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Un mundo felizJaume Vives

'El meu avi'

Abusando del privilegio que se arroga la prensa para comer del árbol del bien y del mal desde su atalaya de poder cada vez más tambaleante, hace unas semanas TV3 emitió un documental en el que acusaba al creador de la emblemática habanera 'El meu avi', Josep Lluís Ortega Monasterio, de algo de lo que la justicia ya lo había absuelto.

La consecuencia fue, que los que maman de la teta de lo público, se hicieron los dignos y cancelaron a un tipo que hasta ese día ni conocían. Y, convertido Ortega Monasterio en el peor enemigo de la sociedad, decidieron retirar la popular canción de la Cantada de Habaneras que se celebra anualmente en Calella de Palafrugell.

En casa hemos crecido con esa canción. Recuerdo infinidad de sobremesas en las que, cuando aparecían las guitarras y los acordeones, no podía faltar en el repertorio la canción que ensalzaba la gesta de 'El meu avi'. Y la entonaban a pleno pulmón también mis tíos navarros y mis tíos madrileños que, aunque catalanes y navarros de origen, llevan viviendo toda la vida, unos en Pamplona y otros en Madrid. Han conservado sus raíces y hablan con nosotros en catalán.

De manera que, frente a lo absurdo, ridículo, vergonzoso y criminal de pretender prohibir nuestro himno, la mayoría de los presentes en Calella se alzó y enarboló sus pañuelos blancos dejando clarinete al decrépito poder que, si la canción no arrancaba desde el escenario amplificada por los altavoces, la entonarían ellos, haciendo llegar tan bella melodía, a través del mar, hasta Cuba, como hizo 'El meu avi'.

Y así fue y, con tanta fuerza, que los artistas no tuvieron más remedio que sumarse con sus voces y sus instrumentos al clamor popular. El pueblo mantuvo lo que los lerdos que gobiernan intentaron sacrificar en el altar de la opinión pública, sin éxito por cierto. Quedó claro que los zoquetes gobiernan para sí mismos y sus bolsillos, para nadie más.

Su patria es el poder, el dinero y la reputación. La nuestra, 'El meu avi', que es eterna. No vamos a permitir que nos la arrebaten porque es nuestra. Y aunque algún día se demostrara que Ortega Monasterio fue el peor hombre que ha pisado la Tierra, la belleza de su composición seguiría siendo innegable y eterna, y eso demostraría que, incluso el peor de los hombres puede tener un instante de lucidez, un destello de belleza, y entonces habría que seguir entonando, con más fuerza si cabe, la historia de 'El meu avi'. Primero porque es nuestra, y segundo porque es un canto de esperanza que celebra que incluso de lo peor puede salir algo bello.

Esa es la actitud católica, por mucho que nos gobierne una panda de herejes, de sepulcros blanqueados que se perfuman de honrados frente a las cámaras pero en realidad son unos depravados. Viven entre putas y cocaína, y es lógico que sean impermeables a la belleza de 'El meu avi'.

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