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Al bate y sin guanteZoé Valdés

Cambio climático y Gaza

¿Han visto los escenarios falsos creados, filmados y fotografiados por Hamás, como mismo filmaron los horrores del 7 de octubre de 2023 en Israel, publicados por montones en los que la verdad se impone frente a la cruda mentira?

El cambio climático y la situación en Gaza, dos temas que ocupan un lugar central en las conversaciones internacionales sobre justicia, derechos humanos y ese invento de la sostenibilidad. Aunque –dicen– parecieran pertenecer a ámbitos completamente distintos –uno medioambiental y global, el otro geopolítico y regional–, al analizar sus raíces y consecuencias los políticos y sus activistas de turno se empecinan en identificar puntos en común que los convertirían en símbolos de los grandes desafíos que enfrenta la humanidad. Y, a la humanidad habrá que mantenerla entretenida y enfrentada; eso es la base y fuente de enriquecimiento de los marionetistas del poder.

Se nos cuenta que «ambas crisis afectan de manera desproporcionada a personas en situación de vulnerabilidad»; ahí tenemos a dos «heroínas» a las que unen extremismos ideológicos, el del clima y el islamo-izquierdismo: la activista sueca Greta Thunberg y la eurodiputada franco-palestina Rima Hassan. La matraca y su narrativa de cartón: «el cambio climático intensifica fenómenos extremos como sequías, inundaciones y olas de calor, que suelen impactar más fuerte a comunidades con menos recursos para adaptarse y recuperarse», y aunque no haga un calor extremo, lo que siempre ocurre en pleno verano, ni veamos inundaciones recurrentes, ni la sequía constituya un efecto perenne, como no sea a través de los incendios provocados en los bosques, de todos modos debiéramos vivir convencidos de que esto sucede, y que usted, humano, es culpable.

Muestran además otro caos: «en Gaza, la población vive bajo condiciones precarias, con acceso limitado a servicios básicos, infraestructura dañada y un entorno inseguro». En ambos casos, la falta de protección y «resiliencia» –esa palabreja– frente a las adversidades se traduce en sufrimiento y marginación. ¿Han visto los escenarios falsos creados, filmados y fotografiados por Hamás, como mismo filmaron los horrores del 7 de octubre de 2023 en Israel, publicados por montones en los que la verdad se impone frente a la cruda mentira?

Enarbolan consignas: «Desigualdad, tanto el cambio climático como la crisis en Gaza muestran cómo la desigualdad amplifica sus efectos. Las personas más empobrecidas son quienes menos contribuyen a la causa del cambio climático, pero quienes más sufren sus consecuencias; de modo similar, la población civil en Gaza soporta los efectos devastadores de la confrontación, pese a tener poca capacidad de influencia en las decisiones que la originan». Es el mismo adoctrinamiento padecido en Cuba, la arcada y el vómito no me abandonan. «Acceso a recursos: el agua, la energía y los alimentos se convierten en bienes escasos en ambos escenarios. El cambio climático amenaza la seguridad hídrica y alimentaria a nivel mundial; Gaza vive restricciones severas en el acceso a estos mismos recursos, agravadas por la situación política y militar». Por lo único que Gaza vive en permanente situación de gravedad extrema es debido al sometimiento a un régimen fanático y totalitario, impuesto por un grupo terrorista: Hamás. La bestia del mundo se llama imbecilidad.

Lo de la insufrible «resiliencia», intentan convencer de que, «frente a la adversidad, tanto las comunidades afectadas por el cambio climático como las personas que habitan Gaza han desarrollado estrategias de resiliencia. Estas incluyen innovaciones agrícolas, redes de apoyo comunitario, resistencia cultural y adaptaciones en la gestión del agua, la energía y la salud pública…». En fin, los esquemas típicos para la pedidera de dinero, esquilmación de tus impuestos, requerimiento convertido en falsa compasión con los supuestamente desposeídos; pero que, dado el momento, serían capaces armados de un poder destructivo innegable de acabar con tu familia, e imponer sus leyes en un Occidente arrodillado.

Lean: «Resistencia comunitaria; en ambos casos, la supervivencia depende de la capacidad de las personas para organizarse y defender sus derechos. La solidaridad, la creatividad y el apoyo mutuo son herramientas esenciales para enfrentar los desafíos cotidianos». Ah, qué bonito, pero si eso, semejante, deseas poner en práctica en tu entorno, en tu defensa, serías señalado como de ultraderecha, y cancelado.

Soluciones: «Ante la falta de soluciones globales rápidas o sostenibles, las comunidades han optado por alternativas locales, desde la agricultura regenerativa hasta la gestión comunitaria de recursos escasos». O sea, toda una palabrería hueca y mortífera para destruir el campo y a los agricultores. Siguen: «Responsabilidad internacional: Los dos problemas exigen respuestas que trascienden fronteras y requieren cooperación global, pero la voluntad política suele ser insuficiente. Los compromisos sobre el clima han avanzado lento, y los acuerdos para proteger los derechos de la población en Gaza enfrentan obstáculos». Es que me parto de la risa. O del asco

Y, reaparecen bajo el sentido aleccionador ético-ideológico, en el que jamás desvinculan la acción, o sea, el terrorismo: «Ética de la acción. ¿Quién debe actuar? ¿Quién es responsable? ¿Cómo se puede priorizar el bienestar de las personas por encima de intereses de poder?» Alguien pudiera estar en desacuerdo; pero, al estarlo, estarías situando la diana en tu frente.

Como por arte de birlibirloque la información: «El manejo de la información y la construcción de narrativas son cruciales en ambos fenómenos. Los medios de comunicación, la educación, el acceso a datos determinan la percepción y la respuesta social ante el cambio climático y la crisis de Gaza». No pueden ser más evidentes. «Desinformación y polarización, movilización social, activismo climático, defensa de los derechos humanos en Gaza, han encontrado voz en movimientos que sensibilizan y presionan a quienes toman decisiones». Abran los ojos, esta gente posee una dialéctica del reloj; queda poco.

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