El jurado viudo
El viudo y su esposa, es decir antes de ser designado Viudo Oficial del Estado, se dedicaron muchos años a formar parte de los jurados más variopintos del mundo editorial, y se concedían los premios, incluso en el salón de su casa
Ignoraba que Urtasun haya premiado recientemente con el Premio Blanquerna al golfo del viudo universal. En mi humilde opinión, el director del Instituto Cervantes no puede estar en la ensalada de los premios. El viudo y su esposa, es decir, antes de ser designado Viudo Oficial del Estado, se dedicaron muchos años a formar parte de los jurados más variopintos del mundo editorial, y se concedían los premios, incluso en el salón de su casa. Su caso me recuerda al de Don Eutiquio Lomas y Mayofré, que se mantuvo en la alcaldía de su pueblo, Monjardín de Zumalacárregui hasta los 90 años, cuando al fin, el jurado de la Rosa de Oro de Poesía decidió honrarla después de sesenta años quedando finalista. Don Eutiquio falleció con la sensación del deber cumplido, y la niña, de 60 años, leyó en el salón del Ayuntamientos su poema elegido del precioso poemario, con el sugerente título de «Fabricando en el Cielo rosicleres y nubecillas», cuya lectura no pudo finalizar porque le entró el soponcio por el óbito de su tesonero padre. El poema, digno de García Montero, dice:
y me gusta jugar al patafuá patafuà
como a ti cuando eras más pequeña,
como a ti, Mamá.
Y juego a nubecillas, rosicleres,
y muñecas de nácar en los azures,
montada en la jaca blanca y oro
de un húsar con muchísimas virtudes.
Papá y yo te echamos de menos, Mamá.
Bueno, sinceramente,
papá ya no. ¡Pobre Papá!
Y lógicamente no pudo con la emoción, Pero se llevó el premio, la Rosa de Oro, que hoy, probablemente, adornará la gran sala de Trofeos del percebe viudo que no cabe ni en la ciudad deportiva del Real Madrid.
Si al cursilón –lo más elogioso que se puede decir de él–, de Urtasun, que todavía tiene abierta la cornada que le ha dado la tauromaquia, solo se le ocurre su nombre para premiarlo con un importante premio literario valenciano, hay que situar no muy lejos de su casa a un grupito de la UCO, para que retorne al poder de nadie los premios que ha recibido siendo el grosero mandamás del Cervantes, y agresor de la Real Academia y su Director que no aceptan el lenguaje inclusivo infectando nuestro idioma. Porque su permanencia es una infección.
Viudo, no caes bien.
PD. Mucho me ha alegrado la sentencia que devuelve a don José Utrera Molina su Medalla de Oro. Fue un gran ministro de la Vivienda, un sevillano que jamás perdió sus raíces y un gran señor de sus lealtades.