A pesar de la asombrosa perfección estética del entierro de un Papa, creo que, en la presente ocasión, se han pasado de tiempo. Yo fui gran amigo del grupo salteño más puro de Argentina. Los Chalchaleros.
Nació de la unión de los primos Juan Carlos Saravia y Aldo Saravia, y del Cocho Zambrano, y Franco Sosa. Se marchó el Cocho y se incorporó Dicky Dávalos. Se cansó Franco Sosa y ocupó su plaza Ernesto Cabeza, un guitarrista excepcional. Esporádicamente cantó con ellos Saravia Toledo y Aldo se fue. Cabrera falleció y parecía que Los Chalchaleros iban a cederle el trono a Los Fonterizos. Pero Llegaron Polo Román, bombista, Pancho Figueroa, guitarrista y primera voz y Facundo Saravia. Sólo queda vivo Pancho Figueroa, del Chaco. Su despedida fue apoteósica, con un concierto diario de punta en punta de La Argentina, que es mucha punta. Y emplearon un año para despedirse de su público. Cuando se organizaba una cena en cualquier casa particular, y los invitados eran de los que no saben irse, se hizo célebre la frase, «Ché, tardás en irte más que Los Chalchaleros».
El hombre y la mujer, además de por pequeños detalles físicos, se distinguen en la actualidad por su rapidez y la densa lentitud en las despedidas. Algo de la culpa la tiene el teléfono móvil. El hombre no lo va dejando por cada rincón de su casa, en tanto que la mujer siembra el móvil, el mismo, en los lugares más inverosímiles. El hombre anuncia que se va, y se va. La mujer anuncia que va, y una hora más tarde sigue buscando su móvil. Conozco a una mujer de misa y comunión diaria, que aún no ha logrado cumplir con su principal objetivo. Asistir a la misa de las 8 de la mañana. Desde que se prepara, anuncia que se va a misa, busca el móvil y lo encuentra, llega por los pelos a la lectura del Evangelio de la misa de 9.
Me consta —constancia porque lo leí al principio del Papado de Francisco—, que el Santo Padre era un gran aficionado a la música folclórica del norte de su país. Los Fronterizos, Los de Salta, Jorge Cafrune, Eduardo Falú, Los Trovadores del Norte, Mercedes Sosa, y como siempre, los Chalchaleros. Y que él también usaba de la broma: —Cardenal, tardás más en despedirte que los Chalchas».
De la larga estancia de sus restos mortales en El Vaticano no hay precedentes. Soy un viejo cristiano con siete sumos pontífices detrás. Pío XII, Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo I, Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco. Y he seguido siempre con emoción y asombro por la estética los entierros y honras fúnebres de los siete. Pero sus predecesores en el sitio elegido para su último descanso, lo ocupaban con más rapidez que el difunto Santo Padre recién retornado a su Señor. Quizá el cambio del Vaticano por la Basílica de Santa María la Mayor en Roma —donde compartirá silencio con el Papa León XIII, fallecido en 1903— ha retrasado los acontecimientos. O quizá, que hasta última hora, el protocolo vaticano haya estirado las horas y los minutos para que ocupara su lugar reservado en la fila quince, butaca 23, de Pedro Sánchez, el celosín, que no soporta el lugar de honor y preminencia que han ocupado los Reyes. De todos los Jefes de Gobierno —que no de Estado—, que han renunciado a asistir la Misa Exequial en la Santa Sede, dos de ellos son peces gordos dentro del ámbito internacional. Pedro Sánchez y Mokoko Balasú presidente del Gobierno de la isla Paku-Paku. Por otra parte, cuando se supo que, de ir, Pedro Sánchez se haría acompañar por su esposa, los servicios de seguridad se reunieron para dotar de una mayor vigilancia a Begoña, que llevaba planes y papeles de montar un «crowdfunding» en la gran plaza de la Cristiandad.
Cuando antes decanse, con la paz que merece, mejor.