Embaucamiento suicida
Lo único bueno que podría salir de la ONU es su disolución, pervertido irremisiblemente ya aquel noble proyecto del siglo pasado hasta convertirse en una maquinaria implacable de promoción de la mentira
Dentro de medio siglo, si aun existen países en los que sea posible investigar, escribir y debatir en libertad sobre la historia, sobre la política y el pasado, se estudiará con asombro e incredulidad la colosal operación de embaucamiento de todo Occidente a la que asistimos. Y que ayer quedó simbolizada en esta salida en tropel de delegados de la Asamblea de la ONU cuando habló el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu.
El jefe de Gobierno de una diminuta democracia rodeada de despotismos sangrientos era objeto de la afrenta ya no solo de esa mayoría de tiranías y siniestras dictaduras que siempre quisieron destruirla. También se sumaron al insulto los delegados de muchos países occidentales que hasta hace poco defendían a Israel, algunos pretenden incluso seguir haciéndolo, pero que con pocas excepciones se han alineado, algunos de forma radical y obscena otros con más disimulo, con todas las fuerzas y los países cuyo objetivo es la desaparición de ese diminuto país del mapa.
La Asamblea General de la ONU era el sitio ideal para una canallada de este tipo porque no hay en el globo un lugar de mayor concentración de cochambre moral y mugre totalitaria. Para esto sirve la ONU, la organización corrupta hasta el tuétano que paga Occidente para destruir a Occidente. Lo único bueno que podría salir de la ONU es su disolución, pervertido irremisiblemente ya aquel noble proyecto del siglo pasado hasta convertirse en una maquinaria implacable de promoción de la mentira y de imposición de políticas criminales de ingeniería social y despotismo socialista enemigo de la civilización occidental, de la libertad y la verdad. Esperemos que Donald Trump o quien le suceda tome en algún momento la decisión de dejar de pagar a ladrones y tiranos con sus ejércitos de funcionarios dedicados a planes para esclavizar hasta el último rincón del planeta.
Este embaucamiento de todo Occidente con la globalización de la propaganda de una organización terrorista, de las más monstruosamente asesinas del mundo, podría en el futuro considerarse el principio de la fase principal del desmantelamiento de Occidente como una comunidad de países basada en el culto a virtudes y valores comunes sobre la base de la racionalidad, el respeto a la verdad y la libertad del ser humano, sagrado en su dignidad, creado a imagen y semejanza de Dios, sobre la base de esta cristiandad que solo Donald Trump recordó en un homenaje al único genocidio hoy real que es el que perpetran los islamistas contra los cristianos en África y que a nadie interesa. Están todos centrados en un genocidio que no existe y que han creado como lema falaz de esa propaganda de eficacia total que vomitan todos los medios todos los días a todas horas en todos los países.
Nunca se ha asistido a un hechizo propagandístico de semejantes dimensiones, cuyo alcance global y eficacia política deja en un torpe ejercicio de diversión local el embrujo del nacionalsocialismo alemán, del fascismo o de la fiebre comunista de los soviet que se está produciendo actualmente hasta llevar a las sociedades más eficaces, más informadas y de mayor bienestar llevarla a su automutilación, su indefensión y preparar su destrucción desde dentro y desde fuera.
Los políticos y gobernantes de los países occidentales son en su inmensa mayoría mediocres equilibristas sobre los humores de los votantes. Eso en unas democracias erosionadas por la permanente invasión de gentes enemigas de la libertad y el respeto al ser humano y además hermanas en el fanatismo de su ideología religiosa destructiva de los terroristas de Hamás que se han convertido entre todos ellos en los guionistas de la farsa. Ahora ya casi han conseguido que todos los países occidentales le den toda la razón a Hamás.
Y así se la dan también, la razón, a las turbas musulmanas que cada día con mayor procacidad ocupan el espacio público en las calles de ciudades y pueblos de los países occidentales. Que perfectamente organizadas y motivadas en esta operación del embaucamiento han tomado las calles para proclamar que son suyas. Y de hecho ya controlan cada vez más barrios, donde usan la violencia y la intimidación siempre que lo creen necesario seguros de su impunidad.
Ya no se trata de majaderías como la presión para los dos estados que quieren imponer. Cuando no hay palestinos que quieran dos estados. Por mucho que lo pretendan los corruptos de la Autoridad Palestina que viven de eso y que son la autoridad con menos autoridad del mundo que sin la protección de Israel sería devorada en días por Hamás y otros grupos que son los que van a capitalizar estas jornadas de vergüenza de Nueva York. Se trata de que el pulso que le quieren ganar a Israel se lo ganan a Occidente. Y algunos ya solo confiamos en que Israel aguante y gane esta guerra como la tiene que ganar, aniquilando a Hamás como se aniquilo al nazismo con todo el dolor que producían las muertes civiles de alemanes y las ciudades destrozadas. Que Israel gane y que las naciones occidentales reaccionen y se deshagan de los corruptos, cobardes, débiles e insensatos que los gobiernan y comiencen a aprender a defenderse de la misma amenaza que tiene Israel porque la existencia de esas naciones europeas y americanas del sur, del centro y del norte, de todo Occidente está tan en juego como la existencia de la pequeña democracia mediterránea.