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28 de abril de 2024

Consuelo Loera

Consuelo LoeraEFE

María Consuelo Loera (1929-2023)

La taimada madre de «El Chapo» Guzmán

Su hijo la rodeó de todo tipo de lujos para corresponder el amor recibido y puede que también para que no tuviera la tentación de colaborar con la Justicia.

María Consuelo Loera
Nació en Badiraguato (Sinaloa) en 1929 y falleció el 10 de diciembre de 2023 en Culiacán (Sinaloa)

María Consuelo Loera Pérez

Ejerció con tranquilidad y sin remordimientos el papel de madre de «El Chapo». Nunca soltó uno de los numerosos secretos que se lleva a la tumba.

En un lío se metió Andrés Manuel López Obrador aquel día de marzo de 2020 en que, durante una visita al Estado de Sinaloa, estrechó públicamente la mano de María Consuelo Loera, madre de Joaquín «El Chapo» Guzmán, uno de los mayores narcotraficantes de la Historia, que por aquel entonces ya había empezado a cumplir su condena a cadena perpetua en una cárcel de alta seguridad en Estados Unidos.
Le pidió que le ayudara a obtener un visado estadounidense para que un familiar suyo pudiera visitar a su hijo, que cumple cadena perpetua en una prisión de máxima seguridad en Colorado. López Obrador calificó el encuentro con María Consuelo Loera como un gesto de respeto a una mujer mayor, «independientemente de quién sea su hijo». «Si le doy la mano a delincuentes de cuello blanco», añadió cínicamente el presidente de México, «¿cómo no se la voy a dar a una señora?».
La señora en cuestión nunca fue acusada de tener papel alguno en el entramado criminal de su hijo. En cambio, pasó gran parte de sus últimas décadas de vida dentro de un complejo lujo, construido por el más famoso de sus siete hijos, temeroso de que sus rivales en el universo del narcotráfico pudieran atacarla a modo de venganza. También, quizás, para que no escapara y se le ocurriera contar sus muchos secretos: estaba vigilada las veinticuatro horas del día por secuaces de probada lealtad a «El Chapo» en un rancho cercano a La Tuna, la aldea familiar ubicada en el corazón del «Triángulo de Oro» por su historia de cultivo de marihuana y opio.
Si lo deseaba, disponía inmediatamente de coches todoterreno y hasta de un avión privado. La lista de comodidades no era, por supuesto, exhaustiva. Un lujo con el que Loera ni soñaba cuando vino al mundo en un hogar humilde de Badiraguato (Sinaloa), en el que no había luz ni agua corriente. Pronto se casó con Emilio Guzmán, un humilde ganadero que, para criar a los siete hijos que tuvo con María Consuelo, cuatro varones y dos mujeres, completaba sus ingresos con pequeñas operaciones ilegales, entre ellas el tráfico de marijuana. Así nació la saga.
O más bien la peculiar leyenda de «El Chapo», el más listo de sus retoños. Si la madre se negó a abroncarle cuando amasaba sus primeros ingresos ilícitos, ¿por qué le iba a condenar en público cuando se convirtió en un delincuente de fama planetaria? «Una educa a sus hijos como puede y luego ellos hacen lo que entienden», tuvo la osadía de contestar a un reportero. Con ese tipo de taimada respuestas atendía las numerosas solicitudes de los medios.
Para entender la relación entre madre e hijo, hay que retrotraerse a la entrevista que Sean Penn le hizo a «El Chapo» cuando éste ya estaba en búsqueda y captura. «Ves mucho a tu madre?», pregunta el actor. Respuesta: «Todo el tiempo. Esperaba que nos viéramos en mi rancho y que conocieras a mi madre. Ella me conoce mejor que yo a ella». Todo está dicho.
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