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24 de abril de 2024

Cosas que pasanAlfonso Ussía

La Nobel

Mucho me temo que mi interés por leer a la señora o señorita Annie Ernaux no está en condiciones de crecer después de ser premiada con el Nobel

Actualizada 01:30

La escritora Annie Ernaux ha sido galardonada con el Nobel de Literatura. No tengo el gusto. Ni de conocerla ni de haber leído ni un renglón de su obra magna. Cosas de los nórdicos. Tengo escrito que los miembros del jurado del Nobel de Literatura se reúnen en Estocolmo una vez cada año con algunas copas de más. Como los noruegos que conceden el Nobel de la Paz, que lo hacen en Oslo en plena y divertida borrachera. Salvo excepciones, el Nobel de Literatura es un premio político bastante amañado. De Annie Ernaux solamente tengo referencias por una sintética descripción de Juan Carlos Girauta. Extrema izquierda, odio a Israel, y poco más.
Don Ramón María del Valle-Inclán, que podría haber sido Nobel de Literatura y algo más, no tragaba al cursi y mediocre don José de Echegaray que, sorprendentemente, fue premiado con el Nobel. Don Ramón tenía muy mala uva. En el Café Guría de San Sebastián, la tertulia de Valle-Inclán era vecina de mesa de la tertulia de don Pedro Muñoz-Seca. A don Ramón le dolía que las liquidaciones de la Sociedad de Autores de don Pedro eran muy superiores a las suyas. Y midiendo su voz mientras se mesaba la barba, intentó descolocar a don Pedro. «Querido don Ramón, por mucho que se ordeñe la barba no le va a salir toda la mala leche que lleva en su interior». A pesar de esa pequeña trifulca de tertulia, el mayor elogio que recibió en su vida el teatro de Muñoz-Seca le llegó de un escrito de Valle-Inclán.
Don Ramón se divertía asistiendo y pateando los estrenos de Echegaray, el Nobel. En uno de ellos, un personaje masculino definía de esta manera a la mujer amada: «Es una mujer con nervios de acero bajo una piel de seda». Don Ramon, que ceceaba, se incorporó de su butaca y exclamó en plena representación: «¡Ezo no ez una mujer, ezo ez un paraguaz!» Y a él se debe un epigrama celebrando el Nobel de Echegaray, en el que aprovechó para dejar en mal lugar a un crítico teatral apellidado Urrecha.
En Bombay, dicen que hay
Terrible peste bubónica.
Y aquí, Urrecha hace la crónica
De un tostón de Echegaray.
¡Están mejor en Bombay!
Este epigrama inspiró al poeta José Antonio Medrano muchos años después para festejar el ingreso en la Real Academia Española de Juan Luis Cebrián, director de El País, que en su novela La Rusa se empeñó repetidas veces en escribir «clítoris» con «x» final, es decir, «clítorix».
En Ceylán dicen que están
Sufriendo gran epidemia.
Y aquí, la Real Academia
Admite a Juan Luis Cebrián.
¡Están mejor en Ceylán!
Mucho me temo que mi interés por leer a la señora o señorita Annie Ernaux no está en condiciones de crecer después de ser premiada con el Nobel. Ella misma ha dicho que la escritura no es arte, sino política. Su odio a Israel y los judíos –es un suponer–, convierte a Himmler en un mero discordante del sionismo. Lo curioso es que el jurado del Nobel de Literatura se dedique a sorprendernos con una nueva extravagancia. Quizá la culpa es mía, por no haber preguntado jamás en una librería por la última obra de Annie Ernaux.
Y acepto mi culpa. Tendré que leer lo que escribe el crítico literario de El País. O mejor, lo dejo estar, que tampoco es para molestarse en exceso.
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