El asedio fue cruento y la resistencia, más allá de lo imaginable al principio de los combates. Pero llegó la derrota y con ella, el comienzo de una historia de ensañamiento de las fuerzas rusas con la población civil.
Algún día Vladimir Putin y sus leales verdugos deberán pagar por las atrocidades cometidas. Mientras llega esa fecha, que llegará, el ejército de la Federación Rusa sigue en su línea: desconoce las leyes elementales de la guerra, las viola de forma sistemática e insiste, tantas veces como le pidan, en negar las evidencias.
Cuerpos desmembrados, fosas comunes repletas de cadáveres y testimonios de testigos y sobrevivientes dan cuenta de la barbarie de la fuerzas de ocupación.
Ahora, en Mariúpol, el penúltimo pedazo de tierra conquistada en Ucrania se repiten los hechos y se añade algo más: el encierro de los residentes.
Más de 10.000 personas que viven en esta ciudad marítima fueron trasladas a «prisiones» controladas por la autoproclamada República Popular de Donetsk (RPD), cuyas autoridades prorrusas han sustituido a las ucranianas.
El ayuntamiento de Mariúpol, informa Efe- cuyos ediles se encuentran en el exilio, dan cuenta de las atrocidades y los abusos en diferentes cuentas de Telegram.
«Residentes civiles pacíficos fueron detenidos por los ocupantes (rusos) y enviados a lugares de privación de libertad. Se sabe de varias prisiones de este tipo: dos en Olenivka, un centro de detención preventiva de (la región de) Donetsk y una en Makiyivka», aseguraron las fuentes.
Celdas de 2 por 3 para 10 personas
«Las personas se encuentran en condiciones terribles e inhumanas, como en un campo de concentración. Están encerrados en celdas estrechas de 2 por 3 metros para 10 personas», precisó el ayuntamiento.
Los actuales «residentes de Mariupol casi no reciben agua ni alimentos. No les dejan salir (de la ciudad). No tienen acceso a la atención médica normal y son sometidos a diversas formas de tortura, tanto física como psicológica», dijo el ayuntamiento en Telegram.
Reiteró que «los ocupantes han creado condiciones reales de campo de concentración donde los residentes pacíficos de Mariúpol se ven obligados a sobrevivir».
ONU
Hacemos un llamamiento «al Comité Internacional de la Cruz Roja y a la ONU para que presten atención a la detención ilegal de civiles de la ciudad. Utilicen todas las herramientas posibles para obtener listas de prisioneros. Asegúrense de que reciban condiciones de vida dignas. Y trabajen juntos en la liberación de cada residente de Mariúpol», dijo por su parte el alcalde, Vadym Boichenko, en un mensaje en Telegram.
Mariúpol, a orillas del mar de Azov, sufrió durante casi tres meses el asedio ruso a partir del comienzo de la invasión del país, el pasado 24 de febrero, y la ciudad ha vivida una auténtica crisis humanitaria al estar durante semanas sin agua potable, energía o suministros básicos.
Tras caer en manos de los rusos, la ciudad pasó a ser administrada por los funcionarios de la RPD, afines a Moscú y que declararon esa región independiente poco antes del inicio de la invasión.
Las denuncias de crímenes de lesa humanidad, las evidencias y el rastro de sangre que han dejado tras de si las tropas rusas, hicieron pensar que el ejército ruso cambiaria su proceder. La imagen del Kremlin, dentro y fuera de las fronteras rusas, es un desastre que Putin intenta modificar.
El aspirante a zar del siglo XXI no logra sus objetivos y prohibió, en el país más grande la mundo, que se pronuncie la palabra guerra invasión.
Putin está obsesionado con demostrar que la ocupación es una operación de liberación, pero a estas alturas le resulta muy difícil convencer a su población, aunque ésta viva sometida a la censura y a un régimen dictatorial enmascarado con elecciones periódicas.