Esos decentes y privados prostíbulos
Sánchez ya estaría dimitido en cualquier otro país por haberse beneficiado del negocio de la prostitución
A la izquierda le pasa con los prostíbulos lo mismo que con la corrupción. Que son gravísimos si están vinculados con la derecha, pero un asunto personal y familiar si afectan a Pedro Sánchez. No hay más que ver la indignación progresista con la imputación de Montoro. De repente, el lawfare ha desaparecido, y ministros y tertulianos exigen medidas contundentes y explicaciones a Feijóo sobre un exministro que nada tiene que ver con sus gobiernos. Y, por supuesto, si los prostíbulos hubieran financiado alguna vivienda de Feijóo, este habría tenido que dimitir hace tiempo.
Como contaba ayer aquí Ramón Pérez-Maura, los participantes en una reunión internacional en Washington no daban crédito a que Sánchez siguiera en su puesto tras saberse que ha vivido en casas pagadas por el negocio de prostitución de su suegro. Pero dice nuestra izquierda, hay que tener un rostro de hormigón armado, que haber disfrutado de los beneficios de los prostíbulos es un asunto personal y familiar, y que denunciarlo es muy sucio. Y, mientras tanto, justo en la misma semana, la prensa progresista de Europa, también la de España, ha señalado indignada al ministro sueco de Migraciones del Gobierno conservador, Johan Forssell, porque su hijo adolescente de 16 años tuvo hace tiempo vinculaciones con grupos radicales de extrema derecha. La izquierda exige que comparezca a dar explicaciones. Es la misma izquierda que, en España, no ha considerado jamás preocupante y mucho menos escandaloso, por ejemplo, que un político pueda tener hijos adolescentes vinculados con Bildu, como tampoco con ningún grupo radical de extrema izquierda.
Pero he aquí que hasta lo del hijo adolescente del ministro sueco les parece político, pero lo de los prostíbulos del suegro de Sánchez les parece una historia privada y familiar. Lo que hasta cierto punto podría ser hasta debatible, si Sánchez y el PSOE fueran unos firmes defensores de la prostitución, de su decencia, de su respetabilidad y de su contribución a la igualdad. Pero resulta que el PSOE es el partido que lidera en España las iniciativas para prohibir la prostitución, con varios intentos fracasados hasta ahora. Y justamente hace un mes, tras conocerse las relaciones de Ábalos con prostitutas, la ministra de Igualdad afirmó que era el momento de reactivar los planes socialistas para prohibir la prostitución. Porque piensa el PSOE que la prostitución es una actividad nauseabunda que ataca de lleno la dignidad y libertad de las mujeres. Es cierto que el PSOE evita hablar de la prostitución masculina, como si no existiera, a pesar de lo bien que la conoce el suegro de Sánchez, por efectos de ese feminismo trasnochado que se niega a reconocer algunas realidades.
Por supuesto, en cualquier otro país, Sánchez ya habría dimitido por haberse beneficiado a título lucrativo del negocio de prostitución de su suegro. Pero es que, en cualquier otro país, jamás habría sobrevivido al plagio de la tesis doctoral. Pero tampoco al escándalo de la cátedra de su mujer. Ni a la avalancha de corrupción de un partido que asaltó la Moncloa utilizando una sentencia de corrupción. Todo lo que simplemente demuestra que hay una alianza entre izquierda y nacionalistas dispuesta a cualquier cosa, también a tragar con la prostitución, con tal de ocupar el poder y seguir usándolo para su propio beneficio.