Precursor de la telebasura

La historia de Estados Unidos rebosa de trayectorias de personas que triunfaron habiendo partido de la nada. Mas pocas como la de Jerry Springer, que aprovechó las oportunidades que le brindaba su país de acogida para dejar huella como el precursor de la telebasura. El Show de Jerry Springer se estrenó en Estados Unidos en 1991 y al principio se sindicó como un riguroso y solvente programa de entrevistas centrado en temas de actualidad. Sin embargo, los índices de audiencia eran bajos y el presentador, tras haber cambiado de productor, se adentró paulatinamente en el universo de la ordinariez.

Tres años después, el producto televisivo ya se había convertido en un cutre campo de batalla centrado en sacar las pulsiones más animalescas de todos y cada uno de sus invitados: los tristes, los derrotados, los enfermos y demás resentidos eran sacados de sus ambientes y animados a proyectar sus miserias personales ante una audiencia convenientemente excitada, con Springer haciendo las veces de cínico maestro de ceremonias: al final de cada episodio, les aprobaba dándoles el visto bueno o el no en su «Pensamiento Final», una homilía que pretendía extraer alguna moraleja de los restos del naufragio.

Los participantes en el programa eran seleccionados por vía telefónica, teniendo que superar un filtro de preguntas de mal gusto: ¿Tienes una aventura, pero crees que es culpa de tu amante si te está engañando? Pulse 1... ¿Alguien intenta robarle a su amante y quiere enfrentarse a él en el programa? Pulsa 2... ¿Tienes un estilo de vida inusual que escandaliza a tus amigos y familiares? Pulsa 3... ¿Eres tan obeso que apenas puedes moverte o salir de casa?». Y así sucesivamente.

Baste decir que los productores del programa se guiaban por el lema «Ningún tema es demasiado indecente, ningún individuo es demasiado patético». El Show de Jerry Springer se mantuvo en antena, a través de diversos canales, hasta 2018, dedicándose su presentador a otras colaboraciones mediáticas.

Los inicios de Springer estaban muy alejados de la pequeña pantalla: licenciado en Humanidades y doctor en Derecho, pronto se interesó por la política. Su sólida formación llamó la atención del equipo de campaña presidencial de Robert Kennedy, que le incorporó como asesor. El asesinato del candidato puso un final abrupto a la aventura, si bien no al interés de Springer por la cosa pública. Fue hábil al replegarse temporalmente en un bufete de abogados de Cincinnati antes de emprender su propio itinerario electoral. El primer intento, un escaño en la Cámara de Representantes en 1970, fue fallido.

Pero al cabo de unos meses, logró un escaño de concejal en su ciudad de adopción de la que fue elegido alcalde en 1977; solo por un año, debido a los equilibrios políticos locales. En 1982, se presentó a las primarias del Partido Demócrata para ser gobernador de Illinois: el fracaso fue estrepitoso, por lo que abandonó la política y retornó a la abogacía. Sobre todo retomó la práctica de la pequeña pantalla, una afición juvenil, en un canal local irrelevante, cuyas audiencias apuntaló rápidamente. Fue la antesala de su exitoso show.