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07 de mayo de 2024

La Cruzada Infantil, por Gustave Doré

La Cruzada Infantil, por Gustave Doré

Picotazos de historia

La realidad de la cruzada de los niños para conquistar Jerusalén de 1212

La tradición popular nos habla que un niño recibió el mandato de Jesucristo de predicar una cruzada que convertiría pacíficamente a los musulmanes en cristianos

La denominada cruzada de los niños fue un movimiento popular fallido que tuvo lugar en el año 1212 (en el mismo que la batalla de las Navas de Tolosa). Esta pseudocruzada jamás tuvo la aprobación del Papa Inocencio III. La tradición popular nos habla que un niño –hay diferentes nombres, ciudades de origen y procedencia según las distintas versiones– recibió el mandato de Jesucristo de predicar una cruzada que convertiría pacíficamente a los musulmanes en cristianos.
La criaturita, merced a una serie de milagros que afirmaban la aprobación de las alturas, convenció a los escépticos y logró reunir a una multitud de niños, en torno a treinta mil, y los condujo hasta un puerto en el Mediterráneo en la creencia que las aguas se abrirían milagrosamente para permitirles el viaje hasta Jerusalén. No se obra el milagro y dos astutos comerciantes reúnen una flota y ofrecen transporte gratuito a los niños. Estos convencidos de que el milagro prometido se está cumpliendo embarcan confiados. Al final los niños son vendidos en el mercado de esclavos de Túnez.
Cruzada de los niños, grabado de J. Kirchhoff, 1843

Cruzada de los niños, grabado de J. Kirchhoff, 1843

Este relato tiene un componente histórico que sí se ha podido confirmar y que tiene un doble origen: alemán y francés. El alemán nos habla de un joven pastor de nombre Nicolás que procedía de la región de Renania y que congregó a una multitud de personas en la ciudad de Colonia. Partieron hacia la península italiana y se calcula que, al menos, la mitad pereció debido a los rigores del paso de los Alpes, poco antes de la primavera de 1212.
A finales de agosto se habían congregado en la ciudad de Génova unos siete mil «cruzados». Nicolás negoció con las autoridades genovesas y se reunió con el Papa Inocencio II quien le exhortó a que volvieran a sus hogares. El grupo de peregrinos/cruzados, desilusionados, se disolvió. Parece que Nicolás de Colonia no sobrevivió al paso de los Alpes durante el viaje de vuelta.
Algo con lo que no contaba Nicolás y sus seguidores es que cuando reúnes una multitud hay que alimentarlos y tener una logística eficiente. La carencia de ello da lugar a pillajes y saqueos que atraen elementos que se aprovechan de la santidad del propósito y del número para amparar el robo, el asesinato, las violaciones y cuanto delito les apeteciera. La ruta de los peregrinos quedó marcada por un rastro de humo, sangre y destrucción. En Colonia la presión popular de los familiares de las victimas, que dejó a su paso este grupo, forzó a las autoridades al arresto y ejecución de los padres de Nicolás.

También afirmó haber tenido una visión en que Jesucristo le encargaba entregar una carta suya al Rey Felipe II Augusto de Francia

Al tiempo unos sucesos semejantes ocurrían cerca de París, en Saint Denis. En mayo/junio de ese año un niño llamado Esteban, pastor como el pequeño Nicolás, también afirmó haber tenido una visión en que Jesucristo le encargaba entregar una carta suya al Rey Felipe II Augusto de Francia. Se afirma que Esteban reunió un grupo en torno a las treinta mil personas –cifra evidentemente exagerada– y marchó hacía París para encontrarse con el Rey.
Este se negó a recibirlos y a dar aprobación alguna a su propósito de una cruzada. El grupo, carente de apoyo y con orden del Rey de disolverse, se desintegró. Unos cuantos elementos se unieron a los peregrinos de Nicolás y por ello los testimonios confunden y mezclan ambos movimientos, quedando así recogido en diferentes testimonios.
¿Por qué se habla de niños cuando la mayoría fueron individuos adultos? Los documentos más fiables hablan de parvuli (infantes) lo que no tiene significado de edad si no que refleja un primitivo intento de codificación social. Los párvulos eran los asalariados jóvenes, sin herencia o patrimonio. Así cuando hablaban de ellos como de «niños» no lo hacían por edad si no por grupo social. De cualquier manera el asunto terminó mal.
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