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30 de abril de 2024

GaleanaEdurne Uriarte

Empoderadas con Jenni

Resulta que empoderarse es darte un beso con Rubiales, celebrarlo con tus compañeras de selección, declarar que era un simple beso consentido de celebración, y cambiar tu versión tres días después

Actualizada 01:30

Cierto que ha habido muchos hechos graves en la democracia española en 2023. Pero no minusvaloremos el de la degradación de la igualdad de sexos. Lo de Jenni Hermoso hablando de «empoderamiento» y de «igualdad» en las campanadas de TVE fue toda una burla a las mujeres. Cuando su caso, el caso Hermoso/Rubiales, es uno de los golpes más serios a la igualdad de 2023. Coronado por la invitación de TVE a Hermoso para dar las campanadas, junto a la habitual pareja del mayor y la jovencita ligera de ropa. Es decir, todo el pack del feminismo izquierdista en el broche del año en la televisión sanchista: la mujer débil, manipulada y tutelada por el Estado y la empoderada por enseñar carne junto al señor mayor y bien tapado.
De ahí que muchas mujeres nos preguntemos si hemos avanzado o más bien retrocedido en los últimos 50 años. La situación sería deprimente, si no fuera por la indignación activa que provoca el caso Jenni Hermoso en cientos de miles de mujeres, o por el enorme enfado que año tras año suscitan entre nosotras los casposos espectáculos machistas de las televisiones con las campanadas. Y con el remate insultante de que a esto, a lo de Jenni, o a lo de Mena y Pedroche con los señores mayores y tapados, el feminismo izquierdista lo llame empoderar. Una de esas palabras que se han vuelto ridículas por el brutal contraste entre su supuesto significado, hacerse poderosas, y los hechos.
Resulta que empoderarse es darte un beso con Rubiales, celebrarlo con tus compañeras de selección, declarar que era un simple beso consentido de celebración, y cambiar tu versión tres días después, tras ser llamada por la Fiscalía de Sánchez para sugerirte presentar una denuncia. O que empoderarte es dejarte manipular por el feminismo victimista del Gobierno y mentir al juez y a la opinión pública. O que empoderarte es acusar falsamente a un hombre, confirmar lo fácil que es presentar denuncias falsas en España, y perjudicar gravemente a las muchas acusaciones verdaderas de acoso y de violencia. Y además, celebrarlo en la televisión pública, y pagando a la protagonista del montaje.
Empoderarte es también, según la televisión sanchista, y casi todas las demás, competir por enseñar carne junto a señores mayores y tapados hasta las orejas, por aquello de que ellos están ahí por su talento y ellas por su belleza y por su arte en desnudarse, como demuestra la campeona en la materia, Cristina Pedroche. «Empoderarte con bragas y sujetadores», lo tituló en un inteligente artículo la escritora Najat El Hachmi, ilustrando a la perfección las imágenes de las mujeres en una buena parte de la publicidad y del mundo del espectáculo. Y es que tienen la infinita jeta de llamarlo empoderarse, por aquello de cada una gana el dinero o la fama como le parece. Lo que se entiende lo digan las de las bragas y sujetadores, o Pedroche, pero es tremendo que lo secunde el feminismo trasnochado de la izquierda.
Y ahí tenemos los ejemplos y modelos para las niñas y jovencitas fomentados por el propio Gobierno autoproclamado el más feminista de la historia: la futbolista agasajada por denunciar un beso y no por su fútbol, y las chicas encumbradas por su belleza y sus modelitos sexys y sugerentes. O que, niñas, sed víctimas, jóvenes, guapas y sexys, que ya se ocupan ellos de pensar y decidir y de invitaros a las campanadas de fin de año.
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