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En primera líneamaría solano altaba

El efecto mariposa ruso

El efecto mariposa seguirá notándose en cada barra de pan. Y cuando nos queramos dar cuenta, estaremos metidos de lleno en el vendaval de una guerra que nos debería importar mucho más que tantas otras anécdotas

Actualizada 03:21

El periodismo tiene estas cosas. A veces convierte la anécdota en importante y parece que una trifulca interna en el seno de un partido es el fin del mundo tal como lo conocemos, y otras obvia lo que de verdad va a tener impacto en nuestra vida a pesar de que nos separan 4.000 km de Donetsk, el territorio del este de Ucrania por el que ha comenzado el ataque de Rusia.

Esta nueva guerra a las puertas de Europa nos afecta mucho más en nuestras casas de lo que quizá percibimos a simple vista. El llamado efecto mariposa de la globalización (el aleteo de una mariposa provoca un vendaval en el otro extremo del mundo) tiene mucho que ver con la razón por la que deberíamos mirar a Ucrania con mucho más interés del que empleamos en seguir el culebrón de Génova, 13.

Vivimos en un mundo tan interrelacionado que ha dejado de sorprendernos que esta mañana hayamos desayunado con café de Colombia y vainilla de Madagascar. El «made in China» ha dejado de ser una rareza y ahora el «made in Spain» es el reclamo publicitario. Las crisis económicas se contagian desde Estados Unidos como si el charco que nos separa del otro lado no existiera. Y la energía, que no se crea ni se destruye, solo se transforma y se encarece, se convierte en un factor de negociación política que determina decisivamente el precio de la barra del pan.

Ilustración: PP/Ucrania

Paula Andrade

Miramos a Ucrania con la preocupación que nace de nuestro respeto a la vida, de nuestra búsqueda de la paz y de nuestra natural disposición hacia los derechos humanos. Pero miramos a Ucrania porque ya sentimos sobre la piel los primeros embates del efecto mariposa.

Nos han comenzado a hablar de gaseoductos y nosotros no hacemos caso porque miramos a Argelia –aunque nuestra particular crisis con Marruecos ha reducido sensiblemente el caudal que llega por tubería y ha encarecido notablemente el gas que llega por barco– sin darnos cuenta de que mañana mismo empezaremos a notar la subida de precios de esa tuerca tan especial del coche o de la lavadora llegada de Alemania que necesitamos para una reparación. No nos hemos percatado de que el agricultor almeriense utiliza fertilizantes con sello ruso que ahora se van a encarecer y eso asfixiará más al sector mientras el ciudadano medio hace el pino con las orejas para llenar el depósito de su coche con un sueldo que cada vez da para menos entre impuestos e inflación.

La panadería de mi casa ha ido subiendo el pan. Por si acaso. Unos céntimos. Me explicaba el panadero que la factura de la luz con los hornos encendidos todo el día es inasumible. El efecto mariposa seguirá notándose en cada barra de pan. Y cuando nos queramos dar cuenta, estaremos metidos de lleno en el vendaval de una guerra que nos debería importar mucho más que tantas otras anécdotas.

  • María Solano Altaba es decana de la Facultad de Humanidades y CC. de la Comunicación de la Universidad San Pablo CEU
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