Negocios familiares
Todos sabíamos, exceptuando a los ministros del Gobierno, que el negocio del padre, ya fallecido, de la mujer del presidente, era la explotación de las saunas gais. En ellas, como administradora, trabajó doña Begoña hasta que su príncipe hortera acudió a besarle los labios
Este texto nada tiene de política. Se trata de una reflexión costumbrista. En España, la costumbre de muchas familias de vivir y enriquecerse con un mismo negocio, es alentadora. Ahí tenemos a los Gómez. Familias apellidadas Gómez abundan. Pero los Gómez más empecinados en mantener un negocio familiar pertenecen a una misma rama. En mi infancia conocí a unos Gómez dedicados a la carpintería durante cinco generaciones. Don Primitivo Gómez fue el fundador, Primitivo su hijo y Primitivo su nieto, ya fallecidos. Primitivín, el biznieto, mantuvo el negocio, y su hijo «Primi» lo liquidó en trance de ruina. Pero hasta llegar a él «La Carpintería Gómez S.L.» fue un gran negocio.
Sin llegar a la exagerada tiranía dinástica de los ingleses era famoso por su brillantez y eficacia, el despacho de abogados «Dobson, Dobson, Dobson & Dobson».
Un cliente español, con problemas fiscales en el Reino Unido, llamó al afamado despacho. —Me gustaría hablar, si es posible, con míster Dobson—; una voz masculina muy distante, británica, le respondió: —Es imposible. Míster Dobson falleció hace una semana—; —en tal caso, ¿podría hablar con míster Dobson? —Hoy es jueves y como es sabido, míster Dobson tiene partido de golf—. —¿Podría pasarme a míster Dobson? —Míster Dobson está en la Corte defendiendo un caso—; —Pues entonces, desearía hablar con míster Dobson—; —Soy yo—.
En España tenemos una familia Gómez, que sin llegarles a los tobillos a los Dobson, se suman al prestigio internacional del negocio familiar con entusiasmo. Son los Gómez de las saunas sexuales y puterías varias. Leo con interés el trabajo de Alejandro Entrambasaguas, que es un texto bien documentado de costumbres poco edificantes. Todos sabíamos, exceptuando a los ministros del Gobierno, que el negocio del padre, ya fallecido, de la mujer del presidente, era la explotación de las saunas gais. En ellas, como administradora, trabajó doña Begoña hasta que su príncipe hortera acudió a besarle los labios y revivirla como a Blancanieves. Pero las familias que se unen en los negocios no dejan de dar sorpresas. Don Francisco Gómez Serrano, hermano de don Sabiniano, está condenado por lucrarse de 11 prostitutas sin papeles ni dadas de alta en la Seguridad Social. Negocios de familia. Muy feminista y prestigioso. La sede de la ejemplar empresa «Kilómetro Ochenta» ya lo dice todo. Los Gómez, humildes, callados, empresarios tenaces, se han constituido como la gran empresa guarrindonga de España, y merecen nuestro encendido aplauso. Porque la explotación de mujeres, el secuestro de sus libertades y sus horarios de «trabajo» los han cumplido a la perfección.
Recuperarán el negocio cuando pase lo que tiene que pasar. Costumbrismo puro. Hacer dinero a costa de la esclavitud de las prostitutas siempre se ha considerado de izquierdas.
Empresarios ejemplares.
Solo sí es sí.