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28 de marzo de 2024

EDITORIAL

Sánchez pisotea a las víctimas en el aniversario de Blanco

Es inaceptable pactar con Bildu la Ley de Memoria que reescribe la historia y blanquea a ETA y personarse luego en Ermua a honrar a un símbolo de la resistencia

Actualizada 08:47

El Gobierno aprobará la próxima semana la Ley de Memoria Democrática, que amplía aún más el despropósito de la ínclita Ley de Memoria Histórica impulsada por Zapatero en 2007, corolario de su revanchismo sectario que ha prosperado con Sánchez.
Si la propuesta original era disparatada, al intentar reescribir la historia y adaptar la educación a un canon ideológico maniqueo, las enmiendas aceptadas ahora a Bildu en la Comisión Constitucional para poder aprobarla la convierten en una agresión directa a las víctimas del terrorismo, al equipararlas con sus verdugos con infinita inhumanidad.
La Ley consagra la proverbial dialéctica guerracivilista de Sánchez, empeñado en jugar una especie de «segunda vuelta» de la Guerra Civil que atenta contra el espíritu de la Transición, sustentado en una ejemplar reconciliación nacional, y resucita la España de los dos bandos, con la que este Gobierno deplorable intenta tapar sus inmensos fracasos económicos y sociales.
Y le añade ahora un blanqueamiento de ETA que convierte a los terroristas en víctimas indemnizables por el Estado y les reconoce «por su lucha por la consolidación de la democracia, los derechos fundamentales y los valores democráticos».
Los 19 votos del PSOE, Podemos, PNV y Bildu en la Comisión Constitucional presidida por el exlehendakari Patxi López han aprobado ese bochorno en la semana de los aniversarios de la liberación de Ortega Lara y del asesinato de Miguel Ángel Blanco, símbolos del horror de ETA, para hacerlo aún más doloroso.
El Gobierno asume así la reescritura del relato por parte del partido heredero de Batasuna, y lo hace despreciando la memoria del terror y las instrucciones del propio Parlamento Europeo, que ha considerado crímenes de lesa humanidad los 900 asesinatos de ETA y ha exigido que se aclaren los 374 cuyos autores materiales o intelectuales no han sido identificados.
La Ley agrede los conceptos de reconciliación y convivencia que marcaron el salto de la Dictadura a la Democracia con la excusa de aclarar las violaciones de derechos humanos del franquismo. Y viola directamente el martirio de las víctimas de ETA al ampliar hasta 1983 el periodo de supuesta represión para convertir a los terroristas en represaliados del Estado.
Sánchez remata así su asociación con Bildu, resumida en su apoyo a investiduras, presupuestos y pactos en Navarra. Y lo hace a cambio de suscribir su gran exigencia: indultar a los terroristas, a la banda a la que pertenecían, a las crueldades que cometieron e incluso a los objetivos que persiguieron, hoy más vivos y legitimados que nunca por un presidente sin límites.
Que con ese bagaje Sánchez pretenda participar este fin de semana en el homenaje en Ermua a Miguel Ángel Blanco resulta casi una provocación: no se puede entregar una victoria así a Otegi, al que regala el relato del terror, y personarse luego en el lugar que ejemplifica la resistencia a sus aliados.
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