
Muerte de un miliciano de Robert Capa
La historia detrás de dos fotos icónicas de guerra que siguen despertando controversia
Tras retirar la autoría de una de las fotografías más representativas de la Guerra de Vietnam, repasamos otros casos que también han generado polémica a lo largo del tiempo
World Press Photo ha decidido suspender la atribución de la icónica fotografía El Terror de la Guerra, que durante décadas se había asociado al fotoperiodista Huynh Công «Nick» Út. La imagen fue tomada durante la Guerra de Vietnam y muestra a una niña desnuda con el cuerpo gravemente quemado por napalm huyendo. Con el tiempo se convirtió en un símbolo del horror del conflicto y el supuesto autor fue galardonado con el Premio Pulitzer así como la distinción propia de World Press Photo en 1973.
Ahora, tras llevar a cabo una revisión detallada y al no encontrar pruebas concluyentes que «confirmen o refuten claramente» que el artífice de la instantánea fue Nick Út, su autoría se encuentra en suspensión hasta que ésta se clarifique de manera definitiva.
Pero esta no es la única foto que ha sido cuestionada o que ha generado polémica. El Debate repasa otros dos casos de imágenes que llegaron a ser representativas de un conflicto bélico, pero que han estado rodeadas de críticas y polémicas.
Alzando la bandera en Iwo Jima

Alzando la bandera en Iwo Jima. Fotografía de Joe Rosenthal
Tras cinco días de cruenta batalla, seis marines estadounidenses colocaron la bandera de su país sobre la colina más alta de la isla de Iwo Jima, un bastión que los japoneses defendieron ferozmente. Ocurrió el 23 de febrero de 1945 y el fotógrafo de la Associated Press (AP) Joe Rosenthal tuvo la fortuna de inmortalizar aquel momento histórico. Dos días después, la instantánea sería la portada de todos los periódicos de Estados Unidos y poco después, ese mismo año, la ya aclamada imagen, obtuvo el Pulitzer.
Terminado el conflicto, aquella fotografía que capturó la emoción de aquel momento, se convertiría en una de las más conocidas y representativas de la victoria estadounidense en la Segunda Guerra Mundial. No obstante, además de despertar el orgullo de una nación, también generó polémica y críticas.

Bob Campbell, otro fotógrafo presente en la cumbre del Suribachi, pudo encontrar un ángulo que le permitiera fotografiar el momento en que se intercambiaban las dos banderas
Rosenthal fue acusado de haber escenificado la foto y durante décadas tuvo que refutar los argumentos de quienes aseguraban que la había manipulado. Lo cierto es que el fotógrafo estadounidense llegó tarde al izado de una primera y pequeña bandera. Sin embargo, cuando llegó a la cima del monte Suribachi, un segundo grupo de marines se preparaba para alzar una segunda bandera más grande, pues por órdenes del alto mano, la enseña estadounidense debía ser visible desde toda la isla.
Rosenthal sacó varias fotos más entre las que se encuentra un posado de 16 marines y dos enfermeros alrededor de la bandera. Cuando se revelaron las fotos, alguien preguntó al fotógrafo de la AP si habían posado para la foto. Rosenthal contestó que sí al pensar que se refería a la foto grupal. Aquel malentendido trascendió a la prensa y el fotógrafo se pasó el resto de su vida defendiendo su trabajo.
Muerte de un miliciano

La primera foto que publicó Capa en la revista francesa 'Vu'
El reportero de guerra Robert Capa inició su carrera como fotoperiodista bélico en España, durante la Guerra Civil. De aquella experiencia salió la que es una de las imágenes más representativas de la contienda fratricida que asoló al país entre 1936 y 1939. Se trata de El soldado que cae o Muerte de un miliciano cuyo pie de foto decía: «La cámara de Robert Capa capta el instante en que un soldado español es alcanzado en la cabeza por una bala en la frente en Córdoba» durante la batalla de Cerro Muriano.
La imagen saldría a la luz por primera vez en la revista francesa Vu en septiembre de 1936. Sin embargo, no alcanzó notoriedad internacional hasta el año siguiente, cuando apareció en las páginas de Life, lo que le otorgó una difusión masiva y un potente valor simbólico.
Sin embargo, desde hace años, se ha cuestionado la veracidad de esta instantánea. Ya a inicios de 2022, Fernando Penco, arqueológico cordobés afirmaba que se podría tratar de una escenificación, unas hipótesis que el profesor de la Universidad del País Vasco, José Manuel Susperregui logró confirmar en un estudio publicado en 2023.
En primer lugar, Susperregui descubrió que la localización era distinta y que la instantánea fue tomada a las afueras del pueblo de El Espejo, al sureste de Córdoba, y no, como se afirmó en un principio, al norte de la ciudad andaluza, donde los refugiados huían de los ataques con mortero de las fuerzas rebeldes que avanzaban.

La fotografía de Capa publicada en la revista 'Life'
Aunque este dato ya lo había afirmado el arqueólogo Fernando Penco en 2007 cuando dijo que al ver «el telón de fondo montañoso», supo que «no era Cerro Muriano» pues era un paisaje que conocía «como la palma de mi mano».
Por otro lado, aunque Capa siempre sostuvo que el miliciano estaba atacando una posición enemiga y que él simplemente levantó su cámara y captó el momento; tras comparar otras fotografías realizadas aquel día por Capa y su compañera Greda Taro se dio cuenta de que fueron tomadas por una cámara montada en un trípode que se encontraba inclinado diez grados para dar la impresión de que el soldado siniestrado descendía por una ladera, cuando en realidad el terreno era llano.
Además, «desde donde se encuentra el lugar, el miliciano en cuestión mira hacia las líneas de defensa del ejército republicano», sentencia. En otras palabras, la única forma de que le hubiera alcanzado una bala de ametralladora habría sido que su propio bando le estuviera disparando.
Robert Capa, que murió en 1954 a los 40 años, siempre insistió en que no era falsa, pero su autenticidad ha sido cuestionada durante mucho tiempo. El New York Times abrió de nuevo las sospechas en un editorial en 2009 cuando dijo que «la belleza y la prístina autoridad de la imagen se verían terrible y trágicamente socavadas si se descubriera que Capa, que entonces tenía 22 años y cumplía su primer encargo como fotógrafo de guerra, había montado de algún modo esta fotografía. Es muy importante para nosotros y para la reputación de Capa saber si este hombre cayó, para nunca más levantarse, o se levantó y se marchó».
En este sentido, Susperregui indica en su estudio que «La cronología de los primeros días de septiembre de 1936 no recoge ninguna acción bélica en Espejo, por lo que puede afirmarse que el miliciano que posó ante la cámara de Robert Capa se levantó, como temía el editorial de 'The New York Times'».