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Cartas al director

Sentencias argumentadas

Más de doscientos folios con la argumentación jurídica de la sentencia condenatoria del señor García Ortiz resultaron insuficientes para el señor Sánchez, para su séquito ministerial, y también para el mediático. Los magistrados que dictaminan lo que no les agrada son fascistas y punto pelota; así lo insinúa la élite del sanchismo, y así lo difunde el núcleo fiel asentado en la parte del muro de la que fuimos excluidos los disidentes.

No obstante, para la mayoría de quienes todavía nos esforzamos por concluir sin la menor influencia ideológica, para quienes nos identificamos con la ciudadanía que se resiste a reír la gracia a cualquier precio, para quienes exponemos nuestra opinión a sabiendas de que algunas veces se nos tachará de fachas, y otras veces de rojos; pretender arruinar una resolución firme del máximo órgano jurisdiccional es sin duda un estrambótico signo de debilidad, venga de quien venga.

Después de tantos cambios de opinión, de tantas manos en el fuego chamuscadas, de tantos vítores a la ejemplaridad desilusionante, de tantas negaciones a las amistades peligrosas, de tantos no me consta…; por qué habríamos de secundar las dudas del señor Sánchez sobre la sentencia de su dependiente –a tenor de sus propias palabras–, el señor García Ortiz.

Sin actas públicas se dictaminó en Venezuela el resultado de todo un proceso electoral, y todavía el tándem Zapatero-Sánchez no ha mostrado una mínima repulsa, al menos convincente. Por lo visto, según el escenario, la ocultación o borrado de la prueba determinante puede resultar la mejor coartada, de ahí la vital importancia de la separación de poderes en un Estado democrático de derecho: Sentencias argumentadas o veredictos a lo bolivariano, esa es la cuestión.

Javier Gálvez

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