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Policías militares de Estados Unidos leyendo sobre la rendición alemana en el periódico 'Stars and Stripes'.

Policías militares de Estados Unidos leyendo sobre la rendición alemana en el periódico 'Stars and Stripes'.

80 años

Cómo el descontento de Stalin obligó a una segunda rendición nazi

Cuando el mandatario soviético supo –seis horas después– que Alemania había firmado la capitulación incondicional de todos sus soldados en Reims, se enfureció y criticó el acuerdo de «inaceptable»

La Segunda Guerra Mundial estaba a punto de llegar a su fin en el escenario europeo. El Ejército Rojo pretendía controlar Berlín el 1 de mayo de 1945 para cargar aquel día de los trabajadores de mayor simbolismo, pero la ciudad se rindió el segundo día del mes, aunque los combates de resistencia continuaron.

Antes de morir, Hitler nombró a Karl Dönitz como su sucesor. Este almirante naval y nazi convencido no tuvo más remedio que orquestar la rendición de Alemania y asumir la derrota. Pronto delegaría en Alfred Jodl, jefe del mando de operaciones de las Wehrmacht (nombre de las fuerzas armadas unificadas de la Alemania nazi), la responsabilidad de negociar la rendición de todas las fuerzas alemanas con el general Dwight D. Eisenhower.

Jodl firmando la rendición de Alemania el 7 de mayo de 1945 en Reims

Jodl firmando la rendición de Alemania el 7 de mayo de 1945 en Reims

Aquellas negociaciones no eran más que un intento del almirante Dönitz de ganar tiempo para evacuar a todos los soldados y civiles alemanes posibles ante la amenaza del Ejército Rojo. También tenía la esperanza de convencer a los Aliados (Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia) de que volviesen la espalda a la Unión Soviética –de la que ya desconfiaban– para que así Alemania pudiese continuar con la guerra en ese frente. Sin embargo, Eisenhower, consciente del engaño, insistió a Jodl firmar un acta de capitulación sin negociaciones.

«El general Eisenhower exige que firmemos hoy mismo. De lo contrario, se cerrarán los frentes aliados contra cualesquiera personas que intenten pasarse y quedarán interrumpidas todas las negociaciones. No veo más salidas que el caos o la firma», rezaba el telegrama que Jodl envió a Dönitz. De este modo, el 7 de mayo a las 02:41 (CET), en la ciudad francesa de Reims, Jodl firmaba un acta de capitulación militar incondicional y un alto al fuego que entraría en vigor a las 23:01 hora central europea del 8 de mayo.

Primer documento de rendición firmado en Reims el 7 de mayo de 1945

Primer documento de rendición firmado en Reims el 7 de mayo de 1945

«Con esta firma, el pueblo alemán y las fuerzas armadas quedan, para bien o para mal, en manos del vencedor», dijo el general alemán al estadounidense, según relató Susan Hibbert, testigo directo de esta capitulación, en la BBC.

Un acuerdo «inaceptable»

Sin embargo, cuando Joseph Stalin supo –seis horas después– que Alemania había firmado la capitulación incondicional de todos sus soldados en Reims, se enfureció y criticó el acuerdo de «inaceptable». Según sostenía el mandatario soviético, la URSS había sacrificado más soldados y civiles durante la guerra y que por ello su comandante militar más importante, el mariscal Georgi Zhúkov, quien se encontraba en Berlín, debía ser quien aceptase la rendición de Alemania y no el oficial soviético Ivan Susloparov, que había sido testigo de la firma en Reims.

También exigió que la localización de la firma fuese Berlín y no Reims, pues, a su parecer, debía ser la capital del Tercer Reich el lugar de la rendición alemana y donde se pondría fin a la guerra que había asolado a Europa durante seis años. Además, hubo una tercera objeción del dictador ruso. Este argumentó que al permitir que Alfred Jodl, que no era el oficial militar de mayor rango del país, se rindiese en nombre de Alemania se podría repetir lo que sucedió en el armisticio de la Primera Guerra Mundial.

En aquella ocasión, en 1918, Matthias Erzberg, como nuevo secretario de Estado, firmaba el armisticio en Compiégne, por el que Alemania se rendía incondicionalmente, una decisión que pilló por sorpresa a todos los civiles alemanes que pensaban que su ejército estaba a las puertas de la victoria.

Wilhelm Keitel firma la capitulación ante la URSS en Karlshorst (Berlín)

Wilhelm Keitel firma la capitulación ante la URSS en Karlshorst (Berlín)Wikimedia Commons

Stalin argumentaba que aquella capitulación poco autorizada había sido el germen del ascenso del nazismo al poder y de la Segunda Guerra Mundial. Por ello debía ser Wilhelm Keitel, como mariscal de campo y comandante supremo de las fuerzas alemanas, quien firmase personalmente el documento.

Estados Unidos y Gran Bretaña aceptaron las exigencias de la Unión Soviética. La segunda capitulación debía organizarse de manera apresurada. Se programó para el día siguiente en el cuartel ruso de Karlshorts, un suburbio de Berlín. Allí se trasladarían los mariscales Zhúkov y Keitel. Este último presentaría la rendición de la Wehrmacht el 9 de mayo de 1945.

«El partido nacionalsocialista ha desaparecido. Ya no existe unidad entre el Estado y el partido. Han desaparecido las bases sobre las que descansa el Tercer Reich alemán», pronunció Dönitz en un discurso donde reconoció la derrota militar de Alemania. «No sé lo que podré hacer para ayudaros ahora. Hemos de mirar a los hechos cara a cara», sentenciaba.

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