Fundado en 1910

19 de abril de 2024

en primera líneaEmilio Contreras

El Gobierno Frankenstein se tambalea

Al Gobierno se le abren las grietas y se le descosen las costuras que, como al «engendro» de Frankenstein, lo han mantenido con una vida artificial desde que llegó al poder en enero de 2020

Actualizada 01:49

La primera vez que Pedro Sánchez sugirió formar un Gobierno de coalición con Podemos, apoyado por radicales y separatistas, Alfredo Pérez Rubalcaba lo calificó de «Gobierno Frankenstein», expresión que tuvo éxito porque era la crítica premonitoria de un experimento político que, según él, estaba condenado al fracaso.
Conviene recordar que hace dos siglos la escritora británica Mary Shelley escribió una novela en la que el doctor Frankenstein creó un monstruo con forma humana cosiendo con cables y otros artilugios los trozos de diversos cadáveres robados. El monstruo, al que no puso nombre y llamó «el engendro», se le fue de las manos y aquello acabó muy mal.
Pedro Sánchez no hizo caso de la advertencia de Rubalcaba, cuyas palabras fueron como un estigma que iba a perseguir al Gobierno que formó en enero de 2020. El tiempo se encargaría de decidir cuál de los dos tenía razón.
Cuando en noviembre de 2019 Sánchez anunció un Gobierno de coalición con Podemos, expuso su proyecto de supervivencia con estas palabras: «Negociar día a día, ley a ley con hechos concretos; se hace camino al andar». Lo que presentaba como un logro ocultaba la confesión de debilidad de quien carecía de fortaleza parlamentaria suficiente para abordar la gobernación del país.
A los pocos meses sonó la primera alarma que confirmaba esa debilidad. El Gobierno fue incapaz de aprobar unos Presupuestos Generales del Estado, por la imposibilidad de contentar a nueve partidos, entre los que estaban los radicales de izquierda y los separatistas. El resultado fue que España estuvo tres años –2019, 2020 y 20021– con los mismos presupuestos. ¿Cómo podía el Gobierno aplicar su política económica –en el caso de tenerla– en los años de la pandemia con unos presupuestos elaborados por el Gobierno de Rajoy?
Para sacar adelante sus proyectos legislativos en el Congreso el Gobierno ha tenido que recurrir en 125 ocasiones al trámite de urgencia de los reales decretos-ley, y evitar el viacrucis parlamentario que supone tramitarlos como proyectos de ley.
Ilustración gobierno frankenstein

Lu Tolstova

Para mantenerse en el poder ha hecho concesiones humillantes a los partidos separatistas. Valga como ejemplo que el ministro Bolaños tuvo que ir a Barcelona a dar explicaciones a la consejera de Interior por las escuchas telefónicas, y al entrar en la reunión aceptó que se le retirara su móvil. Como Herodes entregó la cabeza del Bautista a cambio de conseguir los favores de Salomé, el presidente entregó la de Paz Esteban, directora del CIS, a ERC a cambio de que lo mantuviera en el poder. El 27 de mayo Sánchez permaneció inmóvil cuando la Generalitat aprobó un decreto en el que se rechaza aplicar la sentencia que obliga a impartir el 25 por ciento de las clases en castellano. Y esas concesiones trasmiten un mensaje de debilidad.
Podemos es a la vez Gobierno y oposición. Apoyó la creación de una comisión parlamentaria para investigar las escuchas telefónicas que habían solicitado los grupos separatistas, a la que se oponía el PSOE. Fue el PP quien salvó el 3 de mayo a Pedro Sánchez con su voto en contra. Y por primera vez, el 26 de mayo, Podemos votó contra una ley –la ley audiovisual– presentada por el Gobierno del que forma parte. El mensaje de fractura y debilidad estaba servido.
Aunque quizás el mayor ejemplo de debilidad gubernamental sea su incapacidad para hacer frente a la crisis económica, agravada por la guerra de Ucrania. Las previsiones de crecimiento de la economía española que hace periódicamente la Comisión Europea merman cada vez que se actualizan; en febrero eran del 6,6 por ciento y en mayo han sido del 4 por ciento. Y España es el segundo país de los 34 de la OCDE cuyos ciudadanos han sufrido la mayor pérdida de poder adquisitivo, sólo superados por los griegos.
Al Gobierno Frankenstein se le empezaron a aflojar los hilvanes cuando en las elecciones de Madrid de 2021 sufrió una derrota histórica en la que le superó un partido de izquierda casi desconocido, Más Madrid, liderado por una candidata aún más desconocida, Mónica García. Entonces se dijo que Madrid era una burbuja electoral encapsulada en un microcosmos no representativo del resto de España.
Pero la realidad es tozuda y, como escribió Ortega, se venga cuando no se la acepta y reconoce. El fracaso en las elecciones andaluzas es la culminación de un proceso de agotamiento que vaticina un futuro electoral sombrío para el PSOE y para toda la izquierda. El desastre ha sido de tal envergadura que al Partido Socialista le han infringido por primera vez una severa derrota en Sevilla, sede de la agrupación más poderosa del partido, donde desde 1977 ha ganado 45 elecciones generales, autonómicas, municipales y europeas. Si el PSOE ha sido duramente derrotado en Andalucía, que durante 45 años ha sido su semillero de votos, es lógico pensar que más dura será la caída en los procesos electorales que están por venir.
Aunque el presidente aspira a agotar la legislatura en 2023 con zurcidos y remiendos, cada día se le descosen las costuras al Gobierno al que, como al «engendro» de Frankenstein, han mantenido desde el principio con una vida artificial. De nada le servirán los intentos –que los habrá– de recauchutarlo. Son las consecuencias inevitables de conseguir la investidura solo para sobrevivir pactando con quien se tercie.
A la vista de los hechos, ¿quién cree el lector que tenía razón hace seis años? ¿Rubalcaba o Sánchez?
  • Emilio Contreras es periodista
Comentarios

Más de En Primera Línea

tracking