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Cela, De los Santos y el diccionario

El término «putero» aparece en el Diccionario de la RAE y tiene amplia tradición literaria. No es un insulto, sino una afición continuada. Habría que haberle preguntado a Cela y a sus antepasados los clásicos. Armengol lo ignora por falta de lecturas y parece que desconocimiento del diccionario

Act. 20 dic. 2025 - 10:54

De jovencito conocí a Camilo José Cela en su casa de Ríos Rosas. Solicité entrevistarle para una revista juvenil que fundamos Martín Prieto y yo y que resistiría pocos números. Cela me recibió en calzoncillos y camiseta, dijo que se iba a hacer de vientre (sic) y que me entretuviese corrigiendo unas pruebas de imprenta que había sobre la mesa, encargo que obviamente no cumplí; las pruebas eran de un trabajo sobre el Diccionario de la RAE. Luego me dijo que no le gustaban las entrevistas porque las trabajaba el entrevistado y las cobraba el entrevistador, y que me había recibido porque por mi nombre suponía que descendía de un personaje del XIX biografiado por Baroja, una de sus admiraciones literarias.

Aquella mañana con Cela resultó completa. Al final me presentó a González Ruano, su vecino, al que también entrevistaría. Desde entonces el genio literario y el aprendiz de plumilla fuimos amigos; fortaleció la relación que mi maestro en poesía y vida, García Nieto, fuese compadre de Cela. Mi primer recuerdo del futuro Nobel está unido al Diccionario de la RAE por lo de las pruebas que ni me atreví a tocar. Y de ahí al episodio que motiva estás líneas: la sabia intervención de mi admirado amigo Jaime de los Santos en el Pleno del Congreso sobre una palabra del Diccionario y el desconocimiento que padece sobre él la tercera autoridad del Estado.

Puestos a ser caseros y bienmandados presidiendo el Congreso, hay formas que obvian el ridículo. Armengol, la más sumisa presidencia que recuerdo es la suya, no se caracteriza por su objetividad ni por su prudencia. Se le nota demasiado de qué extremo de la soga tira. Congela las iniciativas que le llegan del Senado porque Sánchez no lo controla, atiende blandita lo que le pide el presidente del Gobierno, incluso las señas que le hace desde su escaño, y ajusta su calendario a los planes de Moncloa. Ya proclamó Sánchez que gobernaría sin el Parlamento, de modo que la presidencia de la Cámara que nos representa a todos se ha quedado en casi nada. Los socialistas aplauden por la pasta y los demás por lo que puedan sacar. Sus socios amenazan con romper, pero no van a quedarse a la intemperie. No me imagino a Yolanda volviendo a su estatus gallego.

A Armengol debemos el disparate de hacer del Congreso una nueva Babel, ignorando la Constitución que señala en su artículo 3.1: «El castellano es la lengua española oficial del Estado. Todos los españoles tienen el deber de conocerla y el derecho a usarla»; y 3.2: «Las demás lenguas españolas serán también oficiales en las respectivas Comunidades Autónomas de acuerdo con sus Estatutos». Ya fue una pifia llevar las lenguas al Senado, pero se justificó en que es la Cámara territorial. Y el Congreso, ¿por qué? Luego en una y otra se habla castellano en reuniones, pasillos y cafeterías. La decisión fue una memez carísima; acaso la primera concesión dictada a Armengol.

Jaime de los Santos es un político de amplia cultura. Coincidimos en la Asamblea de Madrid, él como eficaz consejero de Cultura, Turismo y Deporte y yo como presidente de esa Comisión parlamentaria. Recibo la grabación de una Intervención suya en el Congreso; ante él un ejemplar del Diccionario de la RAE. Recordó que en su anterior intervención Armengol suprimió de las actas la palabra «putero». La consideró incorrecta; aludía a sus compañeros socialistas. De los Santos se medía en el debate con la alegre Alegría, ya camino de fracasar en las elecciones aragonesas. En cualquier debate nada tiene que hacer Alegría frente a De los Santos. Sólo sirve para, desconociendo la diferencia entre portavoz del Gobierno y portavoz del partido, actuar tras cada Consejo de Ministros como vocera de Ferraz.

El término «putero» aparece en el Diccionario de la RAE y tiene amplia tradición literaria. No es un insulto, sino una afición continuada. Habría que haberle preguntado a Cela y a sus antepasados los clásicos. Armengol lo ignora por falta de lecturas y parece que desconocimiento del diccionario. Podrían citarse las dedicaciones de no pocos puteros entre sus ilustres conmilitones. En algún caso cubriendo el espectro del negocio prostibulario: oferta y demanda.

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