Topos
Comentando el intrigante apagón con un paisano me lo explica a su manera. «Pues parece que todus los plomes de España han saltado al unisexual». Interpreté que quería decir «unísono». Recordé que el último proyecto del franquismo era construir centrales nucleares para garantizar la energía limpia
Nacer topo es una faena de las gordas. Nacer topo, con una visión panorámica que impide la contemplación de tres en un burro o la observación detallada y discreta de una maravillosa mujer con su biquini verde con lunares blanco. mientras toma el sol, es una de las monstruosidades que ofrece la naturaleza a alguna de sus criaturas. Si el topo, al menos, fuera un bicho simpático, sociable y juguetón, tendría algo de razón de ser. Pero no, no tiene nada de simpático y para colmo, es muy feo en todos los sentidos. Destroza las jardines. Los prados en el norte, por mucho que se cuiden y se conviertan en una calle del golf de Valderrama, siempre experimentan la presencia de los topos, que acumulan montañas de arena en torno a sus nada atractivos hogares bajo tierra. Para colmo, la visión de esas pequeñas montañas de arena, llama la atención de los gatos. Los gatos son felinos, y los tigres, leopardos y leones, también. Expulsar vehementemente a un gato invasor, es peligroso. Algunos de ellos me han atacado y no resulta digno, ni en la más estricta soledad, desarrollar una huída frenética del gato topero, que carece de toda documentación de dominio y propiedad de los jardines que vandaliza. Fluye la primavera y aparece, de golpe, la abubilla, con su largo y afilado pico. Pero la abubilla pasa del topo, y se recrea con los gusanos. De niño en el colegio capturamos una abubilla con un ala rota, y nos la llevamos a la clase de griego. La abubilla voló, con mucho esfuerzo, hasta la mesa del profesor de griego. Y le picó en la nariz. Días más tarde falleció de una infección horrrorosa. Cuando fuimos a visitarlo al hospital, todo su rostro había sido colonizado por la nariz. Le organizamos un homenaje en el «Pon Café», que es donde jugaba al dominó con sus más allegados, en la calle de la Reina Victoria. Un homenaje absurdo, porque su lugar lo había ocupado otro y nadie quería detener el dominó para emocionarse con unas palabras que yo había escrito, nada emotivas por cierto.
Y vuelan hacia los sotos y la cercanía de ríos, arroyos y regatos las oropéndolas, aves fascinantes, con su plumaje amarilllo fuerte, y negro en las alas y de verde amarillo más tenue las hembras.Las oropéndolas son las aristócratas de la primavera, y como los abejarucos nos acompañan hasta octubre. Ahora, en España, además de los topos, que al fin y al cabo no entrañan peligro de asesinar a inocentes como las abubillas cabreadas o los gatos que se creen tigres, se han instalados las malditas avispas africanas y orientales, que matan a nuestras abejas y se apoderan con sus enormes nidos – son como los nidos, redondos y perfectos- y a las que hay que eliminar aprovechando las noches. La primavera, cada año que pasa la sangre altera con más provocaciones.
Les cuento la historia. Tendría que haberlo hecho al principio para que no se sintieran engañados. Esta mañana tenía que pasar en la clínica Mompía por mis médicos. Eran las 9 y no se me ocurría nada. El gran Barca, que estaba conmigo y partía hacía Madrid, me dio un consejo.
–Escribe de la primavera y sales del paso.
Lo hice, tomando de rehenes a los topos. Cuando terminaba el artículo, todo se apagó. Y lo agradecí. Lo del topo es una sandez. Al fin llego a la Clinica, y me dicen que todos los servicios de tac, radio y ecografía están sin servicio. Comentando el intrigante apagón con un paisano me lo explica a su manera. «Pues parece que todus los plomes de España han saltado al unisexual». Interpreté que quería decir «unísono». Recordé que el último proyecto del franquismo era construir cincuenta centrales nucleares para garantizar la energía limpia. Este memo se está cargando lo poco que nos queda. ¿Habrá tenido que ver? Francia ha solucionado el apagón en 20 minutos. Portugal, que depende de España, ha sufrido las mismas consecuencias que nosotros. De aquí van a saltar más que chispas. Podría terminar, si Feijóo no ayuda a apagar el mechero de Almaraz, con todo el Gobierno en llamas, figurativamente. Tendremos tiempo y libertad para sacar conclusiones. Este final es para disculparme. Entre mi arritmia, el apagón y el desastre general, me he refugiado en los topos para cumplir, a medias, con mi deber. Y me he suspendido.