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Personas portan una bandera arcoíris durante el desfile del Orgullo de Budapest

Personas portan una bandera arcoíris durante el desfile del Orgullo de BudapestAFP

El alcalde Budapest le gana, de momento, el pulso a Orban: miles de personas se manifestaron por el Orgullo

Si se cumplen las amenazas del primer ministro, muchos de los manifestantes empezarán a recibir multas que pueden alcanzar los 500 euros

La movilización popular –y la internacional– impuso su voluntad por encima de la ley húngara. Decenas de miles de personas participaron de la marcha por el Día del Orgullo gay en Budapest, pese a las advertencias del Gobierno que prometió sancionar con multas de hasta 500 euros a los participantes.

Salvo que los detengan en el aeropuerto o les atrapen en la calle, la vicepresidenta Yolanda Díaz y el ministro de Cultura, Ernest Ortazun no parece que vayan a tener que afrontar el pago de la sanción.

El temor a que hubiera enfrentamientos entre los participantes de la marcha no autorizada promovida por el alcalde Gergely Karácson y prohibida expresamente por ley, y la contramarcha, autorizada y convocada a la misma hora y en el mismo lugar, no se concretó. La Policía reaccionó a tiempo y desvió ésta última lo suficiente para que no se registrasen incidentes violentos, aunque antes intentó desviar la del Orgullo.

Tampoco los agentes, como había confirmado Viktor Orban el viernes, intervinieron para dispersar a la avalancha humana que recorrió las calles del corazón de la capital húngara.

Si se cumple lo previsto, según la prensa crítica con el Gobierno, habrán registrado en sus cámaras los rostros de los manifestantes para poder identificarlos con sistemas de reconocimiento facial con el fin de comunicarles las sanciones que les podrían aplicar.

Salvo sorpresa de último momento, (se tardarán horas en recuperar la normalidad en las calles) la concentración transcurrió en paz, aunque se registraron algunos enfrentamientos verbales con vecinos contrarios a la marcha.

Con la participación de decenas de miles de personas, entre ellas numerosos políticos y unos 70 diputados de toda Europa, el Orgullo 2025 de Budapest transcurrió en un ambiente festivo. El cartel y las consignas que les unían recorrió las calles del centro de la capital húngara: «La libertad y el amor no pueden ser prohibidos».

Aunque en el referéndum que organizó el Gobierno de Orban, un 96 % de la población estuvo a favor de prohibir este tipo de manifestaciones públicas, –para proteger el desarrollo del menor–, una reciente encuesta realizada por el instituto demoscópico Publicus indica que el 78 % de la gente en Budapest está en contra de la prohibición.

La ley que prohíbe estas exhibiciones, impulsada por el Fidesz, el partido de Viktor Orban, establece que se pueden prohibir eventos públicos si éstos ponen en peligro el desarrollo «adecuado» de los menores de edad.

Yolanda Díaz y Ernest Urtasun, en su condición de miembros del Gobierno, acudieron a Budapest a respaldar las movilizaciones pese a saber que estaban desafiando una ley húngara y lo hicieron como parte de su agenda oficial.

El Gobierno de Orban envió esta semana una circular a las embajadas advirtiendo que la participación en esta convocatoria tendría consecuencias. Las únicas posibles ahora son las multas.

El alcalde de Budapest, Gergely Karácsony, decidió incluir la Marcha del Orgullo dentro de un evento municipal capitalino, que en su opinión no requiere permiso ni registro de parte de las autoridades.

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