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28 de marzo de 2024

HorizonteRamón Pérez-Maura

Napoleonchu y su pelotillero designado

Cuando te excitas con el insulto, se te nublan algunos detalles. Y también se te olvida que no eres el embajador de un partido, ni de un Gobierno. Eres el embajador del Rey de España. Pero todo es superable y eso le da igual al ministro y a su designado

Actualizada 01:30

Vivimos tiempos sorprendentes dentro de la Carrera Diplomática. La conjunción de su jefe, Napoleonchu, con algunos de sus subordinados es verdaderamente sorprendente. Tras el Consejo de Ministros del pasado martes ha sido nombrado embajador en la República de Irlanda un diplomático de bastante larga trayectoria, aunque con sólo una embajada –desde luego mayor–: la India y las que lleva aparejadas. El agraciado, Ion de la Riva, se declara en su perfil de Twitter «vasquista y socialista» y tiene en redes sociales –o ha tenido– declaraciones incluso en favor del independentismo catalán.
De la Riva tuvo una gran entrada en la carrera en tiempos de Paco Fernández-Ordóñez y Luis Yáñez-Barnuevo, quienes dieron manga ancha a una nueva generación de diplomáticos que defenestraron a varias promociones de ilustres servidores de España. Nunca ha ocultado su militancia socialista –aunque en algún momento dijo haber quemado el carnet del partido– ni su homosexualidad: está –según la legislación española– casado con un hombre.
Según contó en su momento De la Riva a sus compañeros de la carrera –parece ser que es muy locuaz y bastante expansivo–, Napoleonchu le ofreció la embajada de España en Buenos Aires y De la Riva la rechazó, aparentemente por la distancia. Conociendo a Napoleonchu, que alguien le niegue un honor como es ser embajador de España en Buenos Aires desata su furia. Así que, consciente de su error, don Ion se apresuró a intentar enmendar su error. Empezó a hacerle la pelota en las redes sin pudor.
Cuando el 11 de junio el exministro García-Margallo –que no es santo de mi devoción– denunció, a raíz del acuerdo de España y Marruecos sobre el Sahara, que «Marruecos capta bien la debilidad», Ion de la Riva le llamó en Facebook «El cretino de malgallo» haciendo prueba de un ingenio literario difícil de igualar. El 23 de julio puso en el objetivo a Alberto Núñez Feijóo por comprometerse a derogar la llamada Ley de Memoria Democrática diciendo que «el franquismo que reclama la derecha española la aparta de toda consideración democrática la indecencia les lleva a identificarse con los verdugos del 36 y burlarse de las víctimas del golpe, de la guerra y aún se atreven a criticar esta ley y anunciar que la aplastarán una pesadilla, algo incomprensible en Portugal, Italia o Alemania Que Dios los perdone porque yo desde luego que NO (sic)». ¿Se puede ser más sectario? Y para ser un diplomático de carrera y un hombre tan interesado por la cultura, podría aprender a redactar y puntuar. Pero cuando te excitas con el insulto, se te nublan esos detalles. Y también se te olvida que no eres el embajador de un partido, ni de un Gobierno. Eres el embajador del Rey de España. Pero todo es superable y eso le da igual al ministro y a su designado. El 25 de agosto comentaba un blog del periódico Publico.es bajo el titular «Leichtfertigkeit Feijóo» (Superficial Feijóo) diciendo «Pedro Sánchez 4 ever pleaseee» y, por no citar más, recordemos como el 26 de septiembre mencionó en su cuenta de Facebook una entrevista en Publico.es a Ana Pontón, portavoz nacional del BNG, en la que afirmaba que «El BNG ya es una alternativa real al PP en Galicia». No hay que olvidar a los aliados del Gobierno.
Con estas credenciales era evidente que antes o después recuperaría el favor de Napoleonchu a pesar de que en pasados destinos ha demostrado no ser un estajanovista y sí mostrarse bastante relajado con sus obligaciones administrativas. Todos coinciden en que es un diplomático muy inteligente y simpático. Pero, sobre todo, en que es un sectario de libro, como él mismo pone de manifiesto en las redes sociales. Y si eres un sectario del lado correcto, con Napoleonchu lo tienes todo ganado. Aunque le hicieras un feo negándole la gran embajada que te ofreció. Ahora a Dublín. Mucho más cerca de Galicia. Tan cerca de sus afectos.
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