Cartas al director
Menos el divino... poder absoluto
La entrada de Trump como presidente de EE. UU. deja al mundo en bragas y calzones ante la posibilidad de que el magnate se venga arriba y embista cuál toro de lidia cumpliendo solo algunas de sus amenazas electorales, muchas de las cuales dirigidas directamente contra la economía del mundo que rodea a EE. UU. y otras muchas contra el corazón de todos aquellos que lo rodean a él, pero no comparten sus ideas. El circo dejará de hacer gracia incluso a sus partidarios cuando la música baje el volumen, sus luces dejen de brillar y la cordura comience a iluminar la realidad de un mundo variopinto en donde hasta ahora convivían más o menos bien infinidad de ideas y condiciones; hemos asistido al mayor espectáculo del mundo en donde incluso los condenados aceptan la pena que les impondrá un magnate venido arriba por ser solo quienes son.
El ataque a los cimientos de una fábrica, la vida, que permite soñar incluso a quienes no pueden pagar sus sueños, se manifiesta en el poder demostrado por una política fuera ya del control social que permite a quien la ejerce sin responsabilidad librar de condenas por amistad, familiaridad o afinidad a quienes por justicia se las merecen. El único poder que le faltaba se lo han servido en bandeja para que demuestre al mundo de qué pasta están hechos los EE. UU. de América.