Un obispo todoterreno

Monseñor Esteban Escudero Torres, pese a que su renuncia como obispo auxiliar de Valencia le había sido aceptada en marzo de 2021 por el difunto Papa Francisco- se ha mantenido activo hasta el final de su vida. Baste decir que en enero pasado aún encontró fuerzas para impartir un seminario de once conferencias -duró hasta bien entrado abril-, organizado por el Instituto Diocesano de Ciencias Religiosas de la Archidiócesis de Valencia. Durante tres meses, el antiguo obispo auxiliar habló a los asistentes sobre las tres religiones monoteístas, tanto en clave histórico-religiosa como de actualidad.

Una prueba más, la última en este caso, de su apego a la Iglesia valenciana, a la que dedicó la práctica totalidad de su rica trayectoria eclesial. La excepción fue el lustro transcurrido entre 2010 y 2015, en el que rigió los destinos de la diócesis de Palencia, en la que sucedió al muy mediático monseñor José Ignacio Munilla Aguirre, recién destinado a San Sebastián.

Palencia fue la única diócesis en la que monseñor Escudero ejerció como obispo titular. Eso sí, marcando la estadística, pues era el número 100 en el episcopologio oficial de la ciudad castellana. Allí llegó por elección de Benedicto XVI. Aunque las dimensiones y fisionomía de su nuevo destino diferían mucho de las de su Valencia natal, monseñor Escudero se integró plenamente en su tierra de acogida: la prueba está en el comunicado que la Diócesis de Palencia ha publicado a raíz de su fallecimiento, en el que se destaca «el profundo agradecimiento por la entrega pastoral» de monseñor Escudero.

Mas la base natural de operaciones de monseñor Escudero era la capital del Turia. Por eso aceptó volver a ella a su anterior e inferior rango de obispo auxiliar. Se trata de un hecho infrecuente en las carreras eclesiales. En el caso de monseñor Escudero, se completó con el hito de haber servido consecutivamente a tres cardenales arzobispos: Agustín García-Gasco, Carlos Osoro y Antonio Cañizares, si bien fue otro arzobispo, aunque no purpurado, monseñor José María García Lahiguera -hoy en proceso de beatificación- quien de verdad le influyó en sus inicios. Por ejemplo, al permitirle ampliar sus estudios -licenciatura en Teología en Salamanca, doctorado en Filosofía en la Gregoriana- con una licenciatura en Filosofía civil.

Un sólido bagaje que permitió a monseñor Escudero ser un «todoterreno» de la Iglesia: fue antes de ser nombrado obispo, y la lista no es exhaustiva, vicario episcopal, profesor universitario, formador de laicos y canónigo de la Catedral de Valencia. ¿Se puede pedir más a un hombre de Dios?