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Consuelo Monreal acompaña a su marido, el ex policía nacional José María Izquierdo

Consuelo Monreal acompaña a su marido, el ex policía nacional José María IzquierdoEl Debate

Consuelo Monreal Lana (1941-2025)

Un ejemplo para todos los pamplonicas

Consuelo
Nació en Obanos (Navarra) el 1 de enero de 1941 y falleció en Pamplona el 22 de noviembre de 2025)

Consuelo Monreal Lana

Esposa de víctima de ETA

En estos momentos a Consuelo hay que agradecerle su entrega y el ejemplo dado. Seguro que Dios le habrá acogido en su seno y desde allí seguirá cuidando de José María.

Salvo a sus familiares y amistades, a pocos más les dirá algo el nombre de Consuelo Monreal Lana. Pero Consuelo ha sido un gran ejemplo para todas las personas que vivimos en esta ciudad pues, durante más de 40 años, para ser exactos durante 40 años, 6 meses y 15 días, ha sido el apoyo y la persona que siempre ha estado al lado de su marido, José María Izquierdo que, el 7 de mayo de 1985, cuando tenía 45 años de edad, sufrió un terrible atentado de la organización terrorista ETA.

José María era teniente de la Policía Nacional y esa mañana, cuando salió de su domicilio en la calle Monasterio de Fitero de Pamplona, al arrancar su coche, explosionó en él una bomba compuesta de kilo y medio de Goma 2 que le seccionó las dos piernas, un brazo y le hizo perder gran parte de la audición. A pesar de la gravedad de las lesiones, salvó la vida gracias a un alarde de eficacia de un sargento de la Policía Municipal que estaba próximo a ese lugar y que, con tres cinturones de otros tantos viandantes, consiguió cortarle en gran medida el flujo de sangre.

Aunque el único «pecado» cometido por José María Izquierdo era el de ser un servidor del orden y vestir un uniforme, de sus labios, de los de su esposa y de los de sus hijas, Olga y Susana, lo único que han salido han sido palabras de perdón para los que le quisieron matar. El propio José María, marcó la pauta cuando, tan sólo tres días después de su atentado, hablando de sus verdugos, dijo: «ni les guardo rencor, ni odio, ni siquiera deseo verlos en mi situación», «no se puede vivir con odio, solo queremos justicia», al tiempo que añadió que «si lo que quieren es eliminarnos o que nos marchemos de aquí, no lo van a conseguir, me voy a recuperar y nos vamos a quedar a vivir en Pamplona».

Desde entonces han pasado 45 años en los que, tanto a él como a Consuelo, desde el primer momento, manteniendo el anonimato y sin pretender ningún tipo de protagonismo, se les ha podido ver por las calles de Pamplona, con una sonrisa en sus labios, sin rencor, dando a todos una gran lección de discreción, de saber perdonar y de mirar hacia adelante en la vida, guardando en su interior el dolor y el sufrimiento.

En estos momentos a Consuelo hay que agradecerle su entrega y el ejemplo dado. Seguro que Dios le habrá acogido en su seno y desde allí seguirá cuidando de José María. En su esquela pone: «Fuiste un ángel en la Tierra y lo serás en el cielo». No tengo la menor duda de ello.

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