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Sitio de Samarcanda

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Picotazos de historia

El saqueo de una caravana que desató la ira de Gengis Kan y acabó destruyendo el Imperio jorezmita

Dos años después de que la codicia llevara a Inalchuq a cometer ese abuso, el culpable estaba muerto y la ciudad de la que era gobernador había sido arrasada

El Imperio corasmio o jorezmita fue un estado de origen túrquico mameluco, regido por una dinastía musulmana suní que controló la histórica región de Corasmia en Asia Central.

Este imperio, en su máxima expansión, controlaba todos los territorios al sur del río Daria. Utilizando las fronteras actuales, el imperio abarcaba buena parte de Kazajistán (excepto el norte de esta nación), Kirguistán, Uzbekistán, Turkmenistán, la mitad occidental de Afganistán, parte de Pakistán y la práctica totalidad de Irán.

Dentro del Imperio jorezmita se encontraban algunas de las mayores ciudades del mundo, como Bujará, Samarcanda, Merv, Tabriz, etc. Esta era una zona donde se concentraban los mayores logros culturales de civilizaciones como la romana, griega, hindú, persa, turca y árabe; donde se encontraban las más ricas y sofisticadas ciudades, en donde florecían las diferentes ramas del saber.

Este rico y poderoso imperio tuvo una vida corta. Originariamente surgió como un estado vasallo del imperio turco selyúcida (1077), aumentando su grado de autonomía a medida que se expandía por Asia Central hasta constituirse en un estado independiente en el año 1097. El gobernador del nuevo estado, un turco de nombre Anushtegin Gharchai, está considerado como el origen y tronco de la dinastía jorezmita.

En el año 1218 reina en el Imperio corasmio Mohamed II. El Coras Sha Mohamed era, en teoría, un monarca absoluto y recientemente había absorbido la rica ciudad de Samarcanda y su territorio, trasladando allí su corte. En la práctica, el imperio estaba gobernado por una diarquía representada por Mohamed II, por un lado, y su madre Terken Khatum, por el otro.

Retrato de Mohamed II en un manuscrito de 1430 del Jami' al-tawarikh, de Rashid-al-Din Hamadani.

Retrato de Mohamed II en un manuscrito de 1430 del Jami' al-tawarikh, de Rashid-al-Din Hamadani.

Esta señora era hija de uno de los principales kanes de la confederación de tribus Kimek, que controlaban las estepas pónticas. Pero lo verdaderamente importante es que ella controlaba al ejército del Imperio jorezmita, ya que la mayor parte de los generales y las tropas mercenarias pertenecían a la confederación y la reconocían a ella como autoridad.

Desde el año 1200, fecha del fallecimiento de su marido y sha de Corasmia —Ala al-Din Tekish—, Terken fue controlando la corte, creando una duplicación de oficinas y cargos. El gobierno se estaba volviendo muy incómodo para Mohamed II, quien necesitaba del refrendo de su madre prácticamente para todo. Para complicar más las cosas, Terken había estado colocando a miembros de su familia en diferentes puestos y les alentaba a desairar a su hijo, al tiempo que promovía las desavenencias entre este y su primogénito y heredero, Jalal al-Din.

En el año 1218 una gran caravana formada por unos cuatrocientos cincuenta mercaderes hindúes y musulmanes —que transportaban un rico cargamento de sedas, jades, etc.— llegó a la ciudad de Otrar, en Kazajistán. Esta ciudad era un importante punto dentro de la Ruta de la Seda y estaba gobernada por un hermano de Terken Khatum llamado Inalchuq.

El gobernador, viendo la riqueza que transportaba la caravana, decidió apoderarse de ella. Ordenó detener a los mercaderes y los camelleros y confiscó las mercancías y todo cuanto llevaban. Los que no fueron asesinados fueron vendidos como esclavos en Bujará. De nada sirvió que el jefe de la caravana exhibiera un documento del gran kan de las estepas dirigido a Mohamed II.

Uno de los camelleros logró evitar el destino de sus compañeros y regresó para contar lo sucedido. Pronto la noticia llegó hasta el ger (campamento, conjunto de yurtas) del gran kan, que no era otro que Gengis Kan. El kan envió una embajada a Samarcanda formada por un portavoz hindú y dos mongoles como representantes suyos, con el objeto de exponer las quejas ante Mohamed II, exigir la devolución de lo robado, compensación por los muertos y el castigo al malhechor.

Es en este punto donde se juntan dos malas influencias que darán lugar al desastre. Por un lado, Mohamed II se encontraba en conflicto con el califato abásida de Bagdad, así que tendía a despreciar a esos desharrapados de las estepas en comparación con los cultos y sofisticados abásidas. Ya se sabe que la soberbia es mala consejera.

Por otro lado estaba Terken Khatum, decidida a defender a su hermano, que era el culpable de todo. Terken dio por buenas las explicaciones de Inalchuq: la caravana no era otra cosa que espías y revoltosos, y se había actuado correctamente con ellos; en cuanto a las mercaderías, estas eran despreciables, como correspondía a gentes tan atrasadas.

Mohamed II ordenó que mataran al portavoz (el hindú) y que mutilaran los rostros de los representantes mongoles. Esto era una gran afrenta, ya que las figuras de los embajadores se consideraban sacrosantas e inviolables. Al representar al kan, cualquier ofensa que les infligieran era una ofensa contra el propio kan.

Batalla de Vâliyân

Batalla de Vâliyân

En el año 1219 Gengis Kan movilizó a su ejército y atravesó el desierto. Dos hijos suyos —Chagatai y Ogodei— fueron los encargados de sitiar la ciudad de Otrar. Las órdenes que tenían eran terminantes: tomar la ciudad y acabar con todos los habitantes, en especial con Inalchuq. Entretanto, el propio Gengis Kan, junto con su hijo Tolui, atacaría Bujará y Samarcanda.

Dos años después de que la codicia llevara a Inalchuq a cometer ese abuso, el culpable estaba muerto y la ciudad de la que era gobernador había sido arrasada. Mohamed II moriría en una isla en el Mediterráneo, harapiento y perseguido. La historia de Terken Khatum se perdería en algún punto de la estepa, como humilde esclava de los mongoles, y el brillante y poderoso Imperio jorezmita había dejado de existir y hoy casi nadie ha oído hablar de él.

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