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18 de mayo de 2024

El jefe de las fuerzas armadas ucranianas, Valeriy Zaluzhny

El jefe de las fuerzas armadas ucranianas, Valeriy ZaluzhnyTwitter: Valeriy Zaluzhny

Máxima tensión en el frente ucraniano ante los rumores de la inminente gran ofensiva rusa

Putin pretende aprovechar los terrenos congelados para realizar un fuerte avance de unidades mecanizadas que dobleguen a unas fueras ucranianas sin municiones

Los rumores sobre una inminente ofensiva rusa sobre las líneas ucranianas, y más en concreto hacia la región de Jarkov, empiezan a ser un clamor.
Los canales de los propagandistas prorrusos en telegram son un hervidero de información, rumores y especulación que apuntan a que el Kremlin está preparando algo serio para las próximas semanas.
Hay información que apunta a una fuerte concentración de unidades rusas de asalto Storm Z –formadas por exconvictos que actuarían en oleadas para saturar las defensas ucranianas– junto al frente de Jarkov.
Rusia estaría esperando a que el terreno se congele del todo y que Ucrania agote sus reservas de municiones para lanzar sus unidades mecanizadas y sus unidades de asalto Storm Z sobre las fuerzas ucranianas.

Acuerdo de paz

Con las ayudas militares a Ucrania bloqueadas en el Senado de Estados Unidos y en el Consejo de Europa, en las cancillerías occidentales ya se habla de la necesidad de abrir unas conversaciones de paz que favorezcan un acuerdo de alto el fuego.
Acuerdo que, irremediablemente, como sucedió con los Acuerdos de Minsk de 2014 y 2015, serán muy desfavorecedores para los intereses ucranianos, en absoluto consagrarán una derrota del Kremlin que prevenga futuras agresiones a Ucrania o a otros países, pero que evitarían una derrota mayor de Kiev.
Dicho acuerdo podría conceder a Ucrania libertad para adherirse a la Unión Europea, y desarrollar un modelo democrático occidental, pero tendría que declararse país neutral, alejarse de la OTAN y desmantelar su Ejército.
En cuanto a los territorios ocupados, podrían terminar en un limbo legal durante años –como ha sucedido con las Transnistria moldava, o los territorios de Abjasia y Osetia del Sur, en Georgia, todos ellos ocupados por fuerzas rusas– sin que haya un reconocimiento de la soberanía rusa, pero con un ejercicio formal de dicha soberanía por parte de Moscú.
Un acuerdo así sería una bomba de relojería, pues daría a Rusia el tiempo necesario para rearmarse y preparar una futura nueva agresión a Ucrania con la vista puesta en Odesa, ciudad que no ha logrado ocupar Rusia y que se ha convertido en una auténtica obsesión para Putin. De hecho, es difícil admitir que el presidente ruso vaya a renunciar a la «Perla del Mar Negro».
Un cierre en falso de la guerra de Ucrania en esos términos sería también una espada de Damocles indefinida sobre Polonia y las repúblicas bálticas.
En especial sobre Polonia, país amenazado permanentemente por Rusia por su pretensión de establecer un corredor –el corredor de Suwalki– que una por tierra Rusia con su enclave báltico de Kaliningrado.
También las repúblicas bálticas –con importantes bolsas de población rusoparalntes y mayoritariamente partidarias de Putin– quedarían bajo una constante amenaza de agresión rusa.
Si Putin se sale con la suya, aunque sea solo de forma parcial, en Ucrania, con una economía de guerra puesta al servicio de su Ejército, con una maquinaria militar bien engrasada después de dos años y pico de guerra y con unas tropas con una impagable experiencia de combate en el barrizal ucraniano, ¿qué le impediría subir la apuesta en un nuevo desafío a la OTAN y a la Unión Europea?
En el Kremlin cuentan con unos próximos cuatro años de Donald Trump y sus políticas anti OTAN instalado en la Casa Blanca, con una Unión Europea atemorizada y con un fortalecimiento del Eje Rusia-China-Irán-Corea del Norte que le permita avanzar en sus planes.

Los riesgos para Rusia

Con todo, la cacareada gran ofensiva rusa no tiene garantías de éxito. Cierto es que el escenario es favorable a los intereses de Moscú, pero entre los partidarios de la guerra hay el temor de que el alto mando ruso, azuzado por la urgencia de actuar antes de que Estados Unidos desbloquee su paquete de ayuda militar a Kiev, se precipite.
Hay preocupación sobre si Rusia cuenta realmente con el personal suficiente para lanzar una operación de esas características, y si ese personal tiene la motivación y el entrenamiento necesarios.
También existe el temor a que una concentración de tropas rusas en Jarkov lo aproveche Ucrania para dar un zarpazo en Jersón o Zaporiyia.
Una reunión de alto voltaje y alto riesgo que tenía como objetivo adoptar medidas para aumentar la eficacia del despliegue de tropas en función de los actuales recursos disponibles y del paso de las fuerzas ucranianas a un estado defensivo.
Asimismo, se recuerda que Ucrania ha desarrollado un eficaz de enjambres de drones artillados que se han convertido en una pesadilla para las fuerzas rusas y que podrían obstaculizar catastróficamente los avances rusos.
El Institute for the Study of War (ISW), tras analizar el escenario, lo tiene claro: «Las fuerzas rusas no podrán lograr avances operativos significativos».
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