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25 de abril de 2024

Bao Tong

Bao TongAFP

Bao Tong (1932-2022)

El alto cargo del comunismo chino que se convirtió en un disidente de referencia

Mano derecha del reformista Zhao Ziyang, su apoyo a los estudiantes de Tiananmen se saldó con una prolongada estancia entre barrotes

Bao Tong
Nació el Haining (China) el 5 de noviembre de 1932 y falleció en Pekín el 9 de noviembre de 2022.

Bao Tong

Educado en la liberal Shanghái de los años treinta y cuarenta, creyó, hasta 1989, que sus ideales se podían plasmar a través de una lenta reforma desde dentro del maoísmo. Los acontecimientos fueron por otros derroteros y pagó su compromiso con siete años de cárcel y con represión a fuego lento hasta el final de su vida.

Bao Tong adhirió al Partido Comunista de China (PCCh) en 1949, año del triunfo definitivo de Mao Zedong sobre Chiang Kai Shek, y escaló pacientemente todos sus peldaños hasta convertirse, a principios de los ochenta, en la mano derecha del nuevo líder, el reformista Zhao Ziyang. Los estratégicos cargos que desempeñaba Bao eran secretario político de Zhao, director de la Oficina de Reforma Política del PCCh, de cuyo Comité Permanente del Buró Político del Comité Central fue, asimismo, miembro. En este último órgano, de nombre interminable, se dirime con frecuencia la suerte política de China.
Desde esas posiciones, Bao impulsó los tímidos intentos aperturistas de Zhao, incluido un convenio de colaboración con una entidad controlada por George Soros, dialogando con intelectuales y empresarios. El momento cumbre de la influencia conjunta Bao se produjo en el decimotercero congreso del PCCh, en cuyo discurso final Zhao incidió en el carácter inevitable de las reformas, pero «dentro del socialismo».
El lento proceso, que nunca prometió directamente una democracia al estilo occidental, sino que apostaba por una estrategia del «paso a paso», se aceleró en la primavera de 1989, mediante el movimiento estudiantil cuyo epicentro era la Plaza Tiananmen. Sus líderes veían en Bao a una de sus esperanzas.
El sueño se truncó el 28 de mayo, cuatro días antes del inicio de la sangrienta represión, al ser detenido Bao, que fue acusado de «revelación de secretos de Estado y propaganda contrarrevolucionaria», y condenado a siete años de cárcel y a dos de privación de sus derechos políticos. Una pena que cumplió íntegramente en régimen de aislamiento.
Una pena a la que se añadió otra dosis de suplicio: El 27 de mayo de 1996, cuando debía ser puesto en libertad tras cumplir su condena, fue retenido en el complejo gubernamental de Xishan, a las afueras de Pekín, durante un año más, hasta que su familia accedió a mudarse de su apartamento en la ciudad a uno directamente asignado por las autoridades, donde se instaló una puerta vigilada las 24 horas del día, así como varias cámaras de seguridad.
Los visitantes eran controlados, el teléfono estaba intervenido o cortado por completo, y los movimientos de Bao sometidos a una vigilancia completa e implacable, que no flojeó cuando el ya disidente logró cambiarse de vivienda. Bao también pagó su valentía en el plano personal: a su hijo Bao Pu no le quedó más remedio que exiliarse en Estados Unidos, donde, eso sí, logró publicar las memorias de Zhao.
Con todo, Bao concedía entrevistas a cuentagotas a medios extranjeros de las que se desprendían la vigencia de su ideal reformistas y críticas apenas veladas a la élite que rige los destinos de China. En los últimos años, lanzaba sus mensajes a través de una cuenta de Twitter abierta a través de una Vpn y que fue cerrada en octubre pasado, en los días que precedieron a la celebración del vigésimo congreso del PCCh.
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