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20 de abril de 2024

Ignacio Herrero Álvarez

Ignacio Herrero Álvarez, sexto marqués de Aledo y expresidente del Banco Herrero (actual Sabadell)

El marqués de Aledo (1942-2021)

La mejor representación del desarrollo económico e industrial de Asturias

Intentar comprender Asturias sin lo que ha significado para la misma el Banco Herrero, y lo que ha supuesto Ignacio en este proceso, es un ejercicio estéril

Ignacio Herrero Álvarez
Nació el 27 de septiembre de 1942 en Madrid, donde falleció el 31 de diciembre de 2021.

Ignacio Herrero Álvarez

Presidente del Banco Herrero

Desarrollo durante décadas su labor en el banco Herrero al que convirtió en pionero de lo que se llamaría la responsabilidad social corporativa. Tenía un hondo sentido de la responsabilidad y de compromiso con el legado familiar recibido. Intentar comprender Asturias sin lo que ha significado para la misma el Banco Herrero, y lo que ha supuesto Ignacio en este proceso, es un ejercicio estéril.

Siempre es difícil escribir unas líneas en memoria de una persona a la que admiras que ha fallecido, porque resumir en unas pocas palabras tantos buenos sentimientos y recuerdos se convierte en una tarea casi imposible.
Evocar la personalidad y la amistad de Ignacio Herrero es para mí, a un tiempo, un consuelo y un ejercicio de melancolía. Él es quien mejor representaba la estrecha vinculación de su familia al desarrollo económico e industrial de Asturias a lo largo de todo el siglo XX. Una familia que hizo posible, con otras sagas regionales ilustres, la definitiva transformación del Principado y el cambio en la calidad de vida de la sociedad asturiana.
La positiva influencia ejercida por el Banco Herrero se extendió, así, durante décadas en nuestra tierra y no resulta exagerado decir que el banco y sus fundadores e impulsores forman ya parte definitiva de las señas de identidad de Asturias.
Ignacio Herrero, al igual que su padre, se formó en Inglaterra y en Madrid. Ya en su etapa de estudiante puso de manifiesto su aguda inteligencia y su firmeza de carácter. Familiarizado, por razones obvias, con la actividad financiera e industrial, su mandato estuvo guiado por la prudencia. Eran unos tiempos en los que nuevos aires comenzaban a estar presentes y, a veces, generaban incertidumbre en una actividad poco proclive a los cambios bruscos.
Baste recordar los avatares sufridos por algunas entidades de ese campo en el cambio de siglo y, sobre todo, por miles de sus accionistas, para valorar y agradecer de manera extraordinaria que Ignacio haya sabido anteponer a sus legítimos intereses personales y familiares, la solidez y proyección de futuro de una actividad casi centenaria.
Ignacio no solo intuyó cuáles iban a ser las líneas maestras de la actividad financiera, sino que la llevó a cabo durante décadas compatibilizándola con una intensa responsabilidad social, cuando ésta aún no se llamaba así y constituía una rara excepción. Al Banco Herrero le «debe» mucho la Universidad de Oviedo, por el soporte dado a cátedras, jornadas y becas, entre otras iniciativas, así como nuestra cultura con mayúsculas, de la que es buen ejemplo la extraordinaria antología de Pintores asturianos, una obra de referencia en el mundo cultural y artístico. Y no podemos olvidar el apoyo pionero y firme al Festival de Ópera, hecho al que quizás no fuera ajena su enorme sensibilidad artística y su amor por la cultura y el conocimiento. Ignacio fue también varios años, con gran compromiso y constante apoyo, patrono de la Fundación Príncipe de Asturias.
Ignacio Herrero, casado con Ágata Pidal, descendiente del marqués de Villaviciosa, heredó a su vez el marquesado de Aledo, que siempre entendió como un compromiso con la sociedad y nunca como reconocimiento personal o distinción acreedora de ningún privilegio. Fue padre de cinco hijos en los que volcó todo su afecto y que fueron, junto a su mujer, el mejor soporte en su dura y larga enfermedad.
Con un acentuado e inteligente sentido del humor «británico» que dejaba entrever en ocasiones, era de tendencia reservada, salvo si practicaba la mayor de sus aficiones, disfrutar de la naturaleza y sobre todo de la montaña, donde por unos momentos parecía olvidarse de sus muchas obligaciones, disfrutaba de la compañía de sus amigos y mostraba su faceta más expansiva.
Vecinos del mismo edificio en Oviedo, por razones de edad se encontraba a medio camino entre mi padre y quien escribe estas apresuradas líneas, lo que no ha sido obstáculo para que haya yo podido apreciar en su destacada trayectoria profesional el esfuerzo y rigor con que siempre persiguió llevar a cabo su cometido, así como su hondo sentido de la responsabilidad y de compromiso con el legado familiar recibido.
Intentar comprender Asturias sin lo que ha significado para la misma el Banco Herrero, y lo que ha supuesto Ignacio en este proceso, es un ejercicio estéril. Y es que se trata de una historia común de más de cien años que ya forma parte del ADN de varias generaciones de asturianos. Y, desde luego, de la mejor Asturias, la que queremos todos, con la que tanto se identificó siempre.
Descanse en paz.
Luis Fernández-Vega Sanz es oftalmólogo
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