ciudad, a pesar de lo peligroso y desesperado que era. Fueron unos 8.000. Los adultos y los adolescentes mayores llevarían a cuestas a los niños pequeños, debidamente drogados con láudano para evitar que su llanto los traicionara.
Grecia expirante entre las ruinas de Missolonghi, pintura de Eugène Delacroix

Grecia expirante entre las ruinas de Missolonghi, pintura de Eugène Delacroix

Tomarían posiciones amparándose en la noche y esperarían que se llevara a cabo un ataque suicida desde el otro lado de la ciudad, para desviar la atención de los turcos. Mientras los ancianos, heridos, enfermos y personas demasiado débiles se encerraron en edificios minados con cargas de pólvora, listas para ser encendidas cuando llegaran los turcos. Prefería morir que caer en sus manos.
Nadie sabe a ciencia cierta que sucedió. El hecho fue que cundió el desconcierto entre aquellos que iban a huir y los turcos y egipcios aprovecharon la oportunidad al ver las murallas desguarnecidas. Las tropas victoriosas llevaron a cabo una desenfrenada orgía de destrucción, violencia y rapiña. Cuando estuvieron hartos de todo apenas quedaban dos mil habitantes de los diez mil iniciales. Fue una salvajada pero nada nuevo en el tipo de guerra que allí desarrollaba. Sin embargo el triste destino de Mesolongi tuvo un eco mundial sin precedentes. Si la muerte de Byron centró la mirada de Europa en la pequeña ciudad y en la lucha de los griegos por su independencia, ahora la matanza de la población de la ciudad sería representada por el arte en todas sus formas. La más señera –la principal– el magnifico lienzo de Eugene Delacroix «Grecia expirando sobre las ruinas de Mesolongi».
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