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Vidas ejemplaresLuis Ventoso

Ella no importa, pero lo que denota, sí

Cuando una joven tertuliana sin trayectoria alguna llama «idiotas» a los votantes de PP y Vox recoge el sentir de una izquierda que niega a la derecha el pan y la sal

Act. 05 sep. 2025 - 16:16

Albert Einstein formuló su Teoría de la Relatividad con solo 26 tacos. Pero huelga decir que era un genio. A los 26 años, la mayoría de la gente del común todavía está empezando a buscar su lugar en el mundo. A esa edad te falta el conocimiento y el sosiego que otorga la experiencia y te sobra el ímpetu un poco fuguillas de la juventud.

Por eso que una persona de 26 años se ponga a impartir doctrina política por las televisiones resulta bastante osado (por no decir absurdo). Y más si esa intrépida opinóloga al parecer ni siquiera ha completado sus estudios universitarios y carece de experiencia laboral alguna de mínimo valor.

La tertuliana en cuestión hace bolos en varias de las televisiones que barren para Sánchez. Vinculada al PSOE en su Salamanca natal, su entusiasmo a favor del régimen la ha llevado a verse envuelta en algunas polémicas. La última se ha producido en un magazine matinal prosanchista que presenta en TVE un periodista de 52 años, que según los especialistas del género es el feliz novio de la bisoña contertulia.

«Hay que ser muy idiota o tener muy poca información para seguir creyéndote al Partido Popular y a Vox», zanjó la experta. El comentario ha levantado polvareda, pues supone una evidente falta de respeto a los once millones de españoles que votan a esos partidos con todo el derecho y ejerciendo su irrenunciable libertad.

Esa tertuliana, en cuyo nombre y aspecto no nos vamos a detener, tiene una importancia insignificante. No es nadie y da lo mismo. Sin embargo lo que denota su comentario sí resulta relevante, porque refleja algo grave: la izquierda española gobernante niega a la derecha su posibilidad de gobernar algún día y casi su propio derecho a existir (o sin casi). Esa «analista» se permite soltar una burrada de semejante calibre porque es la música que escucha cada día en las terminales de Ferraz y Moncloa, de donde emanan las consignas que luego ella repite en los platós del régimen.

No hay democracia si no se respeta el derecho a existir del adversario. Y el PSOE dejó de hacerlo cuando Zapatero lanzó su «cordón sanitario» contra la derecha (y por entonces Vox todavía no había nacido). Se les llena la boca advirtiendo sobre los peligros sin cuento de «la derecha y la ultraderecha», pero el asunto de fondo es otro: aspiran a un imperio perpetuo de la izquierda. Han llegado a la convicción de que lo que llaman «progresismo» es la ideología perfecta, y por lo tanto debe ostentar un poder perenne y a cualquier precio. Lo delató a las claras Pablo Iglesias, hoy tabernero y tertuliano, en la etapa en que ejercía de vicepresidente florero: «La derecha no gobernará en España». Y a eso se dedican, que no a gestionar.

Sánchez no es más que la descarnada aceleración de un proceso de erosión de la democracia que comenzó con Zapatero, ahora consejero áulico monclovita y lobista de la narcodictadura venezolana. Negar el pan y la sal a la oposición. Poner en la diana a jueces y periodistas críticos con el correcto credo. Cepillarse la separación de poderes intentando que el Ejecutivo domine al Judicial. Gobernar a golpe de decreto. Reescribir la Constitución a través del alto tribunal que en teoría vela por su correcta aplicación. Perder las elecciones y comprarse su poltrona con dinero público apoquinado en el mostrador de los separatistas… Todo eso ya ha sucedido.

No me escandaliza la tertuliana bocazas. No es nadie y no hace más que repetir como un loro lo que emana del partido. Lo que sí me escandaliza es el asunto de fondo, la corrosión de nuestro sistema de derechos y libertades y la penosa pachorra con que la hemos tolerado.

(PD: No existe en la distancia corta persona más cordial y razonable que el actual presidente de RTVE. Y no existe en la práctica más leal ejecutor de las tropelías mediáticas del sanchismo. Por supuesto sabe de sobra que un canal público pagado con los impuestos de todos no se puede dedicar a insultar a la mitad de ellos. Pero entre la deontología periodística y el carguito, pues ya se sabe…).

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